La inspiradora historia de una joven que decidió emigrar
Paula es una chica de 27 años, desde siempre soñó con viajar y entremezclarse con distintas culturas. Esas ganas "siempre vinieron desde adentro". Pero no todo es color de rosa. Su historia es un ejemplo de superación personal, que remarca lo importante de seguir tu "yo interno".
Antes de comenzar con las preguntas, observo a Paula detenidamente. Ella es una joven de 27 años, licenciada en Diseño Gráfico en la UNCuyo. La noté con una energía distinta, la última vez que nos vimos fue hace más de 10 meses. No ha perdido su esencia, pero se ve renovada.
El sueño de Paula, como el de muchos jóvenes, fue emigrar. Como en los cuentos tradicionales, le pido que me cuente cómo inició todo: “Fue algo de toda la vida, siempre me gustó mucho viajar aunque no tenía muchos viajes encima. En la facultad siempre que venía alguien de afuera, era la primera en tratar de charlar con la persona, ver qué le parecía Argentina, cómo nos veían los otros también y qué experiencia tenían acá, porque los sentía cercanos, si yo algún día me iba era un poco quizá lo que me iba a pasar”.
“Todos deberían tener una experiencia así, crecés un montón. Vale mucho la pena arriesgarse, conocer. Sea como sea, te adaptás, encontrás gente. Siempre vas a pasar por un proceso de miedo, de incertidumbre, pero hay que hacerlo parte de la experiencia".
El primer paso previo a irse del país, fue un viaje a México sola de vacaciones: “Fue mi primer viaje importante, entendí que no era una locura lo que pasaba por mi cabeza, me di cuenta que me podía desenvolver en otro lugar con otras culturas donde no tenés ni idea a dónde llegás ni vas, si no tenés Google Maps”, relató entusiasmada.
A partir de esa experiencia, comenzó a averiguar los destinos posibles para su próximo viaje. “El primer destino pensado fue España, por el idioma y porque siento que la cultura española es más cercana a la argentina y de hecho lo comprobé cuando fui. Sin dudas, de los países que conocí, me quedo toda la vida con España, también ideológicamente. El problema de este país es que si no tenés algún papel como residencia, ciudadanía, no hay laburo, conozco la experiencia de amigos que se fueron un par de meses antes que yo y no consiguieron nada. Empecé a averiguar y entre mis posibilidades estaba España, descartada por lo que te comenté, Portugal por el tema de la visa Working Holiday y también Francia”, contó.
Sucesos inesperados
En el medio de esa transición y planificación, sucedió algo inesperado. Paula trabajaba en una importante cafetería de Mendoza y allí conoció a un francés que se encontraba de intercambio en nuestra provincia. “Siempre que iba nos quedábamos charlando. Yo era muy curiosa con los extranjeros, constantemente teníamos algo para charlar. Él iba frecuentemente a la cafetería de mañana y yo trabajaba de mañana, entonces nos encontrábamos. Ahí comenzamos a hablar”.
A partir de allí la relación se fue acentuando cada vez más y se enamoraron. Él volvió a su país y continuaron la relación a distancia. Durante la pandemia, intentó dos veces venir a visitarla pero por las restricciones no lo dejaron ingresar a Argentina, inclusive una de las veces logró llegar a Buenos Aires, pero tuvo que volverse.
“Ahí me dijo: ‘Argentina descartada, venite vos´. Allí es cuando pude comenzar a concretar mis planes, yo me quería ir hace rato. Junté todo ese año plata, ya venía ahorrando un poquito, pero todo lo que fue el año 2021 y también parte del 2022,me centré en estudiar, en recibirme y en terminar de ahorrar para poder irme, no hice nada más que eso. A la par también tramitar todos los papeles de la visa. Mi novio me ayudó con el pasaje”, contó.
Un proceso complejo
Dicen que a veces la trama es mucho más interesante que el desenlace. Sin dudas, en esta historia lo es, por lo menos resulta sumamente inspiradora. Para cumplir su objetivo, Paula tuvo que atravesar una serie de obstáculos y tomar decisiones, que sin dudas, marcaron su vida.
“Yo estaba con mi novio afuera, tratando de ahorrar con un sueldo que no me dejaba tanto margen para hacerlo, en proceso de recibirme, haciendo mi tesis. A la vez tratando de tomar coraje y decirle a mi amiga que íbamos a tener que terminar algo, que me dolía porque también me gustaba. Era un emprendimiento que estaba vinculado a mi carrera. Y a la par de todo esto, mi papá se enferma y se queda sin trabajo”, relató.
“Fue difícil a nivel psicológico, mi cabeza no daba más. Alguien de mi familia que era un pilar importante se quedo sin trabajo y somos seis personas. Tuve que pensar en frío, y decir: ‘bueno, si yo me voy afuera puedo ayudar y bien’. Manteniendo la fe de que mi papá iba a salir de la enfermedad, porque es una persona joven. De hecho, actualmente está bien, y vamos por eso. Me tocó la decisión más difícil: irme, alejarme en un momento feo, pero sabía que iba a poder ayudar en cuanto a lo económico. Y así fue”, contó.
Durante los últimos meses, le tocó vivir la situación desde el otro lado también, ya que despidió a varios amigos que tomaron la misma decisión que ella: irse del país.
Cuando llegó el momento tan esperado y finalmente pudo irse, Paula se vio atravesada por sentimientos contradictorios: “Apenas pise el avión fue sentir emoción y felicidad, porque estaba concretando algo que venía hace muchos años carburando, a la vez era tristeza y obviamente esa emoción de dejar todo: mi familia, mis amigos, mascotas, que para mí son parte de la familia. Es un momento de incertidumbre, porque no sabés cómo te va a ir, cómo te van a recibir o si vas a encontrar trabajo. También tenés que estar predispuesto a ir a hacer lo que sea porque necesitas trabajo, en mi caso era una necesidad. A pesar de que tenía a alguien que me podía hospedar, que me podía dar una mano. También sentía tristeza a nivel país, porque es lamentable la situación que estamos pasando. Te da bronca tener que irte porque es un tremendo país. Estaba cumpliendo mi sueño, pero a la vez me pesaba en mi cabeza pensar que me estaba yendo a desarrollarme profesionalmente en otro país, sabiendo que acá lo podía hacer al lado de mi familia”.
Un nuevo comienzo
Paula se estableció en Portugal, precisamente en Almada, que se encuentra muy cerca de la capital de dicho país. Se hospedó en el departamento en el que vivía su novio junto a los compañeros de trabajo de él, ya que la empresa donde trabajaba les proveía de un lugar para vivir. Consiguió trabajo como barista en un café gracias a su experiencia en Argentina.
Antes de que venciera su visa, volvió a nuestro país para casarse con su pareja. El objetivo es volverse a ir en junio, esta vez se instalarán en Francia, donde se encuentra la familia de su novio. “Portugal no es un país donde no me quiero quedar porque siento que dejé mucho para estar en un lugar donde quizá pueda estar un poquito mejor, pero no bien. Uno idealiza mucho Europa”.
A pesar de no arrepentirse de su decisión, sin dudas para ella es una materia pendiente poder ejercer su profesión en Europa: “Me gusta ser barista, al principio del viaje no me importó porque pesaba mucho lo que estaba viviendo, me podía dar el lujo de irme a distintos lados a conocer. En este momento, y es lo que pienso mantener en mi cabeza, lo importante es conocer y llevarme momentos, porque es lo que vale y lo que queda. Aunque después me empecé a cuestionar: 'Estudié 5 años, me esforcé un montón para algo que supuestamente me gusta'. Y en el trayecto del viaje empecé a dudar, si al final este tiempo que quedé afuera me restó en cuanto a lo profesional. Si tengo que pensar en frío, comparado a mi experiencia y a mi historia de vida acá en Argentina, prefiero seguir con mi decisión, conocer, poder estar tranquila económicamente y ayudar a mi familia, aunque sigue siendo parte de mi sueño dedicarme al diseño”.
Su motor interno de viajar y conocer sigue vigente, para ella: “Todos deberían tener una experiencia así”. “Creces un montón. Vale mucho la pena arriesgarse, conocer. Sea como sea, te adaptás, encontrás gente. Siempre vas a pasar por un proceso de miedo, de incertidumbre, pero hay que hacerlo parte de la experiencia. O sea, es algo malo, pero es algo normal también. No es todo color de rosa, siempre vas a tener miedo, pero hay que hacerlo igual. También hay que ir muy bien psicológicamente, hay que saber lo que uno deja y también estar dispuesta a lo que tenés que hacer en otro lugar donde sos un desconocido y un número más, porque sos un extranjero”, añadió.
“Sigo sosteniendo que mi país es único, y hasta en algunos aspectos mucho mejor que otros países de Europa. Es lo que voy trasladando al mundo, que no se queden solo con la parte fea. Ojalá algún día pueda decir voy a volver a mi país porque mejoró todo, porque voy a poder tener una vida normal, tranquila, segura. Eso es lo que también ofrece a Europa pero porque todo parte de una base que es la economía y la educación”, cerró.
Sin dudas, irse del país no es para todos. El desapego y la capacidad de adaptación son cualidades claves. Paula es un ejemplo de muchos jóvenes que tienen este deseo y que se propusieron vivir la vida que realmente querían, pero que se fueron del país con un sentimiento de "angustia" por el contexto económico actual.