Salud

La revolución de la harina: ¿existen buenas y malas?

La harina es un alimento considerado esencial en nuestra dieta. Por ello, es importante conocer en detalle qué aporta cada tipo al organismo y en qué momento conviene consumir cada uno acorde a las necesidades.

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MDZ Sociedad jueves, 23 de marzo de 2023 · 17:24 hs
La revolución de la harina: ¿existen buenas y malas?
Foto: India Gate (indiagateflours.com)

El tipo más tradicional de harina siempre fue la de trigo utilizada tanto en preparaciones saladas como en pastelería. En los últimos años, debido a las tendencias alimentarias, los avances de la industria y las nuevas demandas de los consumidores, el mercado tuvo que diversificarse y comenzar a incluir, en su oferta, distintas harinas para satisfacer las necesidades de todos los públicos.

Afortunadamente, cada vez existen más canales de venta por los que se pueden adquirir alternativas como las harinas de arroz, garbanzos, algarroba o almendras.

Harinas tradicionales.

Harina de cereales

Son las más tradicionales, se obtienen de la molienda de granos como trigo, maíz, avena, cebada, centeno, arroz. Dependiendo de la refinación de las mismas podemos encontrar “harinas blancas” y “harinas integrales”. Las versiones integrales aportan mayor variedad de micronutrientes y fibra. Por ende, son una buena fuente de carbohidratos complejos, aportan energía brindando saciedad a más largo plazo y ayudan a regular el tránsito intestinal. Los cereales aportan vitaminas b1, b2, b3, b6, E, hierro, potasio, magnesio y  ácido fólico.

Harina de pseudocereales

Los pseudocereales aportan más proteínas que los cereales. Entre ellos está la quinoa, el trigo sarraceno y el amaranto, que tienen un mayor aporte de proteína en comparación con los cereales. Poseen todos los aminoácidos esenciales y son muy versátiles a la hora de cocinar.

Estas harinas son altas en micronutrientes, bajas en grasa, ayudan a regular el azúcar en sangre, el tránsito intestinal y brindan saciedad a largo plazo. Además, aportan fibra, hierro, zinc, fósforo y magnesio, disminuyen la absorción de colesterol total y favorecen la eliminación del colesterol LDL (“malo”). No contienen gluten, por lo que son una excelente opción para quienes padecen celiaquía.

Harina de frutos secos

Se obtiene a partir de la molienda de frutos secos, siendo la más habitual la harina de almendras.  Aportan grasas poliinsaturadas, fibra, calcio, potasio, hierro y magnesio y, al ser muy bajos en en carbohidratos, no elevan la glucemia. Además, regulan el azúcar en sangre y el tránsito intestinal, favorecen a la salud cardiovascular, y colaboran en la disminución del LDL, aumentando el HDL (“bueno”).

Estas harinas son de alta densidad energética, ya que se componen principalmente de grasa. No aportan gluten, por lo que son ideales para aquellos que no pueden ingerirlo.

¿Cómo se adecúan las harinas a los distintos tipos de alimentación?

"Dependiendo de los requerimientos de cada dieta y el perfil de salud de cada persona, se adecuará la recomendación en consumo. “Si se desea aumentar de peso, por ejemplo, es adecuado consumir cualquier tipo de harina: cereal, pseudocereal o fruto seco, pero recomiendo siempre elegir las integrales antes que las refinadas o blancas”, comentó la nutricionista Julieta Rochinas de Green Cook.

“Para quienes entrenan todos los días, también recomiendo las harinas integrales, pero prestando atención al momento en el que se ingieren. Al ser de digestión lenta, si se consumen muy cerca del entrenamiento, el estómago de la persona puede no haberlas digerido, afectando su rendimiento físico”, aconsejó la nutricionista, quien agregó, que esto se vuelve un “beneficio para aquellas personas que desean bajar de peso, ya que al digerirse más lentamente, hacen que sientan saciedad por más tiempo”.

Por su parte, la nutricionista Agustina Sempé, de Nutrición x Salud, sugirió que, para quienes buscan ganar peso, las harinas de frutos secos son una gran opción, mientras que, a quienes quieran regular los valores de azúcar en sangre o consumir más fibra, aconseja enfocarse en las harinas de pseudocereales.

Sempé aseguró que "éstas últimas son una buena alternativa para quienes buscan un mayor aporte de proteínas o para quienes llevan una dieta vegetariana. En casos de intolerancia al gluten o celíacos, lo ideal son de pseudocereales, de cereales sin gluten como arroz o maíz, y frutos secos".

Por lo tanto, ¿existen harinas “buenas” y “malas”?

“Ninguna harina es mejor o peor. Siempre va a depender del objetivo de la persona en cuanto a su alimentación, si tiene alguna enfermedad, entre otros. Por eso es recomendable siempre consultar a un profesional para armar una dieta adecuada” comenta Rochinas.

“Todas aquellas variedades que no son refinadas, son opciones saludables. Las de trigo integral también. El problema es que habitualmente en el mercado encontramos preparaciones con harina de trigo refinada y muchos agregados, lo que hace que sean productos ultraprocesados”, concluyó.

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