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Una muerte evitable que dejó al descubierto la violencia obstétrica

La muerte de Yamila durante un parto domiciliario dejó al descubierto situaciones de violencia que atraviesan las mujeres a la hora de parir. Cesáreas innecesarias, partos inducidos, episiotomías en los efectores de salud institucionalizados son determinantes a la hora de buscar otras opciones.

Andrea Ginestar
Andrea Ginestar jueves, 16 de marzo de 2023 · 07:16 hs
Una muerte evitable que dejó al descubierto la violencia obstétrica
Foto: GETTY IMAGES

Hace unos días se conoció la historia de Yamila, una mujer que murió durante un parto domiciliario y al leer el relato de Diego, su pareja, se hace imposible no imaginar el sufrimiento e incertidumbre de ese momento que pasó de ser un sueño a una pesadilla. La historia es desgarradora y deja en evidencia una serie de situaciones que atraviesan muchas mujeres y parejas a la hora de convertirse en madres y padres. Desde la violencia obstétrica naturalizada en muchas instituciones hasta nuevas alternativas que aparecen y no siempre son seguras para la mamá y el bebé.

Las mujeres cargamos con innumerables mandatos sociales sobre nuestras espaldas, el "deber ser" impuesto desde pequeñas se va abriendo camino y reforzando a medida que transcurren los años en muchos ámbitos. Los roles que cumplimos a lo largo de la vida están atravesados por diversos tipos de violencia que, en ocasiones, son muy difíciles de identificar y son naturalizadas por gran parte de la sociedad y por nosotras mismas. 

La maternidad -y los roles asumidos en torno a la misma- es uno de los grandes desafíos ya que la mirada de la sociedad en su conjunto, como así también, la de la propia familia y grupo de amigos, por momentos se tornan inquisidoras. Los prejuicios, mandatos y opiniones del entorno nos condicionan o interpelan con resultados más o menos favorables.

Una muerte evitable

La historia de Yamila se viralizó a pocos meses de su muerte ya que Diego decidió contar lo que había sucedido para alertar a otras familias y generar una toma de conciencia sobre diversas prácticas que se llevan a cabo en el sistema de salud que generan un efecto expulsivo dando paso a alternativas que no siempre son seguras para las mamás y bebés.  

Yamila tenía dos hijos nacidos por cesárea y había sido víctima de violencia obstétrica en ambas ocasiones, por esa razón tomó la decisión de consultar por la posibilidad de un parto domiciliario para el nacimiento de su tercera hija pero, lamentablemente, cayó en manos de "pseudo parteras" que no tuvieron en cuenta las complicaciones que una ecografía habría mostrado.

Cada palabra expresada por Diego genera una mezcla de bronca, impotencia y mucha empatía ya que la muerte de Yamila podría haberse evitado de haber existido una operación cesárea para resguardar su vida y la del bebé. El diagnóstico de la mujer era acretismo placentario y requería de procedimientos y condiciones que solamente una institución hospitalaria con personal calificado puede brindar. Esa misma institución hospitalaria de la que Yamila huía debido a las experiencias previas con las dos cesáreas de sus hijos mayores.

Sin ánimo de señalar las responsabilidades que terminaron con la vida de una mujer y mamá de tres hijos, son numerosas las aristas que atraviesan este caso que se repite o podrían repetirse en otros lugares del país. Si bien desde hace muchos años, las personas gestantes contamos con la posibilidad de no morir al parir, hoy los miedos cambiaron de eje y se dirigen hacia las experiencias en torno a la violencia obstétrica que se vivencia en algunas maternidades y hace que las parejas opten por otras opciones a la hora del nacimiento de los hijos e hijas.

Los ejemplos de sometimiento, vulneración de derechos, violencia verbal, física y psicológica a la hora de parir son numerosos y aún existen en el sistema de salud que debería efectivizar el derecho al parto y al nacimiento como un derecho humano y en las condiciones adecuadas. Sin embargo, en ocasiones, se torna expulsivo dando paso a la proliferación de "pseudo parteras" que ofrecen el servicio de acompañamiento pero no están calificadas para esa tarea.

Es necesario destacar que, a partir de la ley de parto respetado, las personas gestantes y sus familias tienen derecho a elegir libremente dónde, cómo y con quién parir. Esta ley sancionada en 2004 establece que todas las personas gestantes tienen derecho a una atención basada en la escucha, la confianza, la intimidad y el respeto por su identidad de género, sexualidad, corporalidad y cultura. Asimismo, esta herramienta protege los derechos de las personas gestantes y de las personas recién nacidas, reconociendo su protagonismo y el de sus vínculos afectivos en el proceso de parto y nacimiento; favoreciendo el fortalecimiento de los entornos protectores de las crianzas y promoviendo la corresponsabilidad en los cuidados.

A pesar de que esta ley vino a dar un marco legal de derechos para las personas gestantes y sus familias, aún muchas maternidades (menos que hace unos años atrás) tienen personal que continúa realizando prácticas violentas durante el trabajo de parto de muchas mujeres cuyas experiencias negativas las llevan a elegir otras opciones a la hora de dar a luz a sus bebés.

Las formas de la violencia

Los últimos años se ha observado un aumento en el número de cesáreas en todo el mundo. Si bien, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las cesáreas no superen el 15% de los partos y se practiquen sólo en casos necesarios según criterio médico, en América Latina la cifra ronda entre el 40 y el 50%, en España es el 26% y en Mendoza se acerca a un 50% si se toma en cuenta el sector privado de la salud mientras que en los efectores públicos es del 35% aproximadamente. 

Las cesáreas innecesarias, partos inducidos, episiotomías por rutina, partos instrumentales prescindibles, separación de la mamá y bebé al nacer, son algunas de las formas de violencia obstétrica que se observan en algunas maternidades a partir de los testimonios de muchas mujeres que fueron víctimas de alguna de estas prácticas. 

"Es angustiante ver que se naturaliza el maltrato. Y parto tras parto luché por mis derechos pero la realidad que en ese momento de vulnerabilidad suceden igual", dijo una mujer al ser consultada por su experiencia durante el parto. 

"Pude presenciar muchas veces el maltrato por parte de mis compañeras ya que soy personal de salud pero también vivirlo en primera persona cuando nació mi hijo. Comentarios despectivos, ninguneos en un momento donde los miedos están a flor de piel y la colocación de un goteo para inducir el parto fueron algunos de los ejemplos", expresó una joven enfermera que se desempeña en una institución de salud privada. 

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