Pobreza que se profundiza

No llegaba al alquiler, la desalojaron y armó una carpa en el patio de la casa de su hermana

El caso de Mercedes Peralta (44) es un ejemplo de las situaciones que viven miles de familias en Mendoza, cuyas condiciones de pobreza y falta de oportunidades se profundizaron como consecuencia de la grave crisis económica. Sus hijas sueñan con retomar los estudios. Aquí, su historia.

Zulema Usach
Zulema Usach miércoles, 7 de septiembre de 2022 · 07:05 hs
No llegaba al alquiler, la desalojaron y armó una carpa en el patio de la casa de su hermana
Mercedes vive en una carpa en el patio de la casa de su hermana. Foto: Gentileza

Cuando Mercedes Peralta (44) comparte su realidad, un dejo de esperanza se filtra en su relato. Expresa tristeza no poder responder como ella desearía a las necesidades urgentes de sus dos hijas adolescentes. Pero hace todo lo posible para dar el necesario "volantazo": sabe que, aunque hoy esté viviendo en una carpa que instaló en el patio de la casa de su hermana, esa situación no debe ni puede extenderse demasiado en el tiempo. Y lejos de quedarse en la queja, asegura no bajar los brazos hasta tener un trabajo algo más estable para volver a tener un techo y poco a poco, construir un nuevo horizonte.

La historia de esta mamá mendocina no es ajena al actual contexto de crisis, que en lugar de abrir puertas a nuevas oportunidades de empleo formal, expulsa a miles de familias al extremo de la marginalidad: cada vez hay más personas "pobres que se volvieron aún más pobres" en Mendoza. Justamente, el informe más reciente aportado por Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) da cuenta de la tendencia al crecimiento de la pobreza multidimensional y estructural que marca un profundo deterioro en la calidad de vida y las posibilidades de al menos seis de cada cuatro hogares en la provincia. 

La situación, alerta la UCA, no solo es alarmante porque cada vez hay más hogares con necesidades básicas (alimento, vivienda, vestimenta y transporte) insatisfechas, sino que los que se encontraban en situación de pobreza pasaron a vivir en condiciones más extremas: la pobreza entonces, se sigue replicando con más pobreza que se enquista, se repite entre generaciones y se agudiza al punto de vulnerar derechos básicos de una proporción cada vez mayor de la población. 

Es el caso de Mercedes. Hace dos meses, la propietaria de la vivienda que alquilaba por 9 mil pesos en el barrio Campo Pappa (ubicado hacia el oeste de Godoy Cruz), duplicó el monto que ella debía abonar para permanecer allí. "No me alcanzaba para pagar un alquiler a 18 mil pesos y por eso nos tuvimos que ir; no nos quedó opción", relata.

Mercedes no alcanzaba a pagar el alquiler, que en su caso, aumentó el doble.

Días de desconcierto en el descampado

Con las pocas pertenencias que tenía, algunos banquitos, una mesa de camping y un televisor viejo, la mujer se quedó junto a sus hijas de 18 y 20 años, en la calle. La expresión no es ilustrativa, Sucedió. Así y todo, Mercedes es de las personas que pese a cualquier dificultad buscan formas para afrontar los problemas. Agradece la unión que a lo largo de los años ha mantenido con sus hermanas, quienes se han unido para ayudarla desde lo que pueden.

Ellas también atraviesan situaciones complejas de pobreza y sin embargo, Mercedes sabe que al momento de necesitar una mano, su familia siempre está. Fue justamente una de ellas, Jaquelina, quien fue a buscarla para sacarla del baldío donde se había ido a instalar debajo de una carpa que había conseguido prestada.

Mercedes y sus hijas atraviesan por una situación de vulnerabilidad extrema. 

 

Jaquelina, que vive en el barrio Urundel, es quien la motivó para llevarla de manera momentánea a vivir con ella hasta que su situación cambie. Mercedes se mudó con la carpa a su patio y a medida que pueda rearmarse y encontrar un trabajo, su idea es empezar a construir una habitación de material para poder brindar un mejor pasar a sus dos hijas. quienes también se encuentran en la búsqueda de un empleo para ayudar a su mamá y retomar los estudios.

Pobreza que trunca sueños

De hecho, cuenta Mercedes, que su hija de veinte años (la más grande de las dos) estudió para ingresar a la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo y también sueña con ser abogada. "Ahora no ha podido volver a la facultad pero ella sabe que si se lo propone lo va a lograr. Su objetivo es ser médico forense y para eso sabe que debe esforzarse mucho", relata con orgullo Mercedes agrega que la más chica, que ya cumplió los 18 años, no ha podido volver a la escuela desde que se quedaron en la calle. La grave situación por la que atraviesan hizo que no pudiera regresar para cursar la última etapa del año lectivo. "Está por terminar la secundaria; mis hijas aman estudiar y por eso ahora están buscando un trabajo estable; para poder pagarse todo lo que necesitan", asegura Mercedes, quien hace tan solo tres días supo que será abuela: La adolescente cursa un embarazo de apenas semanas.

Trabajar para salir adelante

Lejos de esperar que las cosas "le lleguen de arriba", Mercedes asegura que siempre el trabajo para ella fue una prioridad. Limpia casas, cuida a personas mayores, sabe cocinar, amasar y de hecho, es una eximia pastelera. También ha trabajo en el área de seguridad y como bachera. "Hago de todo, yo siempre estoy dispuesta a aprender y trato de no quedarme quieta nunca", comparte. El problema, tal como le sucede a millones de argentinos, es que todos los trabajos que encuentra son inestables, con pagos bajos, en negro y con escasas posibilidades de lograr una mínima estabilidad económica, en un contexto inflacionario y con altas tasas de desempleo.

Mercedes Peralta acudió a la Municipalidad de Godoy Cruz esta mañana para pedir ayuda.

Cuenta la mendocina, que antes de que en el mundo se declarara una pandemia, ella estaba viviendo en la zona de Puente Alto, en Chile. Allí, pasaba sus días vendiendo en la puerta de un supermercado las confituras, postres, tortas y bizcochuelos que preparaba. Era su forma de subsistir y con ello alcanzaba a costear sus necesidades y las de su familia. Muy poco tiempo antes de que llegaran los peores momentos del confinamiento obligado, Mercedes viajó a la provincia para encontrarse con una de sus hijas. Y aquí se quedó, sin poder regresar al sitio donde había comenzado a proyectarse. No se queja. Sabe que la única forma de avanzar en el camino es mirar hacia adelante, con voluntad y optimismo. "La verdad es que me cambiaría mucho la vida poder tener un trabajo", destaca y comparte un número de teléfono para aquellas personas que deseen colaborar con su búsqueda (+54 9 2613 72-7525- Jaquelina, hermana)

 

 

 

 

 

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