Educación laboral

Mar de plástico: las cosas que crecen en los invernaderos del AMBA Sur

En un contexto de crisis económica y social como el que vivimos, la pregunta es si el sistema educativo está a la altura de formar trabajadores capaces de insertarse en el mercado laboral. En este caso, en el mundo de la producción hortícola.

Alejandro Perandones sábado, 14 de mayo de 2022 · 17:02 hs
Mar de plástico: las cosas que crecen en los invernaderos del AMBA Sur
Foto: INTA

A lo mejor ustedes también lo vieron. Algo se puede vislumbrar desde la Autopista Buenos Aires - La Plata, y mucho más desde el aire. A mí me tocó regresando de Bahía Blanca. El avión entró a Aeroparque desde el sur y pude observar sobre la superficie una increíble cantidad de invernaderos. Por entonces, solo había escuchado hablar de la buena calidad de los tomates de La Plata. Pude saber más tarde que la mayor parte de los productos hortícolas que consumimos en el Gran Buenos Aires se cultivan bajo ese mar de plástico comparable al que conocimos en la serie policial española.

Esos frutos no son los únicos que crecen por ahí. En una charla con Alejandro Anchava, ex Coordinador Nacional de Educación Técnica en el INET que ahora se desempeña como Jefe de Área en un Centro de Educación Agraria de Berazategui, descubrimos qué rol tiene la educación en ese entramado productivo que nuclea universidades, municipios, escuelas, empresas, sindicatos, cooperativas y emprendedores de la economía familiar. Probablemente, un modelo que señala una vía de salida para la dura crisis económica y social que atravesamos.

“Berazategui, Florencio Varela, Ensenada y La Plata forman el cordón hortícola más grande del AMBA Sur. El 80% de la producción de esta zona va al Mercado Central y abastece a la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Gran parte de la producción se hace bajo cubierta, en invernadero. Nuestro rol es trabajar con los productores, acompañándolos en lo que llamamos la transición agroecológica articulando con distintos organismos como el INTA, la Universidad Nacional Jauretche, la Universidad Nacional de La Plata, el Instituto Nacional de la Semilla. Hay muchos temas para trabajar: pesticidas que la gente no conoce, cómo optimizar el sistema de riego; todas cuestiones prácticas que el productor de la economía familiar tiene que ir incorporando”, explica Anchava, situándonos.

- La coyuntura del país nos lleva, desde múltiples estímulos, a preguntarnos si nuestro sistema educativo desarrolla las habilidades requeridas por el mundo del empleo y los emprendimientos; si es posible soñar con la inclusión laboral de la inédita cantidad de compatriotas que hoy no solo están desocupados, sino que no parecen contar con los atributos para insertarse en la producción y los servicios. ¿Cómo lo evaluás? 

- Desde el punto de vista legal y normativo, están dadas las condiciones y tenemos todo el marco para hacer posible la vinculación entre el sistema educativo formal y la gente que necesita volver al mundo del trabajo. ¿Dónde estamos fallando o tenemos que mejorar? En la gestión.

- ¿A qué te referís, puntualmente, con “gestión”?

- Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires tenemos muchos centros de formación profesional, muchos centros de educación agraria, tenemos escuelas técnicas, tenemos las instituciones. Pero básicamente, para el público que recibe planes sociales, tenemos que tender ese puente para capacitarlos. Aunque sea para que se conviertan en pequeños emprendedores, que puedan encarar alguna producción. En nuestro caso, una producción hortícola. En ese sentido sí, hay mucho para mejorar el vínculo entre las organizaciones y la gestión educativa.

- ¿Cómo empezarías?

- Mejorar las Mesas Regionales de Educación y Trabajo que funcionan en cada distrito bonaerense. Se sientan los sectores educativos, los organismos de producción, las entidades gremiales. Ahí es donde se tiene que generar ese puente. Ese es el espacio donde nos tenemos que conocer. ¿Se hacen reuniones? Sí ¿Se está haciendo ese trabajo? Sí, pero hay que hacer mucho más.

- Las mesas a las que hacés referencia ¿están vinculadas con el Consejo Provincial de la Educación y el Trabajo (CoPRET) que depende del Ministerio de Educación provincial?

- Esas mesas están vinculadas con el CoPRET y con el Ministerio de Trabajo de la Provincia. Quienes las lideran, en muchos lugares, son los municipios, que tienen un rol fundamental en todo esto.

- ¿Entre todos estos actores, existe la decisión de trabajar en la misma dirección?

- Todavía hay que trabajar sobre esa decisión. Hay que trabajar para establecer una agenda concreta, una que permita juntarse periódicamente, poner el foco en cada una de las temáticas y cerrarlas. Hasta ahora, muchas problemáticas se sobrevuelan pero al finalizar las reuniones los temas siguen pendientes. Todos deberían salir de esos encuentros con algo bajo el brazo. Algo que demuestre que han sido productivos, que todos están dentro de ese espacio, que todos tienen algo que aportar. Hay que retomar, los encuentros fueron muy difíciles en el marco de la pandemia.

- Se escucha, al menos desde varios rubros empresarios, que el déficit de empleabilidad no radica tanto en la formación específica sino en pautas generales de comportamiento. Algo que podríamos sintetizar en la falta de cultura del trabajo.

-En la educación técnico-profesional (ETP) tenemos algo para abordar esa dificultad: la práctica profesionalizante dentro del área ocupacional para la que se están formando. Para hacer esas prácticas se requiere que los alumnos vayan a una empresa, una pyme. Necesitamos que los empresarios abran las puertas para que los estudiantes cumplan, mínimamente, con esas 200 horas.

En ellas se desarrollan, construyen esas habilidades, los conocimientos que requieren las empresas. En la práctica, solo un porcentaje muy bajo de los chicos cumple esa etapa fuera de la escuela. Necesitamos que los estudiantes vean otro mundo, historias diferentes de las que encuentran en la escuela, que se muevan donde realmente se produce. Ahí es donde tenemos que trabajar y mucho. Los equipos directivos de las escuelas dicen “las empresas no quieren, tienen miedo porque son muy jóvenes”. Ahí es donde tenemos que poner mucha gestión, explicar de qué se trata.

Necesitamos que los estudiantes vean otro mundo, que se muevan dónde realmente se produce

También en chicos del secundario común, aunque no sean profesionalizantes, las prácticas laborales están en la misma lógica. Hay que seguir tejiendo. Es ganar-ganar: le sirve a la escuela, le sirve al alumno y le sirve al sector empresarial. El mejor ejemplo de este eje vertebrador es la ETP, con excelentes experiencias .

- ¿Hay prejuicios ideológicos con el mundo de la empresa que dificultan el vínculo?

- Puede darse en algunos casos, sí, pero charlando se salvan esas distancias. Lo veo en la realidad, acá en Berazategui se hacen muchísimo. Hay que explicar qué es lo que va a hacer el estudiante, cómo está planificado el tramo. Cuando queda todo bien explicitado se esfuma cualquier prejuicio.

- ¿La escuela está fallando en algo a la hora de desarrollar esas habilidades requeridas que van más allá de lo técnico, como las pautas de comportamiento?

- El sistema educativo desde ya es muy conservador. Por lo tanto cuesta instalar nuevas prácticas de enseñanza que estén vinculadas fuertemente al mundo del trabajo. Los fines del nivel medio -para  todo el secundario, no solo para el técnico- según la ley nacional son tres: formar un ciudadano crítico, formar para la inserción laboral y formar para la educación superior. Está claro el norte. Ahora ¿qué hacemos para lograrlo? Ahí nace todo un trabajo hacia adentro del sistema educativo.

- Hace poco visité La Juanita, la cooperativa de Toty Flores en Laferrere, La Matanza. Quedé impresionado no solo por la cantidad de cursos, todos con fuerte impronta hacia el trabajo, sino por el número de inscriptos, más de 1700 personas, y hablamos de un barrio. ¿Confías en los cursos que surgen por fuera del sistema?

- Sí, creo que dan muchas respuestas. El sistema educativo denomina a ese tipo de curso por la negativa, lo llama “no formal”. Creo que hoy en día este tipo de oferta es parte del sistema, son formales de alguna manera. ¿Qué es lo formal, estar dentro de un aula con sillas apuntando a un pizarrón y con un profesor delante? Estas experiencias son fantásticas. Probablemente, la gente que asiste a ellas fue expulsada del sistema educativo, no completó los niveles obligatorios. Estas instancias son otros formatos donde la gente puede formarse, puede desarrollarse profesionalmente. Estoy totalmente de acuerdo con ellos. Y además de formar, de capacitar, los atraen otra vez para que puedan terminar su escolaridad básica. Hay que articular este tipo de cursos con la terminalidad del nivel obligatorio.

Estadísticamente, solo llega al último año de la secundaria el 50% de quienes la empiezan. Los que la terminan son un porcentaje todavía menor. Entre los 18 y los 35 años hay mucha gente que no tiene su nivel obligatorio, por un lado, y por otro sus competencias profesionales, sus habilidades, fueron adquiridas en la vida, como pudieron. Por eso tenemos que trabajar para resolverlo.

La gente requiere educación, la necesita, y desde este tipo de cursos podemos ofrecerla y revincularlos. Son instancias que tienen otra metodología, otras dinámicas, que permiten llegar a personas diferentes. Por lo tanto necesitamos esos cursos, hay muchas experiencias. Es todo un desafío, hay mucho por mejorar.

- Cuando hablamos de economía social, ¿ves reales posibilidades de inserción en la economía formal, o dependen siempre de estructuras políticas que los tratan, en realidad, como una variante del asistencialismo?

- Desde la economía social se generan pequeños emprendimientos. Te doy un ejemplo, el de una familia que capacitamos e instalaron 100 gallinas en un predio que tenían. Les enseñamos cómo se cuidan, cómo se alimentan. Hoy tienen un pequeño movimiento económico dentro del sector en el que se están desarrollando. Están contentos y generan emprendimientos, generan innovaciones de las que salen cosas muy piolas. También les dimos elementos de marketing digital, para que empiecen a publicar sus cosas desde Facebook . Son cosas que pueden parecer poco relevantes pero vas viendo cómo les sirven.

- ¿Desde qué lugar los acompañan?

-Desde el Centro de Educación Agraria. Nuestro rol es acompañar al productor agropecuario cuando enfrenta sus problemas estructurales. Compartimos con ellos desde el tipo de alimentos, qué sí, qué no, cómo debe ser el sistema de agua para los animales, qué elementos tienen que tener, hasta cómo es la presentación de un producto, cómo tienen que comercializarlo, cómo calcular los costos, las horas-hombre de trabajo, estimar los insumos.

- ¿Cómo es el enlace entre ese establecimiento de “la educación formal” con estos emprendedores sociales, con esa cooperativa que no es el perfil de alumno que podría esperarse?

- En la zona donde nos movemos hay muchísimas cooperativas de trabajo, las conocemos, nos conocen. Nosotros hacemos publicaciones, a través de ellas se acercan, nos las acercan desde el municipio, desde las universidades. Ese es el boca a boca que nos vincula con la comunidad.

- ¿Hay algo coordinado para que ese buen encuentro se produzca o solo depende de la voluntad de todos los participantes?

- En esas mesas regionales de educación y trabajo de las que hablaba. Ahí nos conocemos, ahí aportamos desde todos los sectores. A partir de esas mesas se generan los vínculos.

- En todo este intercambio, pese al diagnóstico oscuro que yo traía, percibo en vos un sereno optimismo, como si creyeras que no hay personas definitivamente caídas del mundo del trabajo y el empleo.

- Totalmente, porque uno trabajó siempre, aún desde la gestión, en el territorio. Lo conozco y conozco la realidad de su gente. Desde mi lugar, trabajamos con cooperativas, las acompañamos, vemos su necesidades, formamos a sus integrantes, los capacitamos, les generamos emprendimientos. Obviamente, es una gota de agua en el mar, pero soy muy optimista. Ese es el motor para seguir generando cosas.

Los invernaderos se crearon para proteger a las plantas de la crudeza del clima, proporcionándoles condiciones favorables para su crecimiento. Toda una alegoría para estos emprendimientos. Es importante que esa cubierta se extienda para multiplicar las experiencias que van indicando un camino.

*Alejandro Perandones es periodista y analista de comunicación.

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