Promesas políticas incumplidas

Urundel, el barrio de las obras "de cristal" que se ven pero no están

Cien familias esperan aún la concreción efectiva de las obras que prometían hacer llegar el agua, el gas natural y las cloacas a la zona. Sin embargo, pese a que las calles están asfaltadas y las redes fueron instaladas, los servicios no pueden ser usados. "Hay que esperar las elecciones", dicen.

Zulema Usach
Zulema Usach miércoles, 11 de mayo de 2022 · 07:03 hs
Urundel, el barrio de las obras "de cristal" que se ven pero no están
En el barrio Urindel las obras fueron realizadas pero los vecinos no cuentan con los servicios Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Cuando Verónica Cherlo fue abandonada por su mamá y echada por sus parientes de la casa donde vivía, supo lo que significaba empezar de cero con toda la profundidad que guarda la expresión. Tenía diez años. El lugar donde su papá quería empezar a construir una vivienda para sus hijos era un pedazo de tierra en medio del cerro. "Las primeras casitas fueron levantadas con nylon y palos; no teníamos ni agua, ni luz ni gas. Mi papá era verdulero y no le alcanzaba para pagar un alquiler", rememora la mujer.

Sentada en la mesa de su hogar, en el mismo sitio en el que creció, la mujer parece ver pasar en cámara rápida los últimos 34 años desde aquél entonces. "Mi padre fue uno de los hombres que con su propias manos y a fuerza de pico y pala abrió las calles del barrio", rememora la mujer que ya de grande, pudo construir una vivienda de material. "Con trabajo; siempre con mucho trabajo y esfuerzo hemos logrado todo lo que tenemos", reflexiona al describir el sentir de buena parte de las familias que desde hace más de tres décadas viven en el barrio Urundel, de Godoy Cruz.

Las calles en el barrio fueron adoquinadas, aunque en realidad las familias no lograron cambios sustanciales en lo cotidiano

Es media mañana. Cuenta Verónica que en su barriada, en la actualidad viven casi cien familias, cuyas historias están atravesadas por la pobreza. Sin embargo, asegura que su realidad es muy distinta a la de aquellas que en manos del abandono extremo y la profundización de la indigencia, han tenido que asentarse en las zonas más altas del cerro. "Son cada vez más las personas que han venido a instalarse y viven en carpas hechas con nylon, palos y cartones", advierten los mismos vecinos señalando hacia un empinado pasillo de tierra que llega hasta lo alto del cerro.

Un recorrido por el interior del Urundel da cuenta de que a lo largo de los años el lugar cambió en cuanto a su "fisonomía" general, luego de diferentes intervenciones de urbanización donde, desde su mirada cotidiana, la elección de las políticas llegadas desde la Nación, la Provincia y el Municipio de Godoy Cruz, estuvieron siempre focalizadas a "mostrar que se habían hecho mejoras, cuando en el fondo nada de eso ha sido efectivo en su totalidad".

Las obras de pavimentación y adoquinado de las calles, con marcadas subidas, bajadas y curvas, son un ejemplo de esa situación, al igual que las conexiones de agua, cloacas y gas que con el pasar del tiempo se transformaron en promesas cumplidas, al menos desde la pantalla política. El agua, escasa en miles de hogares excluidos del servicio de red en la provincia, llega al barrio. Pero en teoría; es decir, están las conexiones que llegan desde el barrio La Estanzuela y cruzan el Urundel. Así y todo no sale por los surtidores. "Con las cloacas pasa lo mismo; la gente de más abajo termina tapada de líquidos porque el sistema está mal trazado y mal hecho", destaca Verónica junto a Elizabeth Ilarrazabal (34), otra de las mujeres que nació y se crió en el barrio y que desde hace tiempo ha querido visibilizar que "muchas de las cosas que se dicen y se prometen no se terminan cumpliendo en la realidad".

El gas natural y la plaza, los "sueños" inalcanzables

El gas natural, una de las promesas que incluyó el plan de mejoras integrales en el lugar iniciado en 2017 (en el marco del ambicioso Programa Nacional Hábitat lanzado a nivel Nacional durante el gobierno del ex presidente Mauricio Macri) nunca llegó a la barriada. De hecho, para poder calefaccionarse o cocinar, allí dependen de la garrafa social que el Municipio hace llegar a la zona del oeste en camiones y la vende a 350 pesos. "El gran problema es que hay muchas familias que no la pueden comprar", destaca Verónica.

El entorno mejoró visualmente, pero las necesidades perduran

Elizabeth destaca además, que dentro del proyecto que fue presentado como una mejora sustancial en la calidad de los servicios que llegaban al barrio, estaba previsto que las familias contaran con una plaza y un espacio para hacer deportes. Pero eso, nunca pasó. Más bien, en una de las esquinas es posible encontrar el sitio donde funcionaría finalmente la plaza: un pequeño rectángulo abandonado hecho de cemento. La realidad es que allí y en todos los asentamientos aledaños, gran parte de la población está compuesta por niños y niñas.

"Aunque las obras parezcan estar, la realidad es que a pesar de todos los pedidos y reclamos nosotros seguimos sin tener gas, ni agua, ni cloacas. Desde antes de 2020 que estamos buscando forma de que las autoridades y las empresas nos escuchen, pero todo ha sido inútil. Todo quedó en el discurso", recalca Elizabeth. 

Ya casi es mediodía. En las afueras de las casas, la mayoría construida ya con material, hay poco movimiento. Las calles, cuyos nombres fueron elegidos por los propios vecinos que buscaron dar identidad con el esfuerzo de los cosechadores, llevan el cartel de varietales, como Malbec, o sitios cargados de belleza, como Lago Hermoso. Casi todos los niños están en la escuela. "Siempre se piensa que acá la gente no trabaja o que hay inseguridad. Pero la realidad es que son todas familias que salen a trabajar, a ganarse el día a día para sostener a sus hijos y darles un techo digno", aclara Verónica con la clara idea de derribar los estigmas que históricamente han pesado sobre las personas que se ven acorraladas por un círculo de pobreza que se repite de generación en generación.

En el pozo

A pocos pasos de la casa de Verónica, bajando por la el cerro hacia las orillas del zanjón El Jarillal, al menos diez familias viven desde hace décadas en un pozo que en sus orígenes fue construido para contener la bajada de agua en el caso de que se produzca un aluvión. Las casas persisten a pesar de los intentos de distintos gobiernos por lograr trasladar a quienes viven en ellas.

Las casas que están ubicadas en un pozo se inundan cada vez que llueve

"Nunca se pudo avanzar en esos proyectos, porque una de las ideas era construir un barrio donde había un basural, más hacia el oeste. Pero se dieron cuenta de que era imposible construir cualquier cosa en esa zona", explica Elizabeth mientras aplaude para llamar la atención de las personas que allí viven, mientras un grupo de perros ladra. En los alrededores, varios montículos de desechos son desparramados por el viento. Nadie sale a atender. "Lo que pasa es que están todos haciendo alguna changuita para ganarse la vida. Por las mañanas no están por lo general", aclara la mujer en la puerta de una casa hecha con ladrillo. 

 

"Cada vez que llueve lo que le pasa a estas familias es que todo se les inunda porque crece el agua que circula por el zanjón pero también arrasa con fuerza desde el cerro", destaca la mujer y aclara que en realidad, en este lugar el agua llega a "cuentagotas" a través de una manguera. La situación es visible porque en las orillas de las calles del Urundel están las conexiones precarias que quedaron a modo de "remiendo" de todo aquello que quedó plasmado en promesas políticas pero que no se llevó a la práctica de manera efectiva. "Lo que me recomiendan desde diferentes áreas es que espere a las elecciones", dice la mujer y aclara que las problemáticas de las familias que atraviesan por situaciones de pobreza extrema requieren de abordajes profundos e integrales, de inversiones y cambios que se sostengan en el tiempo.

Contrario a ello, la pobreza sigue plasmando su cara más cruda en los sectores más altos de la colina, donde las familias para el resto de la sociedad son "invisibles". "Cada vez son más; notamos que después de la pandemia la gente que se quedó en la calle no ha tenido más opción que irse allá en lo alto de la colina. Allí sí que nada llega", advierte Elizabeth. 

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