Compromiso Social

Es brasileño, hace café de especialidad y abrió un bar en la Villa 31

Diogo Bianchi es brasileño y experto en café. La decisión de ayudar a quienes tienen menos oportunidades lo motivó a abrir un café de especialidad en el Barrio 31.

Candelaria Reinoso domingo, 13 de febrero de 2022 · 19:29 hs
Es brasileño, hace café de especialidad y abrió un bar en la Villa 31
Foto: @diogo.bianchi

Diogo Bianchi, certificado como experto en café de especialidad, nació en Brasil y vive hace 8 años en Argentina. Tiene 41 años, es dueño de dos cafeterías, trabaja para la cadena de hoteles Four Seasons y dicta clases de barismo en el Instituto Gato Dumas. Sin embargo, tiene un gran interés que va más allá de lo gastronómico y lo motivó para instalar un café de especialidad en la Villa 31, Café by Diogo Bianchi.

“Siempre me interesó la social, pero sentía que no lograba el suficiente impacto”, cuenta Bianchi, que se presenta como coffee master. En el año 2014 viajó por trabajo a la Argentina y finalmente se instaló en este país. Durante la pandemia le surgió la oportunidad de trabajar con la fundación Casa de Galilea, en la Villa la Cava. “Se trata de un Centro de Desarrollo Humano y Estimulación temprana que trabaja con madres jóvenes y sus hijos. La idea era hacer un taller de barismo para dar ocupación a las personas que frecuentaban la fundación”, señala Bianchi.

Diogo Bianchi es dueño de la marca Arabicca Coffee Roastes.

En La Cava comenzaron con la formación hace dos años y ya han formado a más de 60 chicas en dos años. Comenta que las mujeres son las que más se anotan. “Los chicos de barrios vulnerables todavía están enfocados en el futbol y la música”, dice el especialista en cafés.

A través de este proyecto, Bianchi se acercó al Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad, ubicado en el Barrio Padre Mugica más conocido como Villa 31. “Les ofrecí hacer el mismo modelo de taller dentro de la villa y cuando me aprobaron la idea comencé con el primer curso formado por 9 alumnas y un alumno”, menciona el brasilero.

Cuenta que todo marchaba bien con los dos talleres fijos en ambos barrios. Pero después de dos años se dio cuenta de que había un problema: insertar a esos alumnos en el mercado laboral. Eso lo motivó a abrir su propio bar, Café by Diogo Bianchi, instalado en Carlos H. Perette 586, dentro de la Villa 31. “Hay mucha falta de oportunidad laboral, pero también exste otro tipo de resistencia. Por un lado, el empresario no tiene confianza para contratar empleados que provengan de barrios vulnerables. Pero a su vez, los chicos tienen este auto prejuicio y falta de disciplina laboral de ir a enfrentar una oportunidad fuera del barrio”, explica Bianchi.

El equipo que trabaja junto con Diogo Bianchi.en el café de especialidad.

La mejor manera que encontró para dar seguimiento a los egresados fue abrir un local en un barrio vulnerable para que ellos practicaran y siguieran aprendiendo. “En la 31 tenemos dos chicas que preparan el café, Ysabel y Luz, ambas egresadas del taller. Hace poco Ysabel tuvo una entrevista para el cargo de barista con un cliente mío al que le vendo café y maquinas, dueño de una cafetería en Palermo. Ella llega primero por recomendación y segundo con tres meses de experiencia. Esta es la manera de generarle confianza y empoderamiento para enfrentar una oportunidad laboral sin tener que mentir la dirección de su casa”, explica Diogo. 

La cafetería dentro del barrio la dirigen Bianchi y su pareja Daniela Vallenilla. Ella se ocupa de la parte administrativa y de la atención al cliente, mientras que el barista se encarga de la motivación y la parte técnica. “La verdad que todo va excelente. Intervenimos el local, lo pintamos, cambiamos la estructura y llevamos equipamiento de alta gama. En cuanto al producto de especialidad, es el mismo que hay en Palermo”, asegura Bianchi.

Ysabel trabajando en la cafetería.

Una de las egresadas del taller de La Cava incluso trabaja ahora en un café de Palermo. De esta manera logran tener dentro del equipo de trabajo empleados de barrios vulnerables. “A su vez, en el café de la 31 tenemos a un egresado del Instituto Gato Dumas”, cuenta el especialista y agrega: “Esta bueno mezclar culturas, de esa forma alguien con una conciencia socioeconómica diferente al resto de los empleados aporta una visión de vida distinta a lo que los demás experimentaron”.

Las únicas diferencias con Palermo, por ejemplo, es la forma en que venden el producto. “Parte del proyecto es empatizar con el cliente y romper el hielo del servicio pasivo. Por ejemplo, llega un cliente del barrio y las chicas le preguntan cómo le gusta el café. Si responde que le gusta mitad café mitad leche, ellas le responden que eso sería un Flatt Withe y le comunican el precio”, describe Bianchi. “Esa interacción le sirve al cliente que se familiariza con la cultura del café y a la barista que practica esa caridad en la atención al cliente”, remarca el brasilero.

Un esspreso en Café by Diogo Bianchi sale $160.

Otra diferencia es que son un 20% más baratos que Palermo. El café más económico es el espresso a $160, mientras que en Palermo en promedio el precio más bajo es de $190 y $220 pesos. "Sorprendentemente, en la villa la gente no cuestiona los precios. Entrenan, piden lo que quieren y pagan lo que les alcanza. Consumen igual”, señala el barista.

También menciona que el café es el producto más democrático del mundo, todas las clases sociales lo consumen. Señala que su punto fuerte es la educación y que esto lo diferencia de otros profesionales. “Yo sentía que podía hacer cambios determinantes a través de la educación. No poder presumir un progreso en la sociedad si el individuo no progresa antes. Mi aporte a la comunidad es hacer que el individuo, por más que sea uno solo, pueda progresar y ese progreso influya en el general”, cuenta Bianchi desde su visión personal.

La mayoría de los clientes son vecinos del barrio y el café más solicitado es el Latte.

Diogo nació en una familia militar, con su padre dentro de la Fuerza brasileña. “Estudié en un colegio militar y fui miembro de la policía entre 1999 y 2005. Es como que de alguna manera observé la problemática desde el otro lado y me parece que la mejor manera es educar para no castigar”, reflexiona Bianchi.

Con su pareja, ya abrieron dos locales nuevos este año, donde el 50% del equipo de trabajo viene de los proyectos sociales. Su objetivo principal es armar un tostadero dentro de un barrio vulnerable. De esta manera, toda la cadena de valor del café, de la semilla a la taza, estaría hecha por trabajadores de esos barrios.

“Queremos que todos los recursos sirvan como plataforma de desarrollo personal y así los jóvenes puedan salir del barrio”, asegura el coffee master. Reconoce que no necesariamente todos los alumnos terminarán con una carrera de barista. “Si Luz, una de las empleadas, a través de este trabajo puede seguir estudiando antropología y recibirse, significa que cumplimos con nuestra misión”, sonríe Bianchi.

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