Opinión

El DNI, la "x" y la violencia de los más buenos y solidarios: ¡qué gran contradicción!

Ayer hubo una conquista importante para una minoría, y muchos que se pregonan caritativos, fraternos y sensibles destilaron odio visceral e insultos hirientes. ¿Por qué a algunos les molesta tanto que a otro se le reconozcan derechos?

Federico Croce
Federico Croce jueves, 22 de julio de 2021 · 12:18 hs
El DNI, la "x" y la violencia de los más buenos y solidarios: ¡qué gran contradicción!
El presidente Alberto Fernández junto a Gero Caro y la abogada Eleonora Lamm.

Desde que se sancionó la Ley de Identidad de Género en el año 2012, números más, números menos; alrededor de 500 mendocinos hicieron cambios en sus documentos de identidad y modificaron sus datos de género. ¿Por qué? Pues sencillamente y aunque algunos no puedan entenderlo, hay gente que no se siente totalmente hombre o totalmente mujer, más allá del órgano que le tocó al nacer. Son personas con identidad autopercibida diferente al sexo biológico.

Esto ES ASÍ. Lo escribo con letras mayúsculas porque no es algo sujeto a discusión. A estas personas, conciudadanos, no "les parece" que se perciben así, no tienen que discutirlo o corregirlo, y no se puede "charlar el tema": no es como cambiar de carrera, o cambiar de estilo de peinado o vestimenta. Ni siquiera es como cambiar de estado civil, porque eso se puede. Y justamente por eso reflejar en sus documentos la verdad de lo que son es un gran avance en el reconocimiento de los derechos que no tenían. 

Ayer, miércoles 21 de julio de 2021, el presidente Alberto Fernández entregó los primeros tres documentos de identidad a personas que se consideran no binarias, es decir que no se identifican con el género masculino o femenino. Mendoza tuvo una presencia importante, pues el médico Caro Gero viajó a recibir su nuevo DNI y fue uno de los que celebró esta posibilidad que le permite mostrarse tal cual es. 

Así se presenta Gero Caro en Instagram.

Por supuesto, la noticia estalló en las redes sociales, pues prácticamente todos los medios de comunicación la reflejaron. Y vi con estupor -si, todavía me sorprende- el nivel de agresividad, de violencia de los comentarios. Algunos, específicamente escritos con la intención de herir.

Decidí ponerme a mirar perfiles de esas personas en las redes, para ver por qué los enoja tanto el tema. La contradicción me apabulló: muchos tenían sus espacios de Facebook, Instagram o Twitter colmados de posteos que tienen que ver con la solidaridad, con el amor, con la ayuda al prójimo, con oraciones y rezos -de diferentes credos- y proclamándose practicantes de alguna religión. También con publicaciones con consejos de autoayuda y de espiritualidad y plegándose a campañas para juntar dinero, mercadería, etc. ¿Por qué si pregonás el amor al prójimo, el "poner la otra mejilla", la caridad y la ayuda; destilás tanto veneno y llegás a pedir violaciones, muerte a golpes u otracismo hacia otro ser humano que solo quiere que lo reconozcan como es? ¿Por qué tanta intolerancia?

Santi Maratea, influencer famoso que organiza impresionantes campañas solidarias en las redes para solucionar causas diversas, fue aplaudido por juntar dinero para conseguir el medicamento más caro del mundo para una nena, o para ayudar a un grupo de atletas argentinos a que lleguen al Sudamericano de Ecuador; pero él mismo denunció violencia y amenazas cuando decidió recaudar fondos para lograr la compra de una casa para crear una Institución que ayude a niños y teens trans que se encuentran desamparados. Por suerte, lo logró igual.  

¡Que cantidad de gente elige en este caso la violencia! Esto tiene que ver con la ignorancia, que se puede salvar, pero también con la falta de empatía, una virtud que cada uno debe trabajar. "¿En que me puede afectar a mí que una persona pueda identificarse legalmente como se autopersive? ¿Quien soy yo para decidir sobre el otro, otra u otre?", se preguntaba un amigo, y yo también.

Otras personas dicen, como la esposa del Reverendo Alegría en Los Simpson, "¡Qué alguien piense en los niños!" cuando ve que hay personas no binarias, trans o gays en los medios. Y no se dan cuenta de que justamente pensando en los niños es que se amplían derechos, se educa y se entregan herramientas para vivir en una sociedad civil que se base en el respeto y el reconocimiento mutuo.

En fin... hay una noticia que para algunos es mala, pero para otros muy buena: ya la comunidad LGBTIQ+ no está más en las sombras ni oculta. Ya no se siente víctima ni tiene miedo. Ya no esconde la cabeza. Ahora la actitud es contestataria, es cada vez más visibilizadora y más fuerte. En España el lema frente a los ataques homófobos es "Que vayan pasando". El silencio y el oscurantismo son cosas del pasado y ya no volverán.

Las sociedades evolucionan, y las personas también. Y frente a eso, el respeto es la palabra y la actitud clave. Podés no coincidir, te puede no gustar, pero vas a tener que respetar, y sobre todo si se trata de leyes o decretos. Nadie te obligará a vos a cambiar tu DNI, si no querés. Así como el progreso tecnológico es imparable, el respeto y el reconocimiento de las evoluciones personales en las sociedades diversas, también.   

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