Los separan casi 12 mil Km

Pese a la distancia, así viven una entrañable amistad una keniata y un argentino

Lilian pertenece a una tribu de Kenia y Facundo es mendocino. Ambos tienen diferentes culturas y viven a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo, ellos supieron conservar una gran amistad que superó todos los obstáculos.

Felicitas Oyhenart
Felicitas Oyhenart martes, 20 de julio de 2021 · 18:49 hs
Pese a la distancia, así viven una entrañable amistad una keniata y un argentino
Facundo y Lilian se conocieron en Kenia en el 2013. Foto: Foto de Lilian: Paola Abel

Facundo es argentino, Lilian es keniata. Son 11.556 kilómetros los que los separan, sin embargo ellos supieron conservar una amistad que no sabe de distancias, ni de diferencias culturales.

Fue en un extenso viaje por diversos países que Facundo García, periodista, conoció a Lilian Naserian Martine y su tribu. En el año 2013 recorrió África y encontró en el medio de la sabana seres humanos muy distintos a él, en su forma de vestir, su lenguaje, sus costumbres. Sin embargo, hubo algo que los unió desde el primer momento.

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Facundo en la tribu aprendió las tareas cotidianas de Lilian y su familia.

“Cuando conocí a Lilian, ella estaba haciendo un gran laburo con las mujeres de su tribu. Desde el principio fue un vínculo muy especial porque me pareció un ser humano absolutamente diferente a mi y absolutamente inteligente”, comparte Facundo. Y agrega: “Me llamó mucho la atención que habiéndose formado a seis horas del asfalto, a seis horas del agua potable, porque ella vivía en una aldea a seis horas campo adentro, ella había logrado pensar, leer e intentar cambiar su mundo”.

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Lilian desde hace años trabaja por defensa de los derechos de las mujeres en su tribu.

Entre leones, cebras y elefantes

Su amistad se forjó en el medio de la sabana africana entre elefantes, cebras y leones, en la aldea Ositeti. Facundo vivió durante varias semanas en una choza de la tribu de Lilian, su curiosidad e interés lo llevó a querer colaborar con las tareas de la casa, como el cuidado del ganado, o el ir a buscar agua y leña, aprendió con los más pequeños de la comunidad algunas palabras maasai (idioma del pueblo Maasai, Kenia) y le enseñaron a bailar como un morán.

Por supuesto que él también les contó cómo era la vida en Argentina, las costumbres y tradiciones. Tal es así, que Facundo se encargó de organizar una fiesta de cumpleaños para la madre de Lilian. “Nos fascinó a todos cuando organizó una fiesta para mi madre, de hecho esa fue la primera fiesta de cumpleaños que tuvo ella”, recuerda Lilian desde Kenia.

Las diferentes culturas se cruzaban y lograban encantar a ambos. Todos “pegaron onda” desde lo más humano. “Incluso con aquellos con los que no podía compartir un lenguaje, porque no hablaban inglés -sin embargo bastaron- las miradas, el baile, la comida compartida para relacionarse”, cuenta Facundo.

Tras compartir unos inolvidables días llegó el momento de partir y seguir el rumbo, con la felicidad de haberse descubierto, con la tristeza de no volverse a ver probablemente. Sin embargo, la ilusión estaba presente: “Mientras se preparaban para partir, Facu me dijo que un día me invitaría a su país, parecía un gran sueño que quizás nunca se haría realidad”, comparte Lilian.

Facundo se despidió y mientras dejaba atrás la aldea, atravesando el extenso camino de tierra, miró hacia atrás por el vidrio del vehículo en el que se trasladaba y la vio a Lilian junto a su familia que lo saludaba. “En ese momento pensé que nunca más volvería a verlos, me dolía esa distancia que hay entre los seres humanos que no viven en los países con más capacidades económicas; ellos muy difícilmente podían viajar a mi país y yo muy difícilmente podía volver a Kenia”.

Pero esta amistad, que había surgido en el medio de la sabana africana y que aún tenía raíces sólidas sin importar que el suelo de cada uno de ellos no fuese el mismo, siguió creciendo y dando frutos. 

Un reencuentro con sede argenta

Los amigos nunca perdieron el contacto. Las ganas de un reencuentro eran cada vez más grandes y esta vez la sede debía ser argenta. Fue así que luego de cinco años, el sueño se hizo realidad y Lilian voló hacia Argentina.

Facundo junto a su colega y pareja Agustina Fiadino, con quien vive en Mendoza, presentaron un proyecto en la Universidad Nacional de Cuyo y Lilian pudo viajar a esta provincia para dar clases durante un mes y compartir con el resto de los docentes y alumnos cómo es la vida en su tribu.

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Lilian participó en charlas y dictó clases en la UNCuyo. Foto: cortesía Paola Romina Abel.

Algo que sorprendió a Lilian en su paso por Argentina es que las mujeres tenían trabajo de oficina, esto contrastaba con lo que ella conocía, ya que en su tribu las mujeres realizan solo tareas domésticas. Era precisamente eso lo que Lilian buscaba cambiar en su comunidad a través de su lucha y su trabajo.

Por supuesto que también hubo tiempo para asados, paseos a la montaña, bailes y cantos. “Así como ella me mostró su comunidad en Kenia, yo le pude mostrar mi comunidad, la de los mendocinos”.

“Facu y su esposa Agu me acogieron durante un mes. Fue muy divertido estar con ellos, los bailes, las historias y la comida, un mes fue como una semana para mí”, recuerda Lilian.

El viaje de Lilian a Argentina fue una experiencia muy enriquecedora para la pareja de argentinos que recibieron a su amiga keniata en su hogar y para los familiares también. Tan maravilloso fue lo compartido que hoy Lilian los llama: “Mi familia argentina”. A tal punto que para los padres de Agustina, Lilian es una hija más. “Ellos me trataban como a su hija favorita, siempre me enorgulleció decir que soy Lilian Fiadino”.

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El reencuentro fue en Mendoza, 5 años después de haberse conocido.

Finalmente llegó el momento de la despedida, nuevamente. Sin embargo, esta vez era diferente: ambos comprendieron que la distancia era solo eso, distancia.

“Esta vez no me deprimí, sabía que seguiríamos unidos. Somos muy muy unidos, la quiero muchísimo y es como una hermana que tengo en la otra punta del mundo”, expresa Facundo y añade: “Creo que lo que nos hace tan amigos es ser tan completamente distintos, pertenecer a culturas muy diferentes y sin embargo, sentir que tenemos una afinidad desde lo humano que va por encima de todo eso”.

 

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