Historias de la crisis

El caso del empresario que, cansado del país, cierra su pyme y se la lleva a Italia

Diseña y fabrica juegos temáticos para el mercado interno y externo. Los altos costos, las trabas para importar o para exportar, la falta de insumos, la restricción de divisas y la imprevisibilidad lo llevaron a tomar la decisión. Tomó un crédito a 10 años para montar su nueva empresa en Europa.

Horacio Alonso
Horacio Alonso viernes, 16 de julio de 2021 · 08:20 hs
El caso del empresario que, cansado del país, cierra su pyme y se la lleva a Italia

Se repiten las historias de frustraciones y sueños rotos. La Argentina es un mosaico de problemas que desalienta a quienes quieren invertir y crecer. Cansados, muchos buscan la solución fronteras afuera

Es el caso de Juan Pablo Fulco, un empresario de 40 años que decidió cerrar su emprendimiento en el país para mudar su actividad a Italia.

Los altos costos locales, el exceso de regulaciones y las dificultades para exportar, con el agravante de las restricciones cambiarias, fueron determinantes para dar semejante giro en su vida.

En 2007, montó una compañía que crea, diseña y produce juegos temáticos. Desde un taller, en el barrio de Mataderos, fue sumando clientes en el país y abriendo mercados en el exterior.

Hasta el 2019 llegó a vender juegos a Rusia, Estados Unidos, Sudáfrica y algunos países de Europa.

“Es muy variada la línea que producimos. Puede ser una mano falsa, una cabeza para un monstruo o un zombie de dos metros. En la parte de tecnología, hay juegos que son chicos y fáciles de transportar. Puede ser, por ejemplo, un libro con el que el jugador interactúa, pero hay otros que son grandes. Lo último que estamos haciendo es un complejo de cinco habitaciones que ocupa 300 metros cuadrados”, detalló orgulloso.

Pero toda esa energía se choca con la realidad Argentina: “Hasta hace dos años no había muchos problemas. Por tratarse de piezas únicas no necesitaba la categoría de exportador. Las podía enviar sin dificultad. Hasta ese momento, funcionaba el sistema Exporta Simple, que tenía muy buen servicio. Ese mecanismo se dio de baja. Después, llegó la pandemia y se cortaron los vuelos y no había forma de mandar los productos. Había un stock muy limitado. Ese fue otro inconveniente importante".

Ingeniero mecánico, egresado de la UTN, 40 años y muchas ganas de prosperar, pero no es tarea sencilla

En diálogo con MDZ explicó que una de las complicaciones más importantes es la imprevisibilidad: “No se puede trabajar si no sabés si vas a tener insumos. En la Argentina, hay muchos problemas para conseguir cosas básicas. Hemos tenido hasta faltante de clavos y de alambre. O para que liberen alguna materia prima de la aduana hay que esperar ocho meses. Entonces, yo no le puedo decir a un cliente del exterior que no sé cuándo le voy a entregar lo que me encargó porque hay trabas para importar”.

Su relato es una muestra de las dificultades de un país que no incentiva al que invierte: “Los juegos más grandes son difíciles de exportar. Esas estructuras, generalmente, no las mandamos afuera por ese motivo. Si hay que usar contenedores, hay que entrar a otras categorías de exportador y, para la cantidad que podemos vender, no conviene inscribirse en otra categoría. Esa es una diferencia con Italia”.

A esto se suman los problemas con las divisas. “Yo exporto al dólar oficial pero mis insumos los tengo que pagar al ‘blue’. Eso me quita competitividad y pierdo clientes o no gano plata”, agrega.

Fabricar y exportar, en la Argentina, parece una carrera de obstáculos. Fue así que hace un año tomó la decisión de buscar nuevos horizontes. Una beca realiza en Italia, años atrás, le dejó contactos en Italia, país del que tiene la ciudadanía. Comenzó a averiguar y, en ese recorrido, encontró el lugar adecuado.

Spello es una pequeña ciudad de la provincia de Perugia donde instalará su nuevo taller. Para eso, obtuvo un crédito de 350.000 euros para alquilar un galpón de 250 metros cuadrados, comprar dos máquinas que llegarán de China y otra de Estados Unidos. El préstamo tiene un plazo de 10 años – con posibilidad de cancelación anticipada – y una tasa del 3% anual.

“Para sacar el crédito tuve que presentar el proyecto y mi trayectoria. Por suerte, no tengo ni una multa de tránsito” comenta y agrega: “Me pidieron una planificación de cinco años. En la Argentina, no puedo saber lo que voy a hacer el mes próximo”.

Su plan es viajar en octubre – “si hay vuelos” – para empezar su nuevo emprendimiento. Desde hace unos meses está liquidado lo que queda de su taller y terminando algunos trabajos en marcha.

Hasta en esta etapa, sufre los problemas autóctonos. “Es todo un problema para girar capital al exterior. Pensaba vender algunas máquinas y herramientas del taller pero se las voy a dejar a los empleados para que puedan seguir trabajando, pero va a ser más fácil así que tratar de sacar los dólares. Ya fue”, dice desanimado.

Eso se percibe en su reflexión final: “Dejo esta parte de mi vida atrás. Tantos años de apostar para que todos sean problema. Me cansé”.

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