Interna peronista

El Frente de Todos no sabe cómo hacer para que sus jefes reaccionen

Reunión tras reunión siempre sucede lo mismo. Cuando se quedan solos los dirigentes de más confianza afloran las reflexiones más crudas. Saben que los encuentros de más de diez dirigentes "no sirven porque no se dice nada" pero, en confianza, exponen todos sus reparos y reclamos.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare miércoles, 28 de septiembre de 2022 · 21:15 hs
El Frente de Todos no sabe cómo hacer para que sus jefes reaccionen
Foto: Telam

“Muchachos, seamos sinceros. Si lo vimos todos, hubo un loco que quiso matar a la vicepresidenta, pero el 65% de la población dice que es mentira o que fue un montaje, es que estamos en problemas. No nos cree más nadie”, le dijo a sus compañeros de mesa un intendente del Gran Buenos Aires a quien no se lo puede asociar dentro de los moderados.

Fue luego de que otro, previo a la juntada del lunes en Avellaneda, manifestara que el gran problema que atraviesa el gobierno es que “no gobierna nadie. A Sergio (Massa) no le conviene estar en medio de todos los quilombos y se abstrae en lo suyo. Y Cristina (Fernández de Kirchner) no entiende por qué la quisieron matar y está asustada”.

Quizás estas dos reflexiones hace que en los distritos que gobiernan haya aumentado los hechos de inseguridad, los arrebatos que no se denuncian y lo otro, como es, desde el jueves pasado, el robo de neumáticos de todas las marcas, paso previo a la vuelta a la sustracción directa del vehículo para luego ser desarmado. 

¿Por qué el jueves? Porque en ese mismo día varios agentes que se dedican al rubro de los seguros empezaron a llamarse entre sí para saber si les pasaba lo mismo a sus colegas. Todos sus clientes que los llamaban era porque le robaron las gomas.

Por eso, tampoco llamó la atención el escueto documento emitido por los intendentes el lunes luego de la reunión, en donde reclamaron por dos cuestiones. Mayor atención al problema de la inseguridad y mecanismos para paliar la crisis económica que están atravesando todas las barriadas que gobiernan.

Al inicio de esta semana, además, los garajes también empezaron a recibir más consultas que de que de costumbre en el AMBA, es decir, Ciudad y Gran Buenos Aires. Ya la gente no quiere dejar el vehículo “durmiendo en la calle”. Prefiere un costo fijo que oscila entre los $15.000 y $45.000, según sea la zona, antes que salir corriendo porque no sólo tendrá que gastar el doble por su neumático, sino que corre el riesgo de no conseguirlo.

Esto es en lo cotidiano. En lo superestructural, la falta de una solución ante la desbordante inflación hace que nadie sienta que le están diciendo la verdad o que las negociaciones los dejen en desventaja. Todo en un marco de desconfianza extrema entre las partes, como queda demostrado en la rama sindical y política del oficialismo.

Hasta Pablo Moyano empieza a ser visto con desconfianza por quienes, hasta hace poco, apoyaban cada uno de sus reclamos, por más extremos que estos parecieran. Hugo Moyano se hartó y la crisis familiar lo hace tomar decisiones que incomodan al más impulsivo de sus hijos.

“Con todo lo que nos costó volver como conducción de la CGT, desde cuando te encaprichas y queres renunciar”, dijo alguien que suele explicar lo que Pablo realiza pero que en esta oportunidad no lo siguió. “Los gordos hace rato que están gordos, pero la actualidad no hace para que apoyemos al zurdaje”, se sinceró.

Es que históricamente el peronismo sindical siempre impidió la llegada de los sectores comunistas, anarquistas o del Partido Obrero a la conducción de las bases de planta. Y no lo hacían no porque no coincidieran con ellos en los reclamos, sino porque sabían que su radicalización, que hoy es noticia por el cierre de las planta de neumáticos, los ponía a ellos siempre como unos tibios.

“Una cosa es discutir, parar por un día, pero no impedir que trabajen. Esto es lo último y de ahí no hay vuelta. Entonces, siempre el final será el peor”, dijo un importante dirigente gremial de la zona noroeste del Gran Buenos Aires que, además, hasta empezó a replantear su mirada sobre lo realizado por gremios con los que estaba en contacto, como el Camioneros, donde los bloqueos son habituales.

La experiencia de Gestamp u otras empresas cuyas plantas empezaron a ser dominadas por el PO, rápidamente radicalizaron sus demandas. Dos años después las antiguas conducciones, consideradas “neutras o pro empresarias”, volvieron a ganar porque no solo perdieron empleados sino que, también, su sistema se precarizó aún más. "Esto no da para más. El tema que no hay nadie que convoque ni contenga", aceptó el mismo dirigente gremial que hace años domina una de las regiones más pujantes del Gran Buenos Aires

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