Para que ande rápido, primero debemos tener tren
He leído una noticia que destaca el actual desarrollo de un tren que alcanzaría los 1.000 kilómetros por hora. Así como en esos países con tecnología de avanzada, la Argentina podrá llegar a tener también trenes de alta velocidad; pero salvemos las diferencias.
Una vez realizada la presentación del proyecto Master Plan, que troncalmente trata del recupero de los aproximadamente 900 kilómetros de vía que tenía la provincia de Mendoza, con la intención de la vuelta del tren, y del desarrollo comercial, industrial, turístico y habitacional que surge del mismo, muchas voces se han hecho escuchar. Por un lado, la de una sociedad mayoritariamente anhelante del regreso del tren y todo lo positivo que ello conlleva; y por otro lado, la de quienes no acuerdan con la idea. Entre estos últimos, prima la de quienes aducen la baja competitividad de un medio que se desplaza a sólo 40 kilómetros por hora.
Desde casi el inicio de la década del 90, el tren devino en una especie en extinción que quedó reducido a los servicios de cercanías de la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, algunas pocas localidades de la provincia de Buenos Aires, un par de trenes “turísticos” en el norte y sur del país y algunos sucedáneos ferroviarios repartidos por algunas pocas provincias. El tren es federalismo en su máxima expresión. El tren es transporte de personas y cargas a precios súper accesibles en comparación a los costos actuales. El tren fue sin duda el hacedor de nuestra historia nacional y también provincial, aquella en que Mendoza picaba en punta entre las más desarrolladas y productivas del país. Aquel país que para su Centenario contaba con 27.000 kilómetros de vías y que llegó a tener 47.500 en los años 60.

La vuelta del tren no es nostalgia. La vuelta del tren es el desarrollo que dejamos atrás hace treinta años y que fue coincidente con el inicio de la caída de Mendoza y su pérdida de competitividad y logística, y el consecuente desvanecimiento de localidades productivas que se han caído del mapa provincial. Como indicaba en el inicio de la nota, muchos conocen de trenes que alcanzan y sobrepasan los 400 km/h en otros lugares del mundo, y se entera en los medios que países como Canadá están desarrollando tecnologías que permitirán a un tren alcanzar los 1000 km/h, y obviamente se da cuenta que 40 kilómetros por hora es poco. Pero, los ejemplos mencionados comenzaron con trenes que apenas arañaban esos 40. En Argentina estamos nuevamente en 1855, diagramando una vez más el desarrollo de un sistema que perdimos por falta de criterio en las políticas de estado.
El tren es un sistema de transporte que ningún país desarrollado ha dejado de lado, todo lo contrario. Y resulta al menos irónico que, quienes critican la vuelta del mismo, pongan como ejemplo de lo que debe ser, a esos países y sus altas velocidades. Sí, lamentablemente tendremos un tren que alcanzará sólo 40 km/h en un inicio, quizás de no haber cejado en su desarrollo, hoy podríamos tener trenes de media o alta velocidad. En esta nueva oportunidad, nos debemos el coordinar criterios y voluntades para lograr ese objetivo en el menor plazo posible.
Pero para ello, debemos tener antes que nada, un tren que vuelva a conectarnos.
* Jorge Andrés Difonso
Ex Intendente de San Carlos – Actual Diputado Provincial de Mendoza