Enigma

Alberto Fernández, entre ser un pato rengo o un presidente de transición que termine el mandato

Cristina Fernández de Kirchner y el establishment del peronismo terminan coincidiendo. Creen que Alberto Fernández debe anunciar que declina a la reelección para "dejar de ser un pato rengo y transformarse en un presidente de transición ayudado por el peronismo para terminar el mandato".

Beto Valdez
Beto Valdez viernes, 1 de julio de 2022 · 07:06 hs
Alberto Fernández, entre ser un pato rengo o un presidente de transición que termine el mandato
Foto: EFE

Alberto Fernández tiene que entender de una vez que debe anunciar públicamente que se baja de la reelección o cada vez va a ser peor”, comenta un vocero del cristinismo. Desde la Casa Rosada replican que “si hace ese gesto automáticamente se transforma en un pato rengo y ni siquiera los mozos le van a servir café”. Lo concreto es que Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, los Barones del GBA y la mayoría de los gobernadores del PJ consideran que debe tomar esa determinación, total la salida de Martín Guzmán es irreversible.

“Se tiene que dar cuenta que para su gobernabilidad tiene que declinar a sus aspiraciones presidenciales, es al revés, si lo hace mejoraría su situación y no sería el pato rengo solitario que es ahora. Se transformaría en un presidente de transición protegido por el peronismo”, explica un vocero de los gobernadores que se han posicionado como un bloque, más allá de sus diferencias. El chaqueño Jorge Capitanich intenta liderar esa movida para poder anunciar su candidatura presidencial, como tantos otros que no lo hacen para no devaluar al presidente y su reelección, por más lejana que suene en la opinión pública.

Alberto Fernández dejó pasar todas las oportunidades que se le presentaron para empoderarse y equilibrar la relación de fuerzas dentro del Frente de Todos. Pero hizo todo lo contrario, fue desalentando a los que buscaban construir el albertismo y quedó en la más absoluta libertad. Sólo tienen como aliados de peso al Movimiento Evita. Pero Emilio Pérsico, el jefe de esa organización piquetera, sabe que desde la ofensiva de Cristina contra el manejo de los planes, van a tener que poner más energía en su pelea con La Cámpora que en defender al jefe de Estado.

Cada vez resulta más complicado mostrarse como albertista, se corren riesgos políticos. No sólo lo está viviendo el Evita, ni hablar de la rebelión que tuvo que enfrentar Héctor Daer por haberle dado el visto bueno a Fernández para hacer el acto de hoy en la CGT por un nuevo aniversario de la muerte de Juan Domingo Perón. El dirigente de Sanidad le dio el aval al presidente el viernes el pasado, pero luego pasó, como tantos últimamente, a tomar un té en el Senado con Cristina.

Y encima la mayoría de la conducción de la Confederación General del Trabajo recriminó duramente a Daer por cortarse solo ante el pedido del jefe de Estado. Una crisis de ida y vuelta que finalmente terminó con la aceptación de “alquilarle” un rato el salón Felipe Vallese a Alberto a cambio de ponerse al día con la deuda que mantiene con las Obras Sociales de los gremios. Daer la próxima ver le dirá que no. Además, nadie entiende como el presidente desconoce que hablar con el sindicalista de Sanidad no le garantiza el aval de la CGT que está dividido al calor de la interna oficial.

En medio de un nuevo terremoto financiero y una economía recalentada por el faltante del gasoil, con impacto en los salarios de los trabajadores formales, un sector del sindicalismo viene impulsando, incluso los Gordos e Independientes, realizar algún tipo de medida de fuerza contra la administración de Fernández. Por ahora se impuso la tregua. Aunque volvió a quedar en evidencia la capacidad presidencial de cometer errores políticos.

El presidente profundiza su peor momento político. En el viaje a Alemania es la primera vez que se aísla de los periodistas que lo suelen acompañar. En las giras anteriores los buscaba y se dedicaba a conversar con ellos en off the record. Pero a su regreso volvió al encierro y al microclima que le genera Martín Guzmán para subestimar el desmadre económico. Hoy el jefe de Estado está más preocupado por cuestiones personales que frente al complicado contexto que debe enfrentar.

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