Análisis

Energía: el síndrome de la oportunidad perdida y las nuevas chances

Argentina y Mendoza tuvieron oportunidades perdidas, pero se abren nuevas chances para aprovechar los recursos. El "pan para hoy" de Vaca Muera y el desarrollo del futuro en la energía solar.

Pablo Icardi
Pablo Icardi sábado, 4 de junio de 2022 · 10:40 hs
Energía: el síndrome de la oportunidad perdida y las nuevas chances
Rodolfo Suarez subiendo a una de las torres en el yacimiento Loma Campana, uno de los proyectos para explotar Vaca Muerta. Foto: Gentileza

Argentina podría; Mendoza podrá; hubiera sido bueno aprovechar. Pero no pudo ser. Y hay que cambiar. Los discursos se han convertido en un canto lamentable, en un reproche de familia que no alcanza los objetivos a pesar de tener todo a disposición: tierra, recursos naturales y materia gris para aprovecharlo. Pues es en la energía, ese bien estratégico, donde quizá más se nota: el país tiene un potencial, una materia prima enorme que en los últimos años sirvió más para adornar discursos que para cambiar realidades.

Lo sabe la industria, y también los argentinos que aún llenan de humo sus barrios por la quema de leña para calefaccionarse. Incluso ocurre en Malargüe, la meca de la energía en Mendoza, y hasta en Añelo, el pueblo que tiene bajo sus pies el corazón de la formación Vaca Muerta. En ambos lugares hay energía para abastecer al país por 400 años y “dinero enterrado” para ser Dubai, pero las condiciones de vida de las personas es precaria; incluso en el Sur de Mendoza la desocupación triplica al general y todos dependen del Estado.

El lamento por la “oportunidad perdida” que vive Argentina sirve apenas para construir discursos. Es real que ya pasó: si en la última década se hubiera mantenido el ritmo de inversión en exploración, explotación y, sobre todo, construcción de infraestructura el país tendría un excedente energético aprovechable y exportable que le permitiría ser potencia. Está claro que con eso no alcanza: ya se exporta a niveles récord y los dólares no alcanzan a depositarse en el Banco Central porque desaparecen.

Parte del Gobierno y el staff de YPF.

Así como la oportunidad de aprovechar el contexto internacional para vender algo que el mundo necesita pasa de largo, puede ocurrir algo similar en las próximas décadas si se actúa con la misma reacción trivial ante una nueva realidad. El mundo está en plena transición energética, de cara al 2050 y nuevamente Argentina, y Mendoza en particular, tienen la chance de gestar un modelo distinto: el petróleo es el “pan para hoy”, pero el desarrollo del mañana está en las energías renovables que hoy están subdesarrollados; particularmente en la provincia.

Realidades y errores

El gobernador Rodolfo Suarez se puso el mameluco de YPF para recorrer el yacimiento Loma Campana, uno de los más prolíferos dentro de la formación Vaca Muerta. Ese uniforme no solo era por seguridad; sino que también es un gesto. Mendoza tiene una relación de amor odio con la petrolera estatal que varía. Lo que no cambia es la enorme dependencia que tiene la provincia de esa empresa: casi del 70% del valor que se genera en la industria petrolera local depende de YPF. El gobernador decidió mostrar bandera blanca el año pasado y acordar puntos en común en una larga lista de diferendos que había. Cerca del 12% del PBG de Mendoza lo aporta la industria petrolera y gran parte de ello depende de la petrolera estatal (esa proporción es mucho mayor si se consideran todas las industrias anexas que dependen del petróleo). 

Suarez recorrió el lugar junto a las autoridades ambientales y del agua. Como si estuvieran en “Disney” recorrieron el secano neuquino para ver las instalaciones y cómo se realiza una explotación no convencional. Claro, ven la logística y no lo que pasa a más de 2 mil metros bajo el suelo, donde ocurre la fractura hidráulica para sacarle petróleo a las piedras. Desde allí anunciaron, como anticipó MDZ, que YPF explorará por fin la lengua mendocina de Vaca Muerta, en un proyecto que llega con algunos años de retraso (pandemia mediante). Son dos pozos sobre los que hay que moderar las expectativas para que no le ocurra a Suarez lo que le pasó a Cornejo: festejar antes de tiempo en una industria cambiante, de alto riesgo y cuyas decisiones están muchas veces fuera del alcance de un mandatario provincial. El Estado local es dueño de los recursos y las concesiones, pero no de las variables económicas y geológicas que los condicionan.

Hacia fin de año la empresa podría tener operativos los dos pozos exploratorios. En dos años más podrían evaluarse si son productivos y viables económicamente para evaluar si se ejecuta un plan de inversión.

Mendoza tuvo un traspié ya con las expectativas sobre Vaca Muerta. La empresa El Trébol fue la primera que hizo una experiencia. Cornejo autorizó la fractura hidráulica aún antes de comunicarla (tomando el riesgo político que ello implica), se hizo la exploración y hasta se gestó una normativa específica para la extracción no convencional. Los primeros resultados de los trabajos en Puesto Rojas fueron positivos y se entregó una concesión. Pero no resultó como esperaba y la empresa liderada por José Luis Manzano retrajo el plan de inversiones y sacaron los equipos porque el lugar daba pérdidas.

“La caída de la producción se debe principalmente a una mayor tasa de declive de los pozos productores de las formaciones Agrio y Vaca Muerta, con sólo 5 pozos produciendo actualmente de los 12 pozos perforados en la última campaña. En base a los resultados se ha llegado a la conclusión de que la prospectividad no convencional en esta zona tiene un "alto riesgo/baja recompensa" y la gerencia está evaluando actualmente sus opciones”, mencionó la empresa en su informe anual.

En ese contexto, Vaca Muerta es para Mendoza un tema de desarrollo incipiente, una posibilidad más que una realidad. En la coyuntura lisa y llana, los proyectos de recuperación terciaria y el aprovechamiento del petróleo extra pesado tienen más que ver con la realidad local.

Pero a la provincia le puede pasar lo mismo que al país si no despierta. La transición energética se vive de “prepo” en Mendoza porque la participación de los hidrocarburos decae por el agotamiento de recursos (en la cuenca cuyana) y el mayor interés de las empresas en otros sitios, particularmente el vecino Neuquén. La otra impronta que tuvo a Mendoza como pionera en otras épocas también tiene dificultades: la energía hidroeléctrica.

La incapacidad para gestionar, los problemas de gestión y la oposición de “vecinos hostiles” como La Pampa complican los planes para ampliar la matriz energética vía hidroeléctricas (más allá de la necesidad de regular los ríos para almacenar agu). Incluso la disponibilidad de agua a futuro también obliga a recalcular.

Por eso todos los especialistas apuntan a que Mendoza tiene una enorme oportunidad para conseguir energía renovable más económica y con menor necesidad logística para su transporte. Es lo que ocurre con la energía solar, por ejemplo. Hasta ahora la provincia tiene un rol irrelevante a nivel nacional, aunque con un potencial mucho mayor. 

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