Encuestas

Interrogantes en campaña y consultores en retirada

2021 ya es considerado un año bisagra para la República Argentina. La idea de que “sin 2021, no habrá 2023” escuece el ánimo de quienes ven escurrirse, como arena fina entre los dedos, no ya su futuro, sino su mismo presente

José Luis Jacobo
José Luis Jacobo martes, 24 de agosto de 2021 · 07:00 hs
Interrogantes en campaña y consultores en retirada
Foto: Prensa Diputados

Corría 1983. Argentina se tambaleaba entre la derrota de Malvinas y una inflación que llegó al 434% —en 1984, año de la plena restauración democrática, treparía hasta el 700% anual—. Meses antes de la elección, el consultor Julio Aurelio se presentó ante la cúpula radical de la época para afirmar que Raúl Alfonsín sería el próximo presidente. De dilatada carrera en el ámbito de la sociología, Aurelio fue el rector interventor de la Universidad Nacional de Mar del Plata entre 1973 y 1974, rol que le significaría, como a tantos otros, el camino del exilio. Retornado al país, su debut en la escena pública se dio con ese trabajo que le brindó inmediata fama en la política y lo elevó al nivel de “infalible gurú” del ánimo popular. Su trabajo —de avanzada para la época— utilizaba de modo preponderante la metodología de un cuestionario que combinaba preguntas directas y planteos abiertos, usando el mix entre consultas que se hacían de manera telefónica y presenciales.

Se inauguraba así la edad de oro de las consultoras, que abarcó la década del ‘90 y, fuertemente, la primera década del siglo 21. El avance de la telefonía celular primero, poniendo en entredicho el uso de la telefonía fija, y la aparición de aplicaciones de comunicación como chats o mensajes de texto, han provocado una crisis de las consultoras.

En un reciente reportaje, el consultor Ricardo Rouvier —de concreta vinculación a los gobiernos de signo peronista en todas sus variantes— anunció que no iba a publicar los resultados de sus últimos estudios, dado el grado de dispersión de la opinión pública. En un comunicado, Mariel Fornoni de Magnament & Fit planteó algo parecido. Adujeron en ambos casos, entre otras variables, el enojo de los votantes con la política.

Un dato curioso de esta determinación es que, a coro, los consultores sostienen que no hay campañas novedosas o divertidas. La idea de que la novedad o la diversión deben ser parte de las campañas políticas es hija directa del origen de este tipo de encuestas, de la metodología creada por George Gallup en 1935 para la agencia de publicidad Young & Rubicam. El objetivo era detectar el ánimo y la voluntad de consumo de los estadounidenses. Aplicada a la política, tuvo un éxito resonante en 1936 al predecir, con una muestra de sólo 5 mil casos, las elecciones de ese año. Sin embargo, Gallup recibió un duro revés en 1948 cuando anticipó, de manera errónea, la derrota de Harry Truman.

Las sociedades se mueven a velocidades que la estadística no siempre logra reflejar. En un mundo en donde el ciudadano de a pie se empodera y adquiere voz a través de las redes, las metodologías que se consideraban novedosas en la década del ‘80 han terminado por ser obsoletas. La tecnología, y los ciudadanos empoderados a través de la misma, se han convertido en un vector de cambio absoluto.

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