Opinión

El fin de una era en la televisión argentina: entre naufragios y vientos de cambio

La caída de estrellas de la pantalla chica como Marcelo Tinelli, Jorge Rial, Mariana Fabbiani y Alejandro Fantino, va más allá de la lectura del fracaso personal. Un recorrido por las particularidades de cada caso y un camino posible para que la televisión abierta se levante de sus cenizas.

Laureano Manson
Laureano Manson sábado, 24 de julio de 2021 · 15:34 hs
El fin de una era en la televisión argentina: entre naufragios y vientos de cambio
Alejandro Fantino se sumó a la ola de hundimientos en la TV argentina.

En un año muy complicado a nivel de coyuntura general, la televisión argentina no pudo escapar a los embates de la incertidumbre, y se encamina hacia el inevitable final de una era, entre naufragios y vientos de cambio.

Sin lugar a duda, lo más llamativo de esta temporada es el repentino declive de algunas clásicas estrellas de la pantalla chica nacional como Marcelo Tinelli, Jorge Rial, Mariana Fabbiani y Alejandro Fantino. Una mirada simplificadora podría apuntar a las mencionadas figuras como responsables del fracaso. Sin embargo, cada caso presenta sus particularidades en medio de una carrera por el rating cada vez más incierta y descarnada.

Marcelo Tinelli y un formato que ya fue

En términos de declive espectacular, sin lugar a dudas el de Tinelli con ShowMatch (El Trece) es el más estridente. Tras más de un año de ausencia, su clásico ciclo volvió en mayo con su habitual gran factura de producción y un debut alentador con casi 19 puntos de rating. Sin embargo, con el paso de las semanas, el reality cayó por debajo de la mitad en las mediciones, con marcas que han oscilado últimamente entre las 8 y 9 unidades.

El caso del naufragio de Marcelo Tinelli tiene dos grandes motivaciones a la vista. Por un lado, el programa arrancó con una suculenta apertura que rápidamente fue sentenciada por la falta de distanciamiento social, justo en uno de los momentos más críticos de la pandemia. Que ninguna de las cabezas en la producción de ShowMatch haya detectado de antemano la falta de empatía con el gran público, en un propuesta masiva en donde lo primero que se debería privilegiar es eso; fue de una torpeza inexplicable. 

La polémica apertura de temporada de ShowMatch.

Por otro costado, más allá del tropiezo inicial, lo que marca la debacle de la propuesta de Tinelli con el certamen La Academia, es la falta de actualización de su formato. Enfrentado a las versiones locales de franquicias internacionales como MasterChef Celebrity y La Voz Argentina, ShowMatch carece de la atractiva concepción de guión y edición que tienen dichos realities. El ritmo trepidante con el que está configurado cada bloque de los envíos conducidos por Santiago del Moro y Marley, contrasta con las típicas rencillas o instancias emotivas que Tinelli suele estirar hasta el hartazgo. Al televidente puede no importarle el mundo de la gastronomía o el de la competencia de talentos de canto, pero el armado formal de las citadas producciones que pertenecen a la grilla de Telefe, está rigurosamente planeado para que el espectador quede pegado a la pantalla. En cambio, a ShowMatch no le queda otra que surfear sobre los dictámenes de la urgencia del momento, con la contra de que este año tiene la mayoría de sus emisiones previamente grabadas, por lo que ni siquiera puede dar volantazos sobre la marcha en la búsqueda de mejorar la performance en el rating del minuto a minuto. En contrapunto, formatos como el de MasterChef Celebrity y La Voz están configurados con tanta certeza en el buen resultado, que son grabados y editados con semanas de anticipación, sin que esto les reste chances de dar en el blanco.

Jorge Rial y la gran venganza del público

Distinto es el caso de Rial, sobre quien pesa una suerte de ajuste de cuentas entre la masa de público que no lo tolera y el conductor que se lanzó desde su consabido metié de los chimentos al espacio del periodismo de actualidad. Si bien Rial ya había transitado propuestas de actualidad en radio, medio al que volvió recientemente, en televisión su imagen estaba claramente encasillada en el runrún del espectáculo tras dos décadas al frente de Intrusos (América). Su jugada de cambio le salió mal, y en poco tiempo TV Nostra (América), quedó fuera de la pantalla. La sombra de un fracaso en pleno prime time, no será un asunto fácil de subsanar y el destino de Jorge Rial en la televisión abierta huele a capítulo final.

Jorge Rial y una fallida jugada que lo dejó fuera de la pantalla.

Mariana Fabbiani fuera de foco

Entre los hundimientos de esta temporada, el que tiene mayor cantidad de probabilidades de reflote es el de Mariana Fabbiani. A pesar de haber cosechado dos deslices consecutivos en el rating, como los de Mamushka y Lo de Mariana, ambos por el El Trece; da la impresión de que su norte podría estar en el retorno con un magazine en la tarde, espacio en el que tradicionalmente la conductora funcionó bien. Si bien lo que hizo Fabbiani hasta hace poco tiempo en la mañana fue precisamente un magazine, en competencia directa con el de Florencia Peña en Flor de equipo (Telefe), el formato por el que apostó Lo de Mariana fue fallido al generar la automática tensión con los clásicos almuerzos de los domingos de Mirtha Legrand; en este tiempo capitaneados por Juana Viale.

Mariana Fabbiani a la espera de un nuevo acierto.

Alejandro Fantino y Liliana Parodi: alianza para un despropósito

El último navegante en sumarse a la troupe del naufragio es sin dudas Alejandro Fantino. Tras la renuncia de Fabián Doman a Intratables (América), el conductor decidió abandonar Fantino a la tarde (Amércia), para ponerse al frente del emblemático programa de debate político. En un par de semanas, Alejandro chocó en el prime time al intentar imponer su estilo por encima de un formato ya consolidado. Aquí obviamente el responsable de la caída en las mediciones, que en estos días se estancaron en 1.5 puntos de rating, no es exclusivamente el conductor. Es la encargada de programación, Liliana Parodi, quien en una jugada tan audaz como desatianada, dio el visto bueno para que Intratables renuncie a su habitual dinámica de intensidad, para desplazarse al estilo más pausado y sereno de su actual frontman. La repercusión negativa en las redes no se hizo esperar, y la mayoría del público habitual del ciclo repudia el largo bloque en el que Fantino cena con sus invitados, para darle unos escuetos minutos finales al intercambio de temas de actualidad con un equipo reducido de los históricos panelistas del envío. 

Alejandro Fantino y el desatinado cambio de formato de Intratables.

El cambio de formato en Intratables es un error imperdonable, no solo para los puristas del programa, sino porque difícilmente logre sumar espectadores a este despropósito plagado de comensales generalmente irrelevantes. En un año en que los argentinos volveremos a pasar por las urnas, y en el que las tensiones de la coyuntura van increscendo, resulta un sinsentido abandonar a un público que Intratables ya tenía ganado, en pos de acomodar la propuesta a la esencia de un Alejandro Fantino que en esta oportunidad luce anémico y desencajado.

Jey Mammon y la chance del recambio

Así están las cosas. Entre un gran número de opciones de plataformas de streaming y el consumo de contenidos audiovisuales en sitios como YouTube o redes sociales, la televisión abierta se ha transformado en una aventura con final incierto. Un momento clave para que las cabezas de cada canal piensen en barajar y dar de nuevo en búsqueda de vientos de cambio. En este sentido, la señal más alentadora del año la ha dado Jey Mammon con el éxito de Los Mammones (América). Con una impronta propia, el talentoso humorista devenido en lúcido conductor, conquistó un entrañable vínculo con el público a puro motor de equilibrio entre calidez, frescura, astucia y empatía. Que sirva como ejemplo de una televisión que evidentemente está a la espera de un urgente recambio de nombres.

Jey Mammon, nuevos aires para una televisión ávida de un recambio de nombres.

 

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