Y si te dijera que...

Tengo 16 años y creo que estamos a tiempo de aprender a soñar

Soñar es una capacidad con la que todos nacemos. Sin embargo, ¿Por qué hay personas que logran cumplirlos y otras que no? Al proyectar, planificar, desear, todos nos encontramos con obstáculos, ¿pero nos animamos a combatirlos?

Esperanza domingo, 27 de noviembre de 2022 · 10:00 hs
Tengo 16 años y creo que estamos a tiempo de aprender a soñar
Foto: George Dolgikh en Pexels

Si tuvieras que contarle sinceramente a alguien sobre tu mayor aspiración. ¿Qué sentimiento te sobrevendría? Por ahí lograrías terminar la frase con total seriedad y convicción. Pero no sería raro, que después de un rato de dudar, al escupir tu sueño te rieras. O, tal vez, dijeras “es un montón, ya se”.

Es como si tuviéramos anclada la idea de que las aspiraciones pueden ser demasiado grandes o demasiado chicas. ¿Por qué cuesta tanto hablar verdaderamente de nuestros sueños? ¿Acaso atravesamos todos el fenómeno de sentir que “suena más improbable puesto en palabras”?

“¿Por qué?” Esta pregunta se volvió una especie de obsesión. No entendía porque me reía tanto, desvalidaba tan rápidamente esas partes de mi esencia. Esos deseos que me hacen tan yo.

La primera traba que encontré fue a mi misma. Sin falta de ironía, me di cuenta de que cada vez que bajaba un poco mis expectativas, mis resultados eran más bajos. Me había enamorado de la siguiente idea: no te podes decepcionar si no tienes expectativas. Pero, me pregunto ahora, ¿cómo uno puede esperar el éxito si no cree que ese éxito es posible?

Y empecé a pensar en cómo curar esta idea tan asentada dentro de mi. Mi objetivo empezó a ser borrar esos límites que me impuso mi cabeza y probar cuán lejos podía llegar. Si esos límites eran como un techo para mis aspiraciones, quería pasar por la chimenea y ver si llegaba hasta arriba de todo.

Ahora que sabía que yo era un obstáculo, ¿por qué sentía que aun quedaban cosas sin resolver? Bastó con recordar una conversación que tuve  hace unas semanas para descubrir una potencial segunda traba. ¡Mi país! ¡Mi país! La charla era el típico diálogo delirante que propone una realidad alternativa: “Argentina, renovada” . La clave, por ahí, está en el uso de la palabra delirante. Porque, sin dudarlo, nadie de los que hablaban creian posible un verdadero cambio.

En, quizás el noventa por ciento de los argentinos, encuentro un factor en común. Un humor pesimista que tiende a risas desesperanzadas. Un mecanismo de defensa, diría mi profesora de psicología. Y yo estaría de acuerdo. Cada comentario nos tira mas abajo, y transpira en nuestra vida personal. Un ambiente que nos dice que no se puede mejorar, genera personas que creen que no pueden mejorar.

La raíz de la tercera dificultad al soñar es la generación en la que vivimos. La de la inmediatez. Esperar que las cosas se nos den, que nos encontremos con un golpe de suerte, nos obliga a olvidar lo fundamental que es el proceso. En primer lugar, lo más probable es que nunca se alineen los astros a nuestro favor y tengamos la oportunidad de nuestra vida. En segundo lugar, ¿de qué nos sirve esa oportunidad si no tenemos experiencia alguna?

Existe una innegable fantasía del éxito instantáneo. Si adelantamos los audios de más de un minuto. Si no nos bancamos un video con una publicidad. ¿Cómo pensar en años de trabajo para alcanzar un solo objetivo?

Para alcanzar nuestras metas es necesario tener cierta constancia, cierta apreciación del proceso de “construcción”, del paso a paso en lo cotidiano. Por ahí esta es la única traba que no se combate con esperanza y convicción. Hace falta compromiso, más concreto, pero más difícil de encontrar.

Y a vos, ¿Qué te está impidiendo soñar? ¿Cuáles son las trabas que te pones? ¿De dónde sale esa risa interior que incrédulamente te dice que no podés? Encontrar las respuestas es otro proceso que implica compromiso y convicción, pero es en esas afirmaciones donde se encuentran las claves que cambian la forma de vivir. Aprender a soñar es no aburrirse nunca, es la libertad de viajar con la propia cabeza, es una oportunidad de la que no te recuperas mas.

 

Esperanza, tiene 16 años. Es fanatica del te, de la Luna y de estar con sus amigas.

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