Pablo Cúneo: "Con este vino argentino se puede trascender"
Se trata de uno de los enólogos referentes de los vinos de alta gama en la Argentina. Ha transitado el camino de calidad de la bebida nacional. Aquí cuenta toda su experiencia.
Pablo Cúneo es primero agrónomo y luego enólogo; y ha estado vinculado a grandes marcas del vino argentino que se han destacado por su calidad desde Bodegas Chandon, pasando un gran tiempo en Ruca Malen y hoy frente a la dirección técnica y enológica de Bodega Luigi Bosca.
Su llegada a esta prestigiosa e histórica marca de vinos argentinos ya se puede ver en cada uno de los productos de su portafolio. Combinar tradición con innovación es realmente un desafío mayúsculo, sobre todo en el segmento más alto, donde los detalles son bien precisos y concretos; y de eso sabe mucho Cuneo.

Para Pablo los desafíos son variados: encontrar el nuevo camino a seguir con los ejemplares del país, seguir manteniendo el espíritu vivo del Malbec argentino y mostrar cómo el terruño es una pieza fundamental en el crecimiento futuro del vino argentino.
Aquí podes ver la entrevista completa:
Algunos fragmentos imperdibles de la charla son los siguientes:
- Si uno tuviera que nombrar cinco etiquetas referentes del vino argentino... ¿las de Luigi Bosca se encuentran en esa lista?
. Si, con seguridad. La marca Luigi Bosca aparece dentro de esa lista y esto tiene que ver con la trayectoria, la historia y los más de 120 años en los que viene trabajando en el vino la familia.
- Han hecho una revalorización de los orígenes, con la puesta en valor de Finca el Paraíso en Maipú...
- Es así. El paraje donde está la finca, que además es una Indicación Geográfica (IG), fue certificado por la familia en el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura). La propiedad, cuando Leoncio Arizu la adquiere en 1926, era de Frank Romero Day. Con más de 800 hectáreas, era emblemática. La familia Arizu la fue cultivando con viñedos y con olivos.
Allí nacieron los integrantes de la tercera generación de la familia y de alguna manera fue cuna de todas las innovaciones y de todo el trabajo vitícola, de toda la agricultura de precisión. Tiene un significado muy fuerte para la marca.
- ¿Cómo ha sido el trayecto de los vinos de alta gama en la Argentina y dónde la ubicarías dentro del mapa mundial?
- Hoy la Argentina está a la par de cualquier etiqueta prestigiosa del mundo. Sobre todo en la alta gama, se puede poner al lado tranquilamente de cualquier etiqueta europea, americana, australiana. Te diría que, de buenas a primeras, eso es gracias a la madre naturaleza. Siempre digo que en Mendoza hemos sido bendecidos con un clima casi perfecto para cultivar la vid, con mucha energía, mucho sol y sanidad.

Luego, esto se logra gracias al enorme trabajo que hemos hecho los técnicos, que desemboca en los vinos que hemos elaborado en esta última década. A fuerza de estudio, de trabajo, de esfuerzo, de reconvertir una vitivinicultura que hasta la década del 80 estaba enfocada en vinos de consumo masivo, redescubriendo un tesoro que estaba guardado que es el Malbec, que nos ubicó rápidamente en el mercado mundial; es que la Argentina es aplaudida en el mapa del vino del mundo.
Son varias razones y todas juntas las que hacen que disfrutemos de esa calidad. Y transforma a la Argentina no solo en referente de Malbec, sino en una diversidad de varietales que cultivamos desde años y que la convierte en un destino totalmente atractivo.
- ¿Qué lo vuelve "especial" al Malbec argentino?
- Fundamentalmente tiene que ver con el origen y la genética. Nuestros Malbecs son antiguos, muy concentrados en Luján de Cuyo y en algunos lugares de Valle de Uco, e ingresaron al país a mediados del siglo XIX de la mano de Michel Pouget y de toda esa inmigración. Eso provocó un salto de calidad hacia otro lugar del vino argentino.
A esto se suma la sequedad del clima mendocino: esto le permite al Malbec ciclos más largos de maduración y una adaptación ideal. Y hay un tercer factor, que es intrínseco, que es el gusto mismo del Malbec, posicionado en el mundo entre las cincos cepas tintas más prestigiosas. Desde la Argentina el Malbec se muestra como un vino con otro carácter, más frutado, floral y con gran amabilidad.
- Y con el Cabernet Sauvignon... ¿cuánto falta para poder competir con las grandes etiquetas?
- Creo que ya tenemos algunos exponentes muy importantes y hay que seguir haciendo un trabajo fuerte en la parte vitícola, en los viñedos. Allí hay mucho por descubrir. Para ser reconocidos con el Cabernet Sauvignon el trabajo más profundo tiene que ver más con la comunicación, en visualizarlo, porque las referencias mundiales que hay de esta cepa son muy fuertes. Por esto el desafío es doble. Y realmente tenemos que dejar de hablar de técnicas y comenzar a hablar de vinos.
- El vino tiene un plus que te deja ciertas cosas, otras experiencias, más allá del trabajo...
- Cuando me preguntan que es la enología, digo que es la mezcla perfecta entre arte y ciencia. Y lo maravilloso es que pone en contacto al consumidor con el lugar de origen, y todo encerrado dentro de una botella de vino. A esto se agrega toda la dimensión del tiempo, donde podes trasladarte a esa época en que se embotelló esa etiqueta. Ahí te das cuenta de que con el vino podes trascender.
Aquí podes ver la entrevista completa:

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