Lo que viene en la causa YPF: el gran negocio y un secreto
La trastienda del fallo que condenó a la Argentina a pagar US$ 16.000 millones a dos fondos buitre.
La causa por la manera en que el país renacionalizó YPF en 2012 pasa ahora a un terreno político. Casi electoral. Al menos en Argentina.
El gobernador bonaerense y candidato a su reelección, Axel Kicillof, señalado como el responsable máximo de la operación (y en consecuencia del fallo adverso), relacionó toda su mala hora con el período electoral pos elecciones Paso y afirmó que todo se trata de una condena contra el paso de YPF a empresa estatal durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
La oposición se subió al tren denunciante, poniendo a Kicillof en el centro de la escena y contabilizando lo "caro" que salió en dólares su gestión en el Ministerio de Economía durante los últimos años del kirchnerismo en el poder.
Mientras tanto, Burford ya sabe que tiene las de ganar, y que pese a la intención obligatoria de apelación por parte de los abogados que representan al país del estudio Sullivan y Cromwell (S&C); se considera en Wall Street (y Londres, el lugar de nacimiento del fondo buitre vencedor) que la victoria judicial está sellada. Y que cobrar será cuestión de esperar algunos años más. Haber comprado un juicio a US$ 35 millones para cobrar finalmente aproximadamente US$ 14.000 millones (lo que le corresponde a Burford en la causa), es un formidable negocio.

Los argumentos del fallo
Tal como contó este medio en marzo pasado, el fallo de Loretta Preska es claro. Especialmente al momento de determinar quienes son los culpables de haber ignorado a los accionistas de YPF que deberían haber recibido el mismo trato que la española Repsol, al momento de renacionalizar la petrolera en 2012.
Según la jueza del Segundo Distrito Sur de Nueva York, el Congreso Nacional al aprobar la ley correspondiente a la acción de toma de control de YPF y el Poder Ejecutivo que no tuvo en cuenta en ningún momento los derechos de los accionistas minoritarios; fueron quienes le otorgaron argumentos a los demandantes Burford Capital y Eton Park, para que estos puedan reclamar ante los tribunales de Manhattan; al considerarse vulnerados sus derechos resguardados por los organismos reguladores de Wall Street.
Para Preska, siguiendo jurisprudencia histórica de los tribunales norteamericanos, las leyes locales son de inferior calidad en el otorgamiento de derechos que las regulaciones legales de la bolsa de comercio de los Estados Unidos; al considerar que es una elección particular de las empresas privadas (en este caso YPF) cotizar en la bolsa neoyorquina. Y que, al hacerlo, se aceptan las reglas locales. Y ninguna legislación particular de cada estado independiente y soberano, tiene mayor alcance que las normas del lugar; dado que la decisión de cotizar en Wall Street es un hecho voluntario.
En consecuencia para el fallo de YPF, la ley de renacionalización del 2012 no vulnera el derecho anterior de los demandantes de haber recibido una oferta similar a la de recompra de Repsol. Y quienes avanzaron sobre estos derechos fueron el gobierno de entonces de Cristina Fernández de Kirchner con Axel Kicillof como ministro de Economía y principal operador del avance sobre las acciones del Repsol (51%), y el Congreso que aprobó una ley que vulneraba derechos anteriores.
Libera de cualquier responsabilidad legal o financiera tanto a la petrolera como a los anteriores tenedores de las acciones que fueron adquiridas por los demandantes y pertenecientes al Grupo Petersen a través de Petersen Energía y Petersen Investment.
El único responsable fue el Estado Argentino, y en consecuencia será el quién deba hacerse cargo de las responsabilidades del fallo. Se estima que ahora se abrirá un proceso de no menos de cuatro años, que seguramente terminará en la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Para llegar a estas conclusiones, Preska se tomó su tiempo. Y demostró que no es una improvisada y que se trata de una persona profesional y seria. Concretamente 11 años demandó en sacar sus conclusiones. Pero, con una característica que la propia jueza menciona en su fallo: decidió tomar un curso de aproximadamente 1 año para entender la legislación local, consultando con el mayor sigilo del caso a constitucionalistas argentinos y especialistas latinoamericanos en derecho constitucional comparado, para saber la manera en que legalmente se había avanzado en la nacionalización de YPF, tanto en el Ejecutivo como en el Congreso.
Preska dejó en claro en su fallo que no consideró cuestiones políticas, económicas ni estructurales del país y su gobierno de entonces, ni mucho menos especificaciones ideológicas. Y que sólo se concentró en las normas legales que regulaban la operación.
La ganancia de Burford
La demanda fue iniciada por los fondos Burford y Eton Park e incluía una potencial indemnización a los demandantes por entre US$ 7.000 millones y US$ 19.000 millones, a partir del reclamo de los fondos Burford y Eton, que reclaman por el inicio de proceso comenzado el 16 de abril de 2012, cuando culminaba reingreso del estado en YPF, terminando con la gestión de Repsol en la petrolera.
Unos años después, y cuando ya el gobierno kirchnerista había cerrado la negociación para que los españoles expulsados no hicieran juicio y cobraran al contado su salida por unos US$ 6.500 millones, el fondo Burford, especializado en litigios complejos, se enteró que en unos tribunales madrileños se encontraba una causa por quebrantos de uno de los socios privados de la petrolera. Burford reclama por los supuestos daños que el pago a los españoles de Repsol le provocó al 49% restante de los accionistas de la petrolera, luego de la nacionalización de 2012. Ese dinero iría, en parte (unos US$ 1.000 millones) a las arcas del fondo Burford.
Aún es un misterio (aunque hay sospechas de todo tipo) sobre quiénes son los dueños de los derechos de los otros millones de dólares que el país deberá liquidar. Algunas de esas especulaciones hablan de fuertes (y muy serias) vinculaciones políticas locales de los propietarios de las acciones que reclaman por los derechos de ese dinero. Desde la Argentina hay pocas expectativas favorables.
La demanda se inició por la expropiación de la mayoría de las acciones de la petrolera, pero a nombre de las empresas españolas Petersen Energía y Petersen Inversora, dos compañías hoy en quiebra, abiertas por el Grupo Petersen en los días en que era socio por el 25% de YPF y a partir de que el expresidente Néstor Kirchner los hizo entrar como parte de la petrolera. El Grupo Petersen hoy está absolutamente fuera del reclamo y de los derechos a cobrar, situación que está judicialmente aclarada en la Justicia española y reconocida por los propios Burford que desistieron de reclamarle a Petersen.
El gran misterio, por ahora, en esta megacausa es quienes son los socios de Burford en los reclamos. Esta persona (o personas) o sociedades recibirán, cuando Argentina pague, miles de millones de dólares que tendrá que pagarle el país.
Para agregarle misterio a la causa, el 19 de junio (luego de la audiencia), Burford ya había vendido a estos accionistas la venta del 15% del juicio en u$s 66 millones en junio de 2017; tres años después de haberlo adquirido en unos US$ 35 millones en los tribunales madrileños donde se llevaba adelante el concurso de Petersen Energía y Petersen Inversora.
En aquella operación, el fondo de capitales ingleses especializado en adquirir por el mundo causas judiciales semimuertas para luego inyectarles capital y argumentos penales y comerciales para revivirlas y accionar en consecuencia; había valuado la totalidad de la causa por la renacionalización de YPF en unos US$ 440 millones; mientras le declaraba a Preska por un reclamo general de más de US$ 3.000 millones.
Con esos US$ 66 millones de venta del 15% de la causa a los misteriosos accionistas de la causa, Burford Capital puedo solventar todos los gastos de la causa, tanto su adquisición en Madrid, como las acciones judiciales en el Segundo Distrito Sur de Nueva York. Si se ratifica el fallo contra el país por U$S 16.000 millones, la ganancia de Burford entre la compra de la causa y el cobro final trepa al 45.000% en algo más de 9 años de juicio. Supera incluso al más de 1.000% de ganancia de los fondos buitre contra Argentina en la causa iniciada en 2006 y finalizada en 2016. Notable.
Quiénes están detrás de los buitres
Burford no es en realidad experto en inversiones financieras (mucho menos en el mundo energético o petrolero), sino que su especialidad son los megajuicios por demandas millonarias, en general, a compañías en quiebra o empresas en bancarrota que tienen demandas anteriores sin definir y que necesitan efectivo para enfrentar su cierre o concurso. Fue el caso de Petersen, que luego de la renacionalización del 51% de YPF en mayo de 2015 quedó sin poder sostener la compra del 25% que había acordado en los tiempos de Néstor Kirchner, y se vio obligado a presentarse en concurso.
Antes dejó claro que no podía seguir adelante sosteniendo ese porcentaje por la manera en que se decidió reestatizar la petrolera y la prohibición explícita del Gobierno argentino de redistribuir dividendos en la nueva YPF. La causa se basa en el reclamo de Burford por la forma en que se nacionalizó la petrolera sin realizar una Oferta Pública de Adquisición (OPA), tal como figuraba en el estatuto definido en 1993 durante la privatización impulsada en la presidencia de Carlos Menem. Allí el país se comprometía en la Bolsa de Comercio de Nueva York a que cualquier operación de adquisición posterior de una porción de la petrolera argentina obligaba a hacer una oferta por el total de las acciones del mercado.
La demanda fue iniciada por un especialista mundial en este tipo de batallas: el fondo Burford Capital. El tipo de maniobra en que se especializa es ofrecer a tribunales de todo el mundo dinero al contado a cambio de la venta de la totalidad o parte de los derechos de estas causas.
Este gigante financiero con espaldas amplias, luego aplica el profesionalismo de sus abogados internacionales con toda la paciencia del mundo para esperar los fallos finales. De hecho, esta causa comenzó a ser negociada por Burford en junio del 2013; con lo que pudo esperar una definición de 10 años.
El reclamo original del fondo es por los supuestos daños generados al resto de los accionistas de la petrolera argentina, luego del pago que se le hiciera a los españoles de Repsol por la reestatización del 49% de YPF en 2012. Burford le había comprado a dos empresas españolas, Petersen Energía S.A.U. y Petersen Inversora S.A.U. (sin vinculaciones ya en ese momento con el grupo argentino Petersen), el privilegio de presentar un caso contra la República Argentina y contra YPF, luego de la expropiación de Repsol en 2012.
Finalmente, el 11 de julio, la compañía anunció que había comprado al fondo estadounidense Eton Park Capital una participación del 70% en un caso similar presentado contra el soberano e YPF en 2016.
Según comenta el especialista Sebastián Maril, “Burford tiene derecho al 70% de la sentencia en el caso de YPF por el cual pagó US$15 millones más los gastos. Burford estima que el valor del caso de YPF es de US$ 800 millones y ya ha realizado transacciones en el mercado secundario por una ganancia de US$ 121 millones. Al 30 de junio de 2018, Burford ya había vendido a inversores institucionales el 28,75% de los derechos de litigar contra YPF por US$136 millones”.
Para todos será un gran negocio, en el caso que la Corte Suprema de EE.UU. vuelque la balanza a favor de los litigantes. El fallo global podría llegar a los US$ 2.000 millones de capital original, más los intereses que fije el tribunal primario más los gastos generados por toda la causa. De ahí surgen los U$S 16.000 millones finales.
Los dólares irían en su mayoría a las arcas del fondo Burford. Aún es un misterio (aunque hay sospechas de todo tipo) sobre quiénes son los dueños de los derechos de los otros millones de dólares que el país deberá liquidar. Algunas de esas especulaciones hablan de fuertes (y muy serias) vinculaciones políticas locales de los propietarios de las acciones que reclaman por los derechos de ese dinero.
Profesionalmente es imposible que desde Burford o cualquier tribunal de los Estados Unidos dé los nombres de esos socios del fondo litigante, ya que hay un resguardo absoluto de parte de la jurisprudencia norteamericana de mantener a los accionistas en secreto. Sólo por pedido expreso de algún juez local, algún colega norteamericano accedería a entregar esa información. Dependería de los tribunales locales.
El Grupo Petersen quedó ahora formalmente absolutamente fuera del reclamo y de los derechos a cobrar, con lo que el gran misterio (por ahora) de esta megacausa es quién es el socio de Burford en los reclamos. Esta persona (o personas) o sociedades recibirán, si Argentina pierde el juicio, miles de millones de dólares que tendrá que pagar el país.
Tampoco YPF como empresa es responsable de las consecuencias del juicio, tal como lo dejó expreso Preska en su fallo de marzo pasado. Así, la petrolera y sus activos en todo el mundo (incluyendo en los Estados Unidos), están a salvo de embargos y otras acciones penales. No se sabe aún si esto alcanza también a los bienes expuestos de la Nación ante el mundo.
Una historia que el país ya conoce de cerca, cuando desde el tribunal de Thomas Griesa se inició una cacería mundial de bienes argentinos para ser embargados a nombre del fondo buitre Elliot de Paul Singer. Un demandante que, al lado de Burford, se quedó corto.

El Banco Central, en velocidad crucero a días del cambio de gobierno

El dólar blue y una brusca caída en el cierre de la jornada

La Argentina que viene: qué dicen Juan Carlos De Pablo y Santiago Kovadloff

En medio de la transición, el dólar blue continúa bajando

El guiño del FMI a Javier Milei a días de su asunción

Importaciones: la bomba millonaria que Alberto y Massa le dejan a Milei

Vinos: se frenó la caída del consumo en el mercado interno en octubre
