Exclusivo: los dos grandes actores financieros internacionales que ya hablan con Milei
Bancos y fondos de inversión del exterior están empezando a mirar a Javier Milei con otros ojos. Incluso sus propuestas más audaces empiezan a ser analizadas, en el convencimiento de serán temas de agenda si el líder libertario se impone en las urnas.
Parece que es cierto. Javier Milei y su equipo (la parte más seria de él) ya están hablando en profundidad con dos entidades financieras del más alto nivel internacional. Y que le darían credibilidad extrema a su propuesta económica, incluyendo la dolarización y el desmantelamiento de la bomba de Leliqs, las dos joyas de la propuesta económica del candidato vencedor de las PASO y sobre las que, en caso de vencer en las elecciones presidenciales, sí o sí deberá avanzar.
Se trata del fondo de inversión BlackRock, el más grande del mundo en su expertise, y el banco norteamericano Bank of America (BOFA) uno de los tres más importantes del mundo. Ambos estuvieron presentes en aquella reunión en la casa del exCEO Gloabl para América Latina del HSBC Gerardo "Gerry" Mato, y donde el Juan Napoli y Darío Epstein se dedicaron durante cuatro horas a contestar preguntas difíciles y complejas de más de 60 representantes de entidades financieras de todo el mundo, interesadas en la propuesta concreta del vencedor en las PASO y tan curiosos como preocupados por sus ideas radicales.
En el encuentro, en el que todos se juramentaron secretismo absoluto, primaron las preguntas técnicas y políticas sobre las posibilidades reales que Milei pueda ejecutar sus ideas irrenunciables, en palabras del propio candidato. Y si bien en general hubo escepticismo y hasta algún representante de un banco latinoamericano que les aclaró a los dos enviados especiales que "no hay dólares para Argentina", luego del encuentro en el quincho de Mato en Greenwich los contactos continuaron.
Y se profundizaron, ya con la intervención indirecta de Milei. La avanzada ya tiene nombres y apellidos con propuestas concretas de parte de BlackRock y BoFA de hablar sobre condiciones de ambas operaciones. Y si bien aún no hay acuerdo, entre aquella reunión de hace un mes y el comienzo de esta semana hubo mucho diálogo, ya a nivel técnico.
El diálogo más fuerte se está dando sobre las posibilidades de intervención en los procesos de negociación de un proceso de mediano y largo plazo de dolarización, sobre la base del depósito sobre garantías de bonos públicos, emitidos por el país en la renegociación de agosto de 2020, y que están en poder del Estado nacional y que navegan desde aquel momento en precios de default.
El negocio de la operación sería que se tome la garantía sobre la base de los valores de cotización actual, y que los inversores ganen cuando el proceso de incorporación de la moneda norteamericana (o su Plan B una canasta de monedas) avance. En todo caso, hacen número los inversores interesados, el cálculo final sería de un empate en el caso que la dolarización no avance, ya que esos títulos no podrán cotizar menos de lo que cuestan hoy en el mercado de capitales.
En el caso de la desarticulación de la bomba de Leliqs, el diálogo se basa en un plan de canje de dimensiones históricas para el país, con cambio de moneda de la deuda en pesos que representan esas letras de financiamiento del Banco Central al estado nacional, pasando de los actuales más de 20 billones de pesos a dólares.
Sería una operación de más de U$S 54.000 millones, un número que sería récord para el país. Y cuyo desmantelamiento vía cambio de cotización de pesos a dólares implicaría asumir una deuda en divisas aún superior a la que se mantiene con el FMI (U$S 44.500 millones) y similar a la del canje del 2020.
Según Milei y su equipo, esta operación sería inevitable si se quiere avanzar en la estabilización de la economía argentina y, también, en la concreción de su gran sueño dolarizador, en su versión de entre 1,5 y 2 años.
Sin embargo, hay interesados. Curiosamente, el BoFA y BlackRock se cruzaron no hace tanto tiempo por Argentina. En mayo de 2020, el primero actuaba como uno de los agentes colocadores de los futuros nuevos títulos públicos que el país negociaba con acreedores de deuda emitida bajo legislación internacional, en un proceso que sería exitoso y que comandaba el entonces ministro de Economía Martín Guzmán
La operación se cerró en agosto, pero para el período junio-julio todo parecía caerse ante la posición algo irreductible de los fondos acreedores más importantes, encabezados por la casa que abrió Larry Fink. Ante el estancamiento de las negociaciones, y sin que se tratara de una responsabilidad propia, el BoFA y el HSBC (el otro banco que operó de colocador) le dieron un guiño al país para ir un poco más allá en sus tareas y trabajar a favor de un acuerdo.
El BoFA en particular creía que la posición dura no era la de Guzmán, sino que venía de parte de los acreedores más duros, pero hoy está algo radicalizada y creen que algunos de los reclamos eran extemporáneos a la propuesta. Y con un matiz incluso vengativo.
Se consideraba en esos tiempos que alguna de las posiciones de BlackRock buscaba en la renegociación con la Argentina modificar nuevas normas financieras internacionales de los procesos de colocación de deuda soberana voluntaria en los mercados internacionales.
Incluso que esta posición dura del fondo de inversión de Larry Fink (compartida por sus pares del grupo AdHoc), podría perjudicar el gran negocio de colocación de títulos púbicos en Wall Street. Y, acto seguido, se podrían perjudicar ambos bancos en su rol de especialistas en el mercado de lanzamiento de deuda de países soberanos.
El punto fundamental donde los dos bancos no coinciden con el gran fondo de inversión de Fink, es en el reclamo del indenture de los bonos (condiciones de los títulos) lanzados para los canjes de 2005 y 2010 para la deuda emitida luego de 2016. Se trata del reclamo para que la posibilidad de ejecutar juicios sumarios ante el segundo Distrito Sur de Nueva York, en el caso de que la Argentina vuelva a caer en default, sin necesidad de aplicar las cláusulas “antibuitre”.
Éstas implican que para avanzar en una presentación judicial se debe esperar, entre otras cuestiones, a que termine la vida útil del bono emitido y una mayoría de casi el 35% de los tenedores de deuda. Estas restricciones, que no figuraban en la propuesta de Guzmán para los bonos emitidos en los canjes de 2005 y 2010 son rechazadas por BlackRock y compañía.
Mencionaban que la eliminación de esta cláusula de la oferta es necesaria ante la sospecha de que el país volverá a entrar en default en unos años, y que se trata de un “deudor recalcitrante”. Para el BoFA aquel reclamo de BlackRock era indefendible. Y asi quedó plasmado en el acuerdo final de agosto 2020.

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