Inflación: cuál es el próximo día clave en la carrera de Sergio Massa hacia la Presidencia
La difusión del dato de inflación de agosto puso al oficialismo ante la urgencia de dar buenas noticias en la previa de la elección general del 22 de octubre. Cómo se mezcla la devaluación, el acuerdo con el FMI y el mega paquete de medidas de presentó esta semana Sergio Massa.
El 12 de octubre de 2023 quizá pueda ser una de las fechas más importantes en la vida política de Sergio Massa. Ese día, a las 16 horas, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dará a conocer el dato de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el último dato de la inflación minorista hasta las elecciones presidenciales del 22 de octubre, donde el ministro de Economía es el candidato del oficialismo. Allí será el momento en que todo el peronismo se juega la permanencia en el poder. Y su futuro como frente político, otrora casi invencible.
Sabiendo que la inflación es el principal problema de las familias argentinas, de la visión que tengan estas sobre cómo está afectando la suba de los precios a las bombardeadas economías familiares, dependerá parte de la voluntad de elegir al ministro como el responsable de manejar el país en el período diciembre 2023- diciembre 2027. Gran parte de esta suerte económico- electoral dependerá de lo que el organismo que maneja Marco Lavagna difunda en las redes ese día a esa hora.
La gran apuesta de Massa y su equipo es que el dato de septiembre 2023 arroje un dígito. En consecuencia, que el ministro candidato pueda mostrarle a la sociedad que luego del sacudón de agosto, provocado por la obligada devaluación presionada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) del 22%, la situación vuelve lentamente a estar bajo control. Y acercándose a aquellos porcentajes cercanos del 6% de junio y julio pasado, cuando parecía que la inflación que iba a una contracción, abortada por la mano maligna del FMI.

Como se sabe, y por cuestiones más de imagen política, no es lo mismo anunciar el 12 de octubre un 9,9 o 9,8% que un 10,1%. Como tampoco presentar un acumulado anual de 91% u 89%. Aún mucho más grave sería plantearle al votante que deberá elegir presidente 10 días después de esa fecha, que el IPC está acelerándose y se muestra por arriba del 12,4% de agosto.
Imposible de imaginar este escenario para el oficialismo. Pero la inflación de un dígito está complicada de lograr. Según anticipa el economista Fausto Spotorno, (que anticipó el dato de agosto) la herencia recibida del mes pasado no baja del 5%. Y se acumuló en las primeras dos semanas del mes un 8% total, lo que obliga al equipo económico a mostrar un alza no mayor al 2% para los últimos 15 días.
Por todo esto, Massa y su gente operan a destajo sobre los precios de este mes, donde se dan paradojas previas como una posible caída en los precios de la carne, pero una aceleración de las frutas y verduras.
El factor IPC
Los colaboradores de Massa le insistieron al ministro esta semana que el dígito de IPC de septiembre es posible. Se asegura que aún es posible dar pelea, siempre que se apliquen ya desde la próxima semana fuertes yunques de contención de los valores que más están presionando al alza: alimentos, bebidas, productos de consumo masivo y textiles.
Para esto, la próxima semana, sí o sí, deben cerrarse los acuerdos de precios con las empresas que más representadas están en las góndolas de los supermercados, y que en las últimas negociaciones más muestras de rebeldías mostraron en los encuentros que organiza el secretario de Comercio, Matías Tombolini.
Sabe el titular del Palacio de Hacienda que ya cerrado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una relación con el organismo financiero en pausa hasta que se sepa quién sucederá a Alberto Fernández, su suerte como candidato y ministro estará relacionado lograr algunas metas mínimas en el principal problema que tiene hoy la economía argentina: al menos dar indicios de estar frenando el golpe inflacionario.
Luego de la aceleración inevitable que en agosto tuvieron los precios, luego de la inevitable devaluación negociada con los técnicos del FMI, como condición indispensable para que hubiera un programa de Facilidades Extendidas, aun en condición temporalmente precaria.
Precios disparados
Todos los analistas, políticos y funcionarios actuales o potenciales saben que la suerte de la economía (y la política) de la Argentina depende en una primerísima instancia de tener vigente un acuerdo con el FMI, aunque sea precario como el actual. Las consecuencias de no tener relación activa con el organismo que maneja Kristalina Georgieva serían imprevisibles, medidos no sólo en alza de los precios, sino en caída drástica de la actividad económica, sin hablar de potenciales crisis financieras de fronteras imposibles de pronosticar.
Por esto, lo más importante para Massa (teniendo en cuenta su gestión y su candidatura) era llegar a que el Board del FMI firmara lo negociado. Así se hizo, lo que le permite al ministro hoy ser un candidato competitivo. El problema ahora es otro. Y más cercano a la gente: que la inflación acelerada derivada de la devaluación que incluía inevitablemente el acuerdo con el Fondo no termine de bombardear sus posibilidades electorales.
Llevado a términos numéricos y porcentuales, Massa necesita llegar a un eventual balotaje con una inflación acumulada de dos dígitos en el año y en franco descenso. Más complejo es el panorama para el oficialismo ante una eventual segunda vuelta, pactado para el 19 de noviembre, donde se iría a votar con un anuncio previo de un IPC de octubre 2023 presentado en sociedad el martes 13. Sólo seis días antes del escrutinio definitivo.

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