La crisis llegó al vino y las ventas cayeron un 20% en marzo
La caída en el poder adquisitivo debido a los altos niveles de inflación se sumó a la suba de los precios “extra” por la baja cosecha de este año. En un contexto incierto, se espera un año de menos ventas, pero apuestan a un segundo semestre de menor caída.
El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) anticipó los datos de comercialización de vino dentro del mercado interno. En marzo de 2023 los despachos bajaron 21% mientras que en el acumulado trimestral se registró una merma en el consumo del 13%. Desde la industria comentaron que es un resultado prácticamente cantado ya que la situación económica suele impactar en las decisiones de compra.
El ritmo mensual del 7% de inflación durante los primeros meses del año con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo es uno de los motivos. Para abril, la consultora Evaluecon relevó una suba de 8,4% con el consiguiente impacto en las estrategias de compra y supervivencia que deben implementar las familias. “Esta cifra es el fin de una novela esperada, no había forma de que no cayera”, expresó Sergio Villanueva, presidente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
El vino no es un producto de primera necesidad y lo que las personas suelen dejar de lado en el supermercado cuando las cuentas no cierran. Sin embargo, la situación macro del país se combinó con la micro de la vitivinicultura, que este año tuvo una baja mayor al 20% en la cosecha debido a las heladas tardías y otras contingencias climáticas. La escasez en volúmenes tienen un claro impacto en precios a lo que se suma la variable dólar ya que buena parte de los insumos están dolarizados.
La mayor caída en las ventas se registró en los varietales (-27,8%), seguidos del tetra brik (-23,2) con los espumosos casi igual (-22,8%). Entre enero y marzo, en tanto, la baja acumulada fue de 13,4%. Durante ese período el varietal y el tetra cayeron a la par con una disminución de 15,4% y de 15,7%; respectivamente. “Dada la situación del país no es una debacle, pero la tendencia continuará”, reflexionó Villanueva, también gerente del Fondo Vitivinícola, entidad encargada de promover el consumo de la bebida nacional en Argentina.
Bolsillos flacos y dólar alto
El vino es un bien que siempre ha estado atado a precios no solo porque no es una prioridad sino porque tiene sustitutos diversos. Para Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación Cooperativa de Vitivinicultores (Acovi) la caída que se observa desde el año pasado no afloja ya que las personas no tienen plata en el bolsillo. “Quien consume vino dijo ‘hasta aquí estoy dispuesto a pagar’”, graficó Ruggeri.
Según las estadísticas que lleva la Bolsa de Comercio de Mendoza, el precio del vino genérico de traslado el 23 de diciembre de 2022 era de $130 y el 28 de abril de 2023 costaba $200. Se trata de un aumento del 53% en cuatro meses. Esta es una variable que sirve como referencia de suba y, aunque no es menor, no es el único costo que maneja la industria sino que hay que sumarle distribución, embotellado, corchos y etiquetas; entre otros.
“Estos precios están dolarizados y se mueven todos los días”, contó Ruggeri. En este contexto, se espera que acorde con la inflación y el dólar paralelo los vinos continúen su tendencia alcista en precios y a la baja en ventas. Según Villanueva, el 85% de los vinos embotellados que hoy se consumen cuestan entre $600 y $1200 la botella.
En este contexto, esta gama de precios es la que se lleva el mayor volumen de despachos en el mercado interno local y apunta a los sectores medios de la sociedad; hoy unos de los más complicados por los embates de la inflación. Más allá de la estructura de costos, la pérdida de referencias en precios, valor de reposición y hasta restricción por parte de la oferta hasta saber qué pasará; también forman parte del combo.
Un año de retracciones
En la actualidad, la vitivinicultura posee un mercado externo hoy muy complicado debido a las restricciones cambiarias y a que la promesa del dólar vino no es fácil de concretar y podría hacer agua; al menos para algunas bodegas. En este contexto, el consumo interno fue una manera de sobrevivir de muchos debido a la posibilidad de ajustar precios; algo que no es posible en el mercado internacional.
La inestabilidad del próximo año y el impacto de las contingencias, anticipa un 2023 de números negativos. Desde la visión de Villanueva, la baja podría morigerarse a partir del segundo semestre cuando ya esté disponible el vino nuevo. Así, la caída promedio actual del 13% podría pasar a una cercana al 7% en medio de una suerte de reacomodamiento de la industria que hoy está enfocada en controlar daños.
No hay que olvidar que, pese a las ayudas, muchos viñateros todavía no saben cómo harán para recomponer sus cultivos dañados y poder cosechar el año que viene. “La helada mostró con mayor crudeza la falta de políticas y de previsión, lo que implica aceptar la realidad actual”, comentó Villanueva. Frente a la menor cantidad de consumidores de vino que se espera, Ruggeri expresó que las empresas buscan alternativas para salir adelante, pero que frente a la inestabilidad, todo parece trasladarse a precios en una especie de bucle defectuoso.

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