Elecciones

Guzmán: la curiosa y sorpresiva arma de campaña

Dentro del kirchnerismo se cree que el ministro puede atraer votos de la esquiva clase media urbana. Buena perfomance en el debate por la deuda externa. Guzmán hace su juego y busca convencer opositores.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño domingo, 29 de agosto de 2021 · 07:23 hs
Guzmán: la curiosa y sorpresiva arma de campaña
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Tiene el aval, indispensable, de Cristina Fernández de Kirchner. Recorrió el país, y continuará haciéndolo. Tiene libertad para polemizar públicamente sobre los temas que maneja, algo que la coalición gobernante sólo permite a cuentagotas. Se considera que pudo batirse a duelo con Cambiemos sobre un tema clave de la campaña; y que, a diferencia de muchos de los que participan activamente de actos públicos y circulan con los medios, salió airoso y vencedor. Y tiene una virtud casi única para el oficialismo: parecería ser que es uno de los pocos, sino el único, que podría atraer hacia las listas del gobierno, a los hoy rebeldes votos de la clase media y media alta.  

Martín Guzmán está en campaña; para sorpresa de propios y extraños, parece que le va bien. O al menos eso creen desde las oficinas desde donde se maneja la campaña política del oficialismo mirando a las PASO; allí en las últimas semanas solo se contabilizan preocupaciones y encuestas esquivas. En medio de un maremoto negativo, parecería que Guzmán suma. Y, en consecuencia, se lo utiliza al máximo.

El ministro participó ya de varios actos  políticos en el conurbano bonaerense, donde se dirime la madre de todas las batallas de las próximas elecciones. Estuvo también en Capital Federal, donde, según las encuestas, es el único integrante del gabinete nacional que pelea algún lugar donde las opiniones positivas y negativas se igualan. El resto, como dicen en el ambiente futbolero, "se van para la B".

Guzmán también dio su apoyo a varios candidatos del interior; incluyendo una visita de presencia absoluta en Mendoza, con actos circunvalantes con la candidata preferida de Cristina Fernández de Kirchner, Anabel Fernández Sagasti. El ministro de Economía circuló además por La Pampa, San Juan, Río Negro, Catamarca y Tucumán; y tiene una agenda nutrida hasta el 12. Al tener un cargo central, el ministro tiene la ventaja de poder viajar para participar de diferentes actividades, ya que es lo normal para su cargo. Y, de paso, apuntalar candidatos locales.

La preferencia de los popes de la campaña, es que por su porte y contacto con la sociedad, sea en los centros urbanos donde desarrolle sus actividades de apoyo político; dado que la visión realista del kirchnerismo apunta a que es en las ciudades más grandes del país, donde más esquivos le son los votos. Y donde más el ministro puede ayudar, dada la relativa buena imagen (o al menos idea de hombre sensato, en un espacio donde a veces cuesta encontrarlos) que muestra Guzmán ante la sociedad.

El ministro fue habilitado personalmente por la ex Presidenta para detentar este rol. Y no ahora, sino en un encuentro cumbre que ambos mantuvieron al inicio de la campaña. Fue el 23 de julio pasado, donde en un encuentro de cinco personas clave para el oficialismo, la vicepresidenta avaló el plan de utilizar los Derechos Especiales de Giro (DEGs) para pagar vencimientos de deuda al FMI, lo que cambió la cara de los mercados y la economía interna para la campaña.

El sábado 24, el oficialismo inició su campaña nacional desde Escobar, con una Cristina Fernández de Kirchner lanzando la premisa reclamada por Guzmán (y el presidente Alberto Fernández), para que los tiempos de convencimiento de los votantes se den en un período de paz cambiaria. Como esto se está dando, la vicepresidenta reconoció que el reclamo del ministro era razonable. Más teniendo en cuenta los ruidos políticos que la campaña trae para el oficialismo a partir de los ametrallamientos autoinfligidos por la propia tropa. Comenzando por La Foto y las defensas polémicas del propio Presidente .

El haber liberado a Guzmán para la campaña le trajo también al gobierno una victoria en este proceso pre PASO. Uno de los pocos que pudo mostrar el oficialismo, aún aturdido por los goles en contra. El ministro parece haber solventado con suficiencia, el embate insólito que desde Cambiemos se le dio al gobierno por el tamaño, velocidad y calidad de la deuda externa.

En un terreno raro para que la oposición planteara un debate de campaña con posibilidades de éxito, el ministro tomó rápido el centro de la escena, y llevó la discusión a los medios de comunicación y hasta al Congreso Nacional. Aunque los candidatos de Cambiemos tienen algún tipo de preparación e información sobre los montos del pasivo que está tomando el gobierno actual, el ministro pudo mostrarse con una solidez mayor y demoler argumentos que a priori tendrían algún tipo de andamiaje discursivo. Sin embargo, se llegó al punto de ver el jueves pasado, a un ministro enfrentar a un sólo opositor durante la presentación de un informe sobre la deuda externa en la comisión bicameral que atiende el tema; en un encuentro preparado originalmente para que el ministro tuviera que contestar preguntas sobre el pasivo financiero que se está generando.

En lugar de ganar ese espacio y tratar de arrinconar a Guzmán, la oposición abandonó el debate, presentando en la batalla a un sólo y poco preparado legislador. Se consideró en el oficialismo que lo del jueves pasado en el Congreso Nacional fue una victoria rutilante del local ante el visitante. Algo que se agradeció en los bunkeres de campaña del gobierno, en tiempos donde no sólo el tema de La Foto se niega a morir sino que además se deben dar explicaciones por los exabruptos de alguna que otra profesora sacada filmada en el corazón del conurbano bonaerense. Se sabe en el kirchnerismo puro y duro, que estas imágenes son las que más alejan al votante urbano. Y el hecho que en el mismo día se pudieran mostrar otros argumentos en temas diferentes con un Guzmán ganador por amplio margen, fue un bálsamo.

Mientras tanto el ministro juega su propio partido. La tregua política que le dio el kirchnerismo y su ingreso pleno a la campaña electoral legislativa, le da aire a Guzmán para avanzar en sus dos principales proyectos dentro del oficialismo. Buscar el apoyo final y definitivo para la firma, luego de las elecciones de noviembre, del acuerdo de Facilidades Extendidas que está ya casi definido (al menos en sus líneas generales) con el FMI.

Además de visitar provincias y ver candidatos, el ministro está tendiendo puentes con algún que otro representante opositor para lo que considera clave para el éxito final del acuerdo: lograr que la próxima composición del Poder Legislativo apruebe en el Congreso el acuerdo. Guzmán le garantizó a los funcionarios de Washington, que el Facilidades Extendidas tendrá el apoyo de toda la clase política argentina. Algo indispensable si se considera que los primeros pagos al Facilidades Extendidas deberán hacerse en el segundo semestre del 2026, cuando la actual gestión de Alberto Fernández haya terminado; y cuando seguramente otro ministro esté ejecutando otra política económica.

Lo segundo que busca en estos tiempos, es consenso para que su idea de Presupuesto 2022 sea aprobada por el propio oficialismo. Aún no están los números y porcentajes finales, pero la idea del ministro es que en el próximo ejercicio se incluya una reducción drástica de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos; un proyecto que en el 2021 resultó fallido. Al punto que casi le cuesta el cargo.

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