Nuestros grandes maestros

Luis Aquino, un ecologista “avant la lettre”

En 1968 Nicolás García Uriburu hizo su primera coloración de aguas en los canales de Venecia. Fue una intervención artística pionera en pro de la conservación de la naturaleza que dio origen al arte ecológico y tuvo trascendencia mundial.

Carlos María Pinasco sábado, 18 de diciembre de 2021 · 18:14 hs
Luis Aquino, un ecologista “avant la lettre”
Pontevedra, España. Colección privada.

Ese mismo año, 1968, falleció en Acassusso, Luis Isabelino de Aquino y Bousquets. Había nacido en 1895, en Buenos Aires.

Conservación y ecologismo eran conceptos aun no acuñados a principios del siglo XX cuando Luis Aquino decidió su destino; pero en la elección del camino, la trayectoria y sus obras puede fácilmente descubrirse una actitud en ese sentido.

Descendía de una antigua familia de origen español, Su educación fue esmerada desde el comienzo. No por casualidad se inclinó tanto al humanismo como a las ciencias naturales. Fue colaborador del Premio Nobel Bernardo Houssay e hizo del laboratorio su medio laboral. Paralelamente aprendió los rudimentos del dibujo y la pintura. Desde temprano su temática fue la naturaleza.

Río Gris. Colección privada.

Con el aliento de José León Pagano viajó a Córdoba. En 1925 presentó su primera exposición de paisajes en Amigos del Arte de la calle Florida. Al año siguiente vuelve a la provincia mediterránea para trabajar junto a Fernando Fader, quien generosamente lo acoge en su casa de Loza Corral. Juntos pintan en Ischilín y otros parajes serranos.

Años más tarde Aquino, con humildad, evoca a Fader, como “incomparablemente el mejor dotado y además un raro ejemplo de pura conducta moral”.

Paisaje de Traslasierra. Colección privada.

Sus exposiciones se suceden tanto en Buenos Aires, donde las galerías Muller, Witcomb, Gutiérrez y Argentina se disputan al exitoso artista, como en otras ciudades, (Córdoba, La Rioja, Mar del Plata, Rosario y La Plata). Hace envíos al Salón Nacional y a distintos salones provinciales.

En 1946 es designado director del Museo Municipal de Arte Colonial que por su iniciativa, a partir del año siguiente toma el nombre de Isaac Fernández Blanco. Abandona entonces el microscopio y avoca su vida por entero al arte. 

Algarrobo de 1926. Colección del Museo de Arte de Tigre

Su temática se amplía: pinta los objetos de la colección del museo y hace retratos.

Aflora su raíz hispánica: en 1952 recibe la Orden de Isabel la Católica en grado de Comendador y en 1960 es invitado de honor del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, donde expone veinte óleos. Viaja a Galicia pintando paisajes rurales y urbanos, 

Incursiona en la escultura y se dedica a la medallística. Como destaca el investigador Oscar de Masi, su producción de relieves en placas funerarias de bronce, revela una estética religiosa específica, cercana a los formalismos paleocristianos, románicos y bizantinos.

Capilla Colonial. Colección privada.

Su consagración dentro de nuestro arte, no obstante, se debe a sus límpidos paisajes de nuestra vasta geografía. Nuestros más importantes museos atesoran muchas de estas obras (véanse los de la colección del MAT de Tigre y Museo F. Rawson de San Juan).

En ellas Luis Aquino vuelca su respeto y amor por la naturaleza, destacando su belleza en obras igualmente bellas.

El temperamento, sobrio, fraguado en la formación científica, y su itinerario de autodidacta, marcaron en Aquino la soledad de su desempeño artístico.

José León Pagano dejó consignado: “Es un aislado. Solo, sin atuendo, al margen del salón oficial…No pertenece a capilla o grupo alguno. No es un gregario”. Sus paisajes reflejan aquel trasfondo de soledad. Fue en la naturaleza donde encontró el sosiego e inspiración de su obra y el respeto a la Naturaleza lo convirtió en un pionero en su conservación.

*Carlos María Pinasco es consultor de arte

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