Entrevistas MDZ

Es norteamericano, sobrevivió al 11-S y escapó a la Argentina en busca de paz

En un mano a mano muy jugoso, David English contó su historia: el trágico 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, por qué eligió Argentina y Mendoza para vivir, y su amor por este país, son algunos de los tópicos que desarrolló el "mendocino por elección" en la entrevista con MDZ.

Julian Crowe
Julian Crowe domingo, 4 de junio de 2023 · 11:03 hs
Es norteamericano, sobrevivió al 11-S y escapó a la Argentina en busca de paz
David English pasó por la redacción de MDZ para contarnos su increíble historia Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

Argentina es un país increíble. Sus recursos, sus paisajes, su flora, fauna y gente lo convierte en un sitio atractivo para cualquiera; y en ese sentido, Mendoza es una tierra que ha cobijado a propios y también a extraños que se han enamorado de la provincia y la han convertido en su hogar. Sin embargo, los argentinos, sobre todo los jóvenes, despotrican recurrentemente contra el país: la cantidad de impuestos, la inflación y la burocracia, entre otros problemas, son algunos de los temas que están en agenda a diario, y que motiva a muchos a pensar en emigrar.

David English no piensa lo mismo: el hombre norteamericano de 52 años presenció con sus propios ojos el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, y tras ese hecho tan trágico en la historia de Estados Unidos, huyó aterrorizado a Argentina. David aprendió a amar nuestro país, y enfatiza en la importancia de destacar los aspectos positivos de Argentina y Mendoza.

David English pasó por MDZ y habló de todo.

- ¿Te decimos ‘David’, o ‘Deivid’ (N de R: así se pronuncia en Inglés)?
- Siempre digo que después de 20 años en Argentina, es David.

- Tenés una historia de vida increíble, pero me gustaría empezar preguntándote acerca de tu infancia: ¿Dónde naciste?, ¿cómo fue tu niñez?
- Nací en el estado de Oklahoma, en 1970; pero poco después nos mudamos a Nashville, que es la ciudad de música ‘country’ en Estados Unidos, donde nació Miley Cyrus. Allí empecé a tener mi vida de adolescente. Fue todo muy bonito, un lugar parecido a Mendoza en varios sentidos: encantador, con una iglesia en cada esquina, donde la gente mantiene sus tradiciones y su cultura; y una ciudad del mismo tamaño que Mendoza, quizá un poquito más grande. Así fue mi infancia.

- ¿Con quiénes te criaste?
- Con mis padres y mi hermano. Teníamos muy lejos a nuestros parientes, y eso es algo que aprendí a valorar en Mendoza: tener todos los parientes cerca, juntarse todos los domingos para almorzar, con los primos los tíos y los abuelos. Eso, que en muchas partes de Estados Unidos no existe, porque la gente se muda por trabajo sin pensarlo dos veces y rompen el vínculo con sus familiares y parientes.

David y su hermano mostrando un cartel de Nashville, ciudad en la que vivió toda su infancia.

- ¿El vínculo no es tan cálido como puede llegar a ser acá en Argentina?
- No, por factores culturales, el énfasis en el dinero y la economía. Viví muy lejos de mis primos, tíos y abuelos; a 1000, 1200 kilómetros, casi como si fuera de Mendoza a Buenos Aires; y si vos ves a tus primos, tíos y abuelos una vez al año, o dos con suerte, por un período total de 10 días, no tenés relación con esa gente. Termina siendo más familiares los amigos de tu ciudad o tus vecinos que tus parientes de sangre. Entonces, viviendo yo acá en Mendoza, aprendí a valorar esto de tener a los parientes cerca. Yo viví eso con mi hijo que nació acá y su madre es argentina: todos los días puede ir a la casa de sus abuelos, de sus tías. De hecho hoy vamos a ir a comer locro (N de R: la entrevista se filmó el 25 de mayo) con sus abuelos; y eso en Estados Unidos se hace solo una vez por año en el Día de Acción de Gracias; y me preguntan a veces: ¿es verdad que en Estados Unidos no hacen sobremesa?. No, no es verdad, estoy hablando en términos un poco exagerados. Si hacen sobremesa en Estados Unidos, el Día de Acción de Gracias, es decir: una vez al año, donde se junta toda la familia, con suerte, comen un pavo gigante, y se quedan alrededor de la mesa un ratito charlando, pero es un día. Acá yo creo que la sobremesa existe al menos todos los domingos con la familia. Así es en Mendoza, en particular.

- Volviendo al tema del Día de Acción de Gracias: ¿es así como se ve en las películas?
- Sí, bastante. Cada familia es distinta, obviamente. Estados Unidos es un país muy diverso como Argentina, entonces tenés muchas culturas: gente de otra parte del mundo y gente que no tiene nada que ver con el Día de Acción de Gracias; entonces no todos lo festejan. Pero la gente que lo festeja, lo hace parecido a las películas, con el pavo y toda la comida típica, la familia alrededor de la mesa, etc. Entonces, es un momento muy lindo en la cultura de Estados Unidos, y es una lástima que no ocurre más a menudo, como ocurre acá en Mendoza todos los domingos con la familia; pero sí es una de las tradiciones típicas y más lindas de Estados Unidos.

- Viviste mucho tiempo en Nueva York: ¿a qué edad te mudaste?, ¿a qué te dedicabas?
- Me mudé a Nueva York con 29 años y estaba trabajando en una empresa de telecomunicaciones, implementando sistemas WiFi en las oficinas de empresas muy grandes de Estados Unidos, que tuvieron sus sedes en Nueva York. Entonces, por eso me encontré en Nueva York la mañana del 11 de septiembre de 2001. Mi oficina estuvo al lado de las Torres Gemelas, y todas las mañanas, llegaba al subsuelo, porque había una estación de subte debajo de las Torres, llegaba ahí, y cerca de las 9 de la mañana, ese día en particular tenía que buscar un contrato en la oficina que iba a firmar para implementar sistemas WiFi en City Bank, uno de los bancos más grandes del mundo, que tiene su sede mundial en Nueva York.

David English presenció en vivo y en directo esa mañana fatídica del 11 de septiembre en Nueva York.

Por eso no estuve cuando el primer avión impactó. Estuve en el ascensor del edificio, bajando con ese contrato en mano, para ir a una reunión en otra parte de la ciudad, y no escuché ni vi ese primer impacto porque estaba bajando el ascensor. Cuando llegué a la calle, habían cenizas cayendo del cielo. Rarísimo, porque fue un día soleado espectacular; como tantos días tenemos acá en Mendoza: sin nubes y el cielo azul. Estaba caminando hacia otra estación de subte para ir a la reunión. Y la gente en la calle, también: nadie estaba mirando arriba justo en el momento que llegó el primer avión, porque nadie lo estaba esperando. Entonces, nosotros vimos un agujero en la torre, humo y todo; y digo: “Bueno, ha sido una avioneta, un helicóptero”. En Nueva York siempre pasan cosas así. Es como Buenos Aires: mucho quilombo (risas); entonces siempre se cae una grúa, explota un conducto de gas, hay tiroteo, etcétera; pero la gente sigue haciendo negocios. En Nueva York, los negocios no paran para nada. Así es que nosotros seguimos en camino.

Nueva York fue la ciudad que impactó fuertemente en la vida de David.

Decidí parar en una esquina donde había un teléfono público, porque sabía que esto iba a salir en las noticias y no quería que mi papá se preocupara. Entonces, llamé a mi papá para decirle que estaba bien, que algo había pasado, pero que no me pasó nada a mi. Cuelgo el teléfono, y unos segundos después, pasa por arriba el segundo avión, y prácticamente cae en mi cabeza. Empezaron a caer escombros, la gente estaba gritando, llorando; una mujer recibió una llamada de su novio/esposo en la torre; y fue sumamente impactante ese momento. También al momento de bajar a la estación de subte y entrar al vagón, porque mis padres nos habían enseñado a mi hermano y a mi, que cuando ocurre una emergencia o algo inesperado, había que irse lo más rápido posible del lugar, bajé a la estación de subte para irme de la zona y entré al vagón, donde hace 22 años no había señal, ni WhatsApp, ni nada de eso. Entonces nadie en el subte se había enterado lo que estaba ocurriendo arriba en la calle, donde había caos y pánico total; y en el vagón había silencio: nadie hablando, nadie con música, nadie con nada. Era otro mundo, y fue increíble el contraste, que nunca me voy a olvidar, entre el caos total, y la paz total, con una diferencia de 3 metros.

- ¿Fuiste el único que bajó a la zona del subte?
- Sí, no recuerdo otra gente alrededor bajando y entrando al subte. Mucha gente se quedó como congelada ahí en esa esquina, mirando. Yo creo que es una tendencia del ser humano hacer eso: cuando hay algo inesperado, uno no sabe que hacer; y a veces vemos esto también cuando hay choques en la ruta, en el Acceso Sur. Todos paran, todos frenan y miran. Es característica del ser humano, la gente hace eso porque algo esta ocurriendo, como una película en su cara, y entonces se quedan ahí mirando; pero gracias a lo que me enseñaron mis padres, no hice eso y me fui. Me di cuenta de que era grave: un avión puede ser una casualidad, pero ya dos aviones significan que es un atentado; y quería irme lo más lejos posible de Zona Cero: me fui en subte, y luego en avión para venir acá, y cambiar totalmente mi vida.

- Es un dato muy curioso y muy interesante, que después de abandonar la Zona Cero y agarrado tus valijas o tus maletas; hayas elegido venir a Argentina: ¿qué se te cruzaba por la cabeza cuando estabas haciendo las valijas y pensabas “a donde voy”?, ¿pensaste en otros lugares?, ¿habías venido antes a Argentina?, ¿qué datos tenías?
- Había estado acá en Argentina antes, tuve historia acá y la buena suerte de conocer Argentina, a los argentinos, su cultura, sus valores, cosas como saludar con un beso y un abrazo, etc. Elegí Argentina como mi destino, en función del estilo de vida acá, elegí también muy a propósito Mendoza, en función de todo lo que existía y lo que no existía acá hace 21 años. Me parecía una tierra de oportunidades dentro de Argentina, casi única, por su combinación de factores atractivos que todos conocemos bien viviendo acá: las bodegas, el clima, el potencial de la gente, la calidad de la comida, etc. Entonces, entre todos los 40 países a los que había conocido en el mundo hasta ese momento, hace 23 años, como Australia, Japón, todos los de Europa, etc; elegí muy a propósito Argentina.

"Cambié el sueño americano por el sueño argentino.  Argentina me ha cambiado la vida."

- ¿Lo volverías a hacer?
- Sin ninguna duda porque Argentina me ha cambiado la vida, me ha hecho la persona que soy hoy, y la que siempre he sido; pero creo que en Estados Unidos, por la cultura y el estilo de vida allá, mi verdadera forma de ser estuvo tapada. Acá, mi forma de ser podía florecer, dentro de esta cultura y esta sociedad argentina y mendocina, donde he logrado mucho más de lo que podría haber soñado la mañana del 11 de septiembre cuando tomé el subte para ir a mi trabajo. Soy otra persona, y es un poco insólito decirlo; pero cambié el sueño americano por el sueño argentino, que es cambiar una sociedad donde el tiempo es dinero, por una sociedad donde el tiempo son relaciones, y creo que esa es una diferencia clave entre las dos sociedades, que es lo que la gente olvida. Yo intento destacar y hacerles acordar a los argentinos en redes, y en entrevistas que doy, que este país en algunos sentidos, es uno de los países más ricos del mundo.

Mendoza fue la tierra que cobijó a David luego del 11 de septiembre. El norteamericano disfruta mucho vivir en la provincia.

- Mucha gente viene de afuera valora toda esa calidez, relaciones que tiene Argentina pero también hay una realidad que marca que los jóvenes a veces decimos: “Este país no da para más, por la economía, la inflación, el dólar, etc”; y vos justamente te hiciste conocido en redes sociales por valorar esos atributos positivos que tiene Argentina. ¿Qué le dirías a esa gente de Argentina que se quiere ir, incluso a Estados Unidos, por ser potencia mundial?
- Que tienen razón. Nunca digo que Argentina es el país ideal para todos los argentinos. Lo que siempre digo es que aquel que está contemplando irse, ponga en el balance lo bueno y lo malo, en función de quién es cada uno como individuo, debe elegir; pero no hay que olvidarse de los valores y costumbres que tenemos, que son casi únicos en el mundo en su combinación. Hay países donde se saludan con beso y abrazo, pero no que duerman siesta, hagan sobremesa, tomen mate y coman asado; y esa combinación de factores es única. Entonces, lo que siempre digo es que hay que pensar en las cosas buenas también; porque ya sabemos todas las cosas malas que hay por lo que informan los medios todo el tiempo: motochorros, políticos, dólar, inflación, etc.

Viajar y vivir afuera, es una excelente oportunidad y experiencia para una persona joven; yo diría esencial si uno tiene los medios para ir a vivir afuera, para crecer como persona, aprender otro idioma, descubrir que es lo que hay dentro de uno y lo que realmente valora. Entonces, a veces hay que vivir en Europa, en Alemania o en Canadá para darnos cuenta de lo que tenemos acá en Argentina, porque en otros países falta el beso y el abrazo, el asado y el mate; y ahí nos damos cuenta cuanto vale llevarse bien con el vecino, juntarse a tomar un “fernecito” en la tarde, o comer la merienda.

El mate se convirtió en un gran compañero de David cuando llegó a Mendoza.

Hay miles de argentinos que me escriben mensajes desde afuera, como una mujer que está viviendo hace 23 años en Minneapolis, se casó con un norteamericano, y me dice, “cuánto extraño”; y tiene una casa hermosa, tres autos, y todas las cosas tangibles que una acá sueña tener, pero le falta tanto el cariño, pasar el domingo en familia, hacer ñoquis con la abuela, la inclusión, la solidaridad, etc. Acá las filas para jubilados y mujeres embarazadas que hay en los supermercados y los bancos, no existen en muchos países del mundo, incluyendo Estados Unidos. Cosas pequeñas que ves, como llegar al aeropuerto de Nueva York, y que te cobren 10 o 15 dólares por el carrito del equipaje; y que luego llegues a Ezeiza, y ese carrito sea gratis. Esas pequeñas cosas te dicen un montón sobre esa cultura y sus valores. Entonces yo haría acordar a la gente joven todas estas cositas. El mensaje no es: “no irte”. Es tomar una decisión formada, e irte con la actitud y la mentalidad correcta, y volver con aprendizaje y experiencias nuevas, valorando lo que tenemos acá, que es bueno. 

"Argentina me ha cambiado la vida, me ha hecho la persona que soy hoy"

- Para los que no conocen, me gustaría que nos comentes acerca del sueño americano que recién mencionaste, hablando de que “el tiempo es dinero”. ¿Qué explicación podes dar resumidamente de lo que significa?
- El sueño americano son básicamente 3 cosas: tener tu propia casa, tener dinero ahorrado en el banco y progresar. Se enfoca en tener mejor vida que tus padres en el sentido económico, o en el nivel de tu trabajo. Son esas cosas que tienen más que ver con temas tangibles y profesionales que relaciones.

- ¿Cómo te recibió Argentina y Mendoza?, ¿te costó adaptarte?
- Siempre los argentinos me han recibido muy bien. En varias partes del mundo, por tener un pasaporte de Estados Unidos y nacer en ese país, la gente me ha dicho cosas muy feas, por mi nacionalidad nada más. Nunca en 22 años eso ha pasado acá en Argentina. Hay gente que está muy en desacuerdo con la política de Estados Unidos, su historia de imperialismo y todo eso, pero nunca como individuo me han dicho algo feo, como si me han dicho en Canadá, Inglaterra, Australia o Alemania. Entonces eso ha sido hermoso, y yo siempre conté con la ayuda clave de familias de Mendoza, como la familia Gabrielli López, la familia Bianchi, otra familia de La Paz, que me han ayudado a conocer buena gente acá, tener éxito y sentirme contenido y ayudado.

- ¿Qué diferencia encontrás entre hacer un asado y una barbacoa?
- La salsa, y la manera de cortar las costillas (risas). En Estados Unidos, en general, la costilla se corta a lo largo, en otra orientación, y la salsa va en el asado. Hay miles de maneras de cocinar la carne en Estados Unidos: en la parrilla o en un pozo en la tierra; pero acá la carne va con sal y nada más, y sobre las brasas, y allá es muy común hacerlo con gas y con el carbón. Acá se hace de una manera más rústica y tradicional y menos condimentado que en Estados Unidos.

1998, el año del primer asado de David en Argentina, antes de mudarse definitivamente al país.

- ¿Y cuál de los dos asados preferís?
- Es una buena pregunta, porque son dos cosas distintas. No me gusta tanto cualquier comida con una salsa muy dulce, y la barbacoa en Estados Unidos, por lo general, es dulce. Yo prefiero la carne de acá, donde realmente percibís el sabor de la carne, que no está tapado por una salsa. Por eso me gusta la técnica de acá, que es solamente sal y jarilla tal vez, que agrega mucho sabor; que la barbacoa de Estados Unidos.

- Me imagino que tampoco es igual la previa, y el hecho de tomarse un “fernecito” o un vinito antes de un asado, con música…
- Se arma previa allá a veces, con cerveza charlando con amigos, pero no es tan cultural como acá, donde te tomás un “fernecito” o una cerveza mientras la leña se convierte en brasas, y es todo parte del proceso, que es hermoso. Un asado acá lleva dos o tres horas para prepararlo y que esté listo; y en Estados Unidos, con la parrilla de gas, está listo en 15 minutos. Mi hermano vive en Nueva York, tiene una parrilla de gas, y unos “pellets” o pelotas de madera, que no sé como funcionan, pero aportan sabor a la carne, es todo un químico, pero es típico de Estados Unidos. Abre su parrilla, aprieta un botón, instantáneamente hay fuego, porque es gas, tira la carne, pone un “pellets” y en 15 minutos está la carne; y no hay fernet con coca, ni charlas sobre fútbol o chicas o política (risas). Entonces, cada cosa tiene sus ventajas y desventajas. Hay que tomar esas cosas en cuenta en función de quién es uno, y mi hermano y yo somos muy distintos. Depende de cada uno que cosa le parece más espectacular.

- ¿Escuchás la misma música que en Estados Unidos, música tradicional de acá o las nuevas tendencias?
- Una mezcla. Ustedes acá escuchan mucha música de Estados Unidos, que está muy mezclada con la música de acá. La radio acá es mil veces mejor que en Estados Unidos, porque allá hay tanta publicidad, que escuchas tres temas con suerte, y un montón de publicidad. Acá hay muchos menos, y en Mendoza hay muchos canales de radio, y cada uno tiene música distinta: varios con solo música en inglés, otros con “cachengue”, otros con folklore, lo que sea. Me encanta la variedad de música en Argentina, y escucho un poco de todo.

- Usás muchas palabras argentinas: el “cachengue”, el “fernecito” con coca. ¿Qué otro tipo de palabras has ido incorporando?
- Eso te indica cómo he cambiado como persona. Porque al final del día, un idioma es una cultura, y si hablás un idioma, vivís una cultura, porque yo no creo que puedas hablar un idioma sin conocer o vivir una cultura, por eso es tan esencial, si querés aprender a hablar otro idioma con fluidez, tenés que viajar al país donde la gente habla ese idioma y vivir allí un tiempo, porque tenés que aprender también la cultura. Las palabras hablan de la gente y su cultura, sus valores y su historia, entonces de que yo utilice palabras como “quilombo”, “cachengue”, “pucho”, “donde topa la calle”, “choco”, hablar de “milicos” en vez de policías, etcétera; habla de mi conocimiento de la cultura acá, y respeto por la cultura. Marca el hecho de que en algún sentido, soy argentino.
Siempre los argentinos me han recibido muy bien.

"En varias partes del mundo, por tener un pasaporte de Estados Unidos y nacer en ese país, la gente me ha dicho cosas muy feas, por mi nacionalidad nada más"

- ¿Cómo es tu día a día acá en Mendoza?, ¿cómo fue tu transición de llegar a Estados Unidos a Mendoza?, ¿qué cosas te costaron menos y cuáles más?
- Soy mucho menos estructurado que antes, y más relajado. No lo suficientemente relajado. Me gustaría ser más relajado y menos estructurado todavía. La única cosa que me costó cuando llegué acá fue cómo, cuándo y dónde saludar a un hombre con un beso, porque en Estados Unidos jamás se hace eso, ni siquiera entre parientes...fue un poco difícil.

La burocracia también me costó, porque son mucho más complicado los trámites, el banco, los impuestos, leyes laborales, etcétera. Irónicamente, porque la gente vive esquivando eso ; pero existe, y me costaron entender esas dos cosas. Pero la verdad, es que besar y abrazar para saludar a las chicas no me costó nada y me resultó bastante agradable (risas). La sobremesa o el mate, que son cuestiones de cultura cálida, son fáciles de adaptar.

Creo que es mucho más difícil, y los argentinos no se dan cuenta, ir desde una cultura cálida a una cultura fría que existe en Estados Unidos, Canadá, Australia; y está sociológicamente estudiado y científicamente probado. No son términos en el aire: son culturas frías y culturas cálidas. Entonces es muy difícil hacer lo que yo hice, pero al revés. Por eso creo que recibo tantos mensajes de argentinos viviendo afuera, luego de ver mis videos sobre el mate, sobremesa, la tarta de ricota, bailar toda la noche, y esas cosas que extrañan tanto.

"En Mendoza, aprendí a valorar esto de tener a los parientes cerca"

- ¿Sabías hablar español cuando llegaste?
- Más o menos. Mi maestra de primaria por dos o tres años era argentina, por eso yo aprendí un poco de español, aunque en ese momento no me gustó para nada estudiar español, porque es un idioma muy complicado con los verbos; pero después tuve la oportunidad de venir acá por primera vez becado, con Rottary Club, y ahí podía estudiar y hablar un poco el castellano.

- ¿A qué te dedicas actualmente acá en Mendoza?
- Trabajo con inversores extranjeros que vienen a comprar fincas y bodegas. Con ese negocio arranqué en 2002, como un asesor del inversionista extranjero. El otro negocio que tengo, que me gusta mucho más, es trabajar con universidades de Estados Unidos, para organizar pasantías en bodegas mendocinas para sus estudiantes universitarios, que vienen acá por dos semanas y hacen proyectos en bodegas, para ayudar a las bodegas con alguna necesidad o problema que tienen con la línea de fraccionamiento, turismo o marketing.

- Recién mencionabas el tema de la burocracia, de los impuestos, y demás cosas que tienen hartos a los argentinos; y ha surgido un político que ha propuesto la idea de dolarización. Vos, que sos de Estados Unidos, y viviste las dos cosas: ¿qué opinión tenés al respecto?
- He visto los dos. Estuve acá en el año 1998 con el uno a uno, y después, vine acá con la crisis del 2001 y la catástrofe que significó eso. Con el dólar, Argentina no tendría inflación, y eso sería muy bueno; pero con el dólar, Argentina sería un país mucho más caro, y no vendrían los turistas extranjeros como vienen ahora. Entonces: ¿cuál es la solución y la ventaja de tener o no tener el dólar? Hay que analizar muy bien, siendo economista.

Creo que a Argentina le conviene ser un país económico, como hace 120 años, exportando afuera, con todos los recursos naturales para exportar, e importando turistas que vienen por el mismo motivo, y que encuentran acá muy razonables los precios, comparado con Europa, por ejemplo. Tenemos muchos estudiantes en nuestros programas de intercambio, y tengo muchos inversores y clientes que han comprado fincas y bodegas acá, en gran parte, porque es mucho más económico hacer cosas acá, que en otra parte del mundo. Si Argentina pierde esa competitividad por dolarizar, va a golpear muy fuerte en varios sectores de la economía.

"Cambié el sueño americano por el sueño argentino, que es cambiar una sociedad donde el tiempo es dinero, por una sociedad donde el tiempo son relaciones"

- Portás orgullosamente la escarapela argentina: ¿cuán argentino y mendocino te sentís?, ¿cuánto te has involucrado en la historia argentina?
- Me siento bastante argentino por haber vivido acá tantos años, y por haberme involucrado y adaptado tanto a cultura. Participo en casi todas las costumbres, hablo el idioma, uso el lunfardo, las relaciones y amistades que tengo son con argentinos, la madre de mi hijo es argentina, mi hijo nació acá. A veces digo que soy “miti-miti” argentino y yankee, y mi mejor mitad es la argentina. Realmente lo siento así porque podría renacer de vuelta en este país y ser la persona que realmente soy. Cumplí con todos mis sueños y más; he hecho cosas acá que nunca me hubiera imaginado. No hablo de dinero, porque yo vivo en la sexta sección, no vivo en un barrio privado, no tengo un auto del último año, mi camioneta es de 2009. No estoy acá hablando como alguien que tiene un montón de plata y por eso vivo bien acá. Ese es un error de personas que me critican a veces diciendo: “Bueno, cualquiera con dólares vive bien en Argentina”, y yo nunca he dicho que vivo acá con un montón de dólares o en barrio privado. Yo vivo acá con gente normal, de clase media. Aún así, estoy re bien acá, y muy contento.

- Por lo que noto, no tenés pensado volver a vivir a Estados Unidos…
- Jamás. No. Porque yo planté la bandera mía en esta tierra. Hace 22 años dije que venga lo que venga, yo iba a probar suerte acá, a invertir todo en este país, y me resultó; siendo positivo, tomando iniciativa, pensando en grande y con lecciones de mi padre. A través de eso, y con la ayuda de mucha gente, logré el éxito en mi vida profesional y personal.

David se enamoró de Argentina, y no tiene pensado volver a vivir a Estados Unidos.

- Para cerrar, quería agradecerte por tu tiempo y por la entrevista. Fue un placer tenerte en MDZ. Me gustaría que des un mensaje final para los argentinos y los mendocinos que están mirando…
- Siempre digo que después de vivir el 11 de septiembre, y luego de vivir en Argentina, nadie te quita lo bailado. A pesar de los medios, y todas las noticias malas, tenemos que buscar los momentos para disfrutar la vida y bailar un poco en todos los sentidos: estando con la familia, haciendo sobremesa, compartiendo un asado, saliendo a bailar, tomando un fernet con coca, etcétera. Hay que vivir el momento y valorar lo que tenemos en Argentina, que hace que sea uno de los países más ricos del mundo.


 

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