Arte y cultura

Lola Mora, una mujer excepcional y las desventuras de su obra cumbre

El lunes que viene, como todos los 6 de marzo, se celebra en todo el mundo el día del escultor. La elección de la fecha conmemora el nacimiento de Miguel Ángel en el año 1475. Dos días después, el 8, por resolución de la ONU (en 1977) es el día internacional de la mujer.

Carlos María Pinasco
Carlos María Pinasco domingo, 5 de marzo de 2023 · 09:00 hs
Lola Mora, una mujer excepcional y las desventuras de su obra cumbre
Lola Mora, en una fotografía anónima de época

Sin embargo en 1998, nuestro Congreso Nacional sintetizó ambos recordatorios instituyendo el 17 de noviembre como “Día nacional del escultor y las artes plásticas”. En esa fecha del año 1866 nace en Trancas, Tucumán, Dolores Candelaria Mora Vera de Hernández, una mujer extraordinaria que pasó a la historia como Lola Mora.

La fuente en su primitiva ubicación.

Su obra más famosa, la Fuente de las Nereidas, popularmente llamada Fuente de Lola Mora, se inauguró en El Paseo de Julio de Buenos Aires en 1903. Le había sido encargada por la Intendencia de la ciudad tres años antes, cuando la escultora visitó Buenos Aires. Para esa época vivía en Roma donde estudió becada por la Cámara de Diputados y luego instaló su taller y adquirió renombre.

Venus, las Nereidas y los Tritones.

Allí talló en mármol de Carrara la que sería la primera fuente pública de la ciudad. Representa el nacimiento de Venus, que emerge de una concha marina sostenida por dos Nereidas (mujeres-peces). El conjunto escultórico se completa con cuatro tritones que intentan sujetar a cuatro potros desbocados.

La obra destaca por su armonía. En un estilo renacentista, con clara influencia italiana (desde el propio Miguel Ángel a Canova) su belleza es extraordinaria, más aún para una ciudad todavía próxima a la Gran Aldea del siglo XIX. La nobleza del material, la fineza del tallado, el canturreo del agua combinados con sensualidad logran deslumbrar a quien la contemple. Sin embargo, las controversias en torno a la obra iniciaron antas de su inauguración. Se cuestionó el costo y la legitimidad de la compra.

En Buenos Aires.

La Mora vino a Buenos Aires para instalarla, con dos ayudantes, pero no se le habilitaban los fondos para afrontar los gastos (estaba impaga). La obra civil se demoraba y los mármoles dormían bajo un tinglado en las inmediaciones de Plaza de Mayo.

Finalmente, tras un año se inauguró pero las críticas lejos de cesar, arreciaron. Una buena parte de la pacata sociedad porteña se escandalizó con los desnudos. Originalmente se planeó ubicarla en el centro de la Plaza de Mayo. Voces cuestionaron la proximidad a la Catedral y a la Casa de Gobierno y quedó entonces desplazada a la actual avenida Leandro Alem.

Lola Mora dejó escrito: ““Cada uno ve en una obra de arte lo que de antemano está en su espíritu; el ángel o el demonio están siempre combatiendo en la mirada del hombre. Yo no he cruzado el océano con el objeto de ofender el pudor de mi pueblo (…) Lamento profundamente lo que está ocurriendo pero no advierto en estas expresiones de repudio –llamémoslo de alguna manera- la voz pura y noble de este pueblo. Y esa es la que me interesaría oír; de él espero el postrer fallo.”

Entre bambalinas, puede descubrirse la causa del encono. Lola Mora invadió un escenario, hasta entonces, exclusivamente masculino. Lo hizo con osadía y asumiendo un feminismo avant la letre. Y amparada por algunos miembros de una élite intelectual que gobernaba mirando para adelante, proyectando el progreso.

Trabajando en Roma

Nunca terminó de cobrar la fuente. Volvió a Roma y siguió trabajando. Numerosas son las esculturas de su autoría que envió a la Argentina y hoy se encuentran en todo nuestro territorio. Un par de años después de concluida la Fuente tuvo un nuevo encargo oficial: dos mármoles para la escalinata del Congreso que estaba en construcción. Los inicia en Roma y termina en Buenos Aires cuando viene a instalarlos.

Fueron inaugurados en 1907 pero en 1921 se los retira y a pedido de la provincia de Jujuy se los destina a la Casa de Gobierno provincial. Hace unos años el Congreso de la Nación decidió reinstalarlos. Ante la oposición de Jujuy a desprenderse de las esculturas, se hicieron dos pares de réplicas. Una para el Congreso y la segunda para la gobernación, preservándose los originales que a lo largo de los años sufrieron distintos ataques de vandalismo. Representan, el cercano a la calle Yrigoyen, la libertad y el progreso, (con dos leones) y el otro a la paz, la justicia y el trabajo. Por su parte, Las Nereidas languidecieron durante más de una década en un injusto semi abandono.

La fuente de Lola Mora en la Costanera Sur

En 1918, sus detractores lograron su mudanza. La propia Lola, que desde hacía tres años estaba en Buenos Aires, resignada, colaboró en la reubicación. Fue a parar a la Costanera Sur, frente al Rio de la Plata, en una época que se intentó habilitar un balneario. Pasó el tiempo, la zona se degradó… se frustró la Cuidad Deportiva de Boca, algo más al norte se formó la reserva ecológica, se generalizó el vandalismo.

Hoy encerrada en un corralito de vidrio que intenta protegerla la Fuente de Lola Mora sigue deslumbrando y prodigando alegría a quienes la contemplan.

* Carlos María Pinasco es consultor de arte.

carlosmpinasco@gmail.com

 

 

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