Fiestas patrias

La disyuntiva de Mendoza ante la Revolución de Mayo

Cuando llegaron las primeras noticias de lo sucedido en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, Mendoza tuvo que optar entre la fidelidad a Córdoba y las autoridades españolas, o la adhesión a la Revolución de Mayo y a Buenos Aires.

Pablo Escribano y Ámali Mashad miércoles, 25 de mayo de 2022 · 07:04 hs
La disyuntiva de Mendoza ante la Revolución de Mayo
Foto: Wikipedia

Hacia 1810 la situación de la península ibérica era muy grave, debido a la ocupación napoleónica de la misma desde 1808 y el cautiverio del rey Fernando VII. A esto se sumó la posterior caída de la Junta Central de Sevilla (enero de 1810) que era el último bastión de la soberanía peninsular española frente al invasor francés, más la creciente influencia y participación de los sectores criollos que, desde las victorias obtenidas frente a las invasiones inglesas de 1806 y 1807, habían empezado a adquirir en el contexto rioplatense, especialmente en Buenos Aires, creciente poder político y económico.

Retrato del teniente general de la Armada Española Baltasar Hidalgo de Cisneros (1756-1829).

En este mismo ambiente, un grupo de jóvenes ilustrados, entre los que se destacaban Belgrano, Paso y Castelli, consideraban que la situación peninsular les ofrecía el momento ideal para realizar un movimiento revolucionario, que culmina con la destitución del virrey Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de Gobierno. Una vez constituido el nuevo gobierno, a nombre del cautivo monarca español, éste se abocó a la tarea de comunicarle al resto del territorio virreinal la novedad, y solicitarles su plena adhesión al movimiento revolucionario, además del envío de un diputado o representante a Buenos Aires.

Es en este contexto que llegan a Mendoza, el 13 de junio de 1810, las primeras noticias de lo sucedido en Buenos Aires el 25 de mayo de ese mismo año. Es importante recordar que en aquellos tiempos Mendoza y el resto de Cuyo formaban parte de la región de Córdoba del Tucumán, cuyas autoridades residían en la ciudad de Córdoba. Esta situación molestaba a los sectores dominantes de Mendoza, quienes venían reclamando desde hacía mucho tiempo entre otras cosas el hecho de poder comerciar libremente con el resto de las regiones del virreinato y poner fin a la competencia que debían padecer los productos mendocinos con respecto a los chilenos, como por ejemplo los vinos y aguardientes locales, que competían con los trasandinos.

Al día siguiente de conocerse las novedades y ante el pedido de Buenos Aires de que Mendoza adhiriera al movimiento revolucionario porteño, los miembros del cabildo mendocino decidieron no precipitar los hechos y optaron por tomarse un tiempo antes de decidir el curso a convenir. Las cosas se complicaron dado que el día 14 de junio llegó a Mendoza un despacho del gobernador intendente de Córdoba pidiéndoles a las autoridades mendocinas que se manifiestan fieles al virrey depuesto. La respuesta fue, nuevamente, la dilación en el tiempo para esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Frente a esto Mendoza se encontró ante una disyuntiva: adherir a la Revolución de Mayo (Buenos Aires), o bien manifestarse fiel a las autoridades españolas de Córdoba. Y es que la adhesión a uno implicaría, necesariamente, el enfrentamiento con el otro bando. Tomar la decisión era causa urgente, dado que Córdoba le exigía a Mendoza el envío de tropas y pertrechos para formar una fuerza contrarrevolucionaria.  

El 22 de junio por la noche llegaron novedades desde Córdoba, insistiendo en el envío de fuerzas y hombres a esa provincia, a fin de enfrentarse a las fuerzas revolucionarias de Buenos Aires. Esto provocó que los vecinos se apersonaron en la casa del alcalde de segundo voto y le exigieran un cabildo abierto. Y así fue que al día siguiente, treinta y ocho vecinos y los regidores del cabildo se reunieron, decidieron adherir a la Junta de Buenos Aires y elegir al diputado que enviarán a esa provincia, a pedido de la propia Junta. Los únicos que votaron en contra de dicha adhesión fueron los dos ministros de la Reales Cajas Joaquín Gómez de Liaño y Torres Harriet junto al Comandante de Armas, don Faustino Ansay. A esa altura de los acontecimientos, la postura realista fidelista se había debilitado. El Cabildo volvió a reunirse, Ansay renunció a su cargo ante el cabildo local y se le otorgó el mando a Francisco Javier de Rosas. En tanto que Ansay y los dos ministros de Reales Cajas eran enviados engrillados a Buenos Aires. De este modo, Mendoza apostaba todas sus fichas a la Revolución de Mayo.

Vemos así que la combinación de diversos factores (económicos, sociales y políticos) sumados al antiguo anhelo de Mendoza de dejar de depender de Córdoba y poder ser la sede de las autoridades regionales, se combinaron con una coyuntura tan favorable como inesperada, (con la destitución del virrey Cisneros en Buenos Aires) para dar el paso decisivo hacia la ruptura con el antiguo orden virreinal vigente hasta ese momento. Sin embargo, no debemos dejar de mencionar que, pese a su adhesión a la Junta revolucionaria porteña, Mendoza debió aguardar tres años más para poder convertirse en la capital de la Gobernación Intendencia de Cuyo, lugar desde el cual San Martín, posteriormente, organizaría la histórica gesta que daría la libertad a Chile y Perú, marcando el principio del camino hacia la independencia de nuestro país, meta que recién se alcanzaría el 9 de julio de 1816.

*Pablo Andrés Escribano y María Ámali Mashad son profesores de historia, egresados de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.

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