Escuelita de padres

La fórmula de la crianza: firmeza, amor y límites

Mucho se habla sobre si en la actualidad los padres perdieron la autoridad que tenían años atrás. Como adultos responsables de la crianza de nuestros hijos, debemos encontrar el equilibrio y buscar el límite en lugar del castigo.

Alejandro Schujman sábado, 14 de mayo de 2022 · 07:56 hs
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Escucho muy a menudo en padres y madres de 40/50 años la afirmación de que "antes era distinto". "En mis tiempos mis padres me miraban, levantaban una ceja y no hacían falta palabras, solo con eso yo sabía lo que tenía que hacer. Y si no entendía, ahí estaba mi padre con el cinto amenazante, y ¡pobre del que se resistiera! Hoy los chicos tomaron el control, los padres han perdido autoridad".

A ésto se suma, en otro plano de cosas, la voz de una diputada que pide la vuelta del Servicio Militar Obligatorio para reencauzar a la "juventud perdida".

Quiero y debo decir que ni una cosa ni la otra. Ni zapatillas correctoras, ni cinturones, ni militares que eduquen a nuestros jóvenes.

La rigidez en la crianza y el autoritarismo no educan, no suman, solo restan y generan dolor psíquico.

Esta generación de padres y madres tiene tantas dificultades para acompañar a sus hijos en la crianza debido también a querer diferenciarse justamente de ese modelo de violencia más o menos implícita que existió en sus propias crianzas.

El límite es amor, es cuidado, es una palabra firme y amorosa que ordena el escenario del vivir y dice "ésto no, pero todo ésto otro sí". El grito es el resultado de la impotencia de los adultos. El "chirlo" o golpe esporádico, mucho más. No educan, solo paralizan la acción.

El castigo sistemático genera problemas, no soluciones. Tenemos que enseñar a nuestros hijos que lo que hacemos tiene consecuencias, y eso se educa desde la palabra. Cualquier manifestación violenta está siendo semilla de traumas que nuestros hijos deberán desarmar en espacios terapéuticos, o bien cargar de por vida.

Escribí en uno de mis libros: "Hijos tiranos, padres rehenes, un juego en el que todos pierden". Cuando los adultos no asumen su lugar desde una posición clara, firme y desde el amor responsable, los hijos comienzan a intentar distintos tipos de reclamos en la búsqueda de obtener lo que necesitan de sus padres. Cuando ésto no resulta, y a partir de la combinación de distintos factores, el vínculo se desnaturaliza y la violencia se apodera de la escena: la violencia en manos de los hijos, el miedo del lado de los padres.

Hijos tiranos, padres sometidos. Pero hijos también sometidos a su propia tiranía que los toma de rehenes a ellos mismos. El juego del sinsentido, el juego del disparate, el juego de padres e hijos que pelean como perros y gatos. Y se olvidan de quererse, de cuidarse, de ser padres y de ser hijos.

Estamos en presencia de padres que han sido hijos temerosos, y que en el esfuerzo porque sus hijos no sufran sus propios padecimientos, se pasan al extremo de la híper-permisividad.

Los límites alivian. No son ni deben ser penitencias, castigos, revanchas ni nada que se instrumente desde lo punitivo. Son medidas de cuidado. Y la sobreprotección genera una dependencia y una modalidad de vínculo que a veces suele ser riesgosa.

"Ni tan calvo, ni con dos pelucas", dicen en España.

Se trata entonces de:

  • Ser coherentes en nuestro decir, hacer y pensar como adultos responsables de la crianza de los hijos.
  • Intentar manejar nuestras emociones para no taponar con ellas las de nuestros pequeños.

Si sentimos ira frente a una situación cotidiana con ellos tenemos que respirar, contar hasta 20, y recién ahí proceder.

Mi padre decía: "Sea tan amable de poner las neuronas en funcionamiento antes que la lengua en movimiento".

Y de eso se trata. Nuestros hijos nos necesitan, los tiempos cambiaron pero la esencia sigue siendo la misma. Pidamos ayuda, sumemos recursos, eduquemos para la empatía y el buen trato. Podemos hacerlo, debemos hacerlo. 

Así de sencillo, así de complejo. Difícil, sí, pero no imposible.

*Alejandro Schujman es psicólogo especialista en familias, Director de la Red Asistencial de Psicología y columnista en MDZ radio.

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