Terapia neurocognitiva

Diabetes, obesidad y ansiedad aumentan el riesgo de deterioro cognitivo leve

El envejecimiento es un proceso natural y parte integrante de la vida, sin embargo, no todas las personas envejecen de la misma manera. La forma en que se transita este proceso depende de la estructura genética y del ambiente en que crece y se desenvuelve el individuo.

Milagros Ferreyra y Martín Gabriel Jozami Nassif domingo, 3 de octubre de 2021 · 15:59 hs
Diabetes, obesidad y ansiedad aumentan el riesgo de deterioro cognitivo leve
Foto: Pexels

El envejecimiento se caracteriza por el declive de las funciones cognitivas, es decir, el conjunto de habilidades mentales que nos permiten procesar la información o los estímulos que provienen del mundo exterior, a través de los órganos de los sentidos, o del mundo interior, como los pensamientos y emociones, y tomar decisiones en base a éstos. Entre las funciones cognitivas que posee un individuo es posible mencionar la memoria, atención, percepción, orientación, lenguaje, velocidad de procesamiento de la información, habilidades visoespaciales, entre otras.

Dentro de lo que se conoce como el proceso de envejecimiento normal, se producen algunos cambios en muchas de estas funciones mentales, es decir, hay una disminución en el rendimiento cognitivo de la persona en comparación con el desempeño que tenía ella misma anteriormente. 

De entre todas las transformaciones cognitivas que se producen con el envejecimiento, las pérdidas de memoria constituyen las más evidentes, siendo la queja más frecuente la dificultad para evocar nombres, números de teléfono, direcciones o recordar dónde se dejaron los objetos.

No existe una causa única de los problemas de memoria, sino que inciden muchos factores, como la depresión, los efectos secundarios de la medicación, la polifarmacia, la pobre estimulación del entorno u otros problemas de salud. En algunos casos, estas dificultades pueden ser tratadas, mejorando la capacidad de recordar e incorporar nueva información, mientras que en otros casos, el problema puede evolucionar hacia un trastorno neurodegenerativo irreversible, como la enfermedad de Alzheimer. Por este motivo, es importante realizar una adecuada evaluación que permita identificar la causa de la alteración para poder establecer el plan de acción más adecuado para cada paciente en particular.

El aumento en la esperanza de vida trajo consigo un incremento en la prevalencia de enfermedades neurodegenerativas, siendo la demencia la que tiene un mayor impacto en la salud pública debido a los costos directos e indirectos que requiere su tratamiento. Además, las alteraciones en la memoria que se producen en edades adultas generan gran alarma social, debido al conocimiento popular de que puede tratarse de un síntoma inicial de demencia. No obstante, se debe tener en cuenta que no todo problema de memoria deriva necesariamente en una patología más grave.

Algunas personas al llegar a la vejez desarrollan una afección conocida como deterioro cognitivo leve, es decir, presentan más alteraciones en la memoria o en las funciones ejecutivas que otras personas de su misma edad.

El deterioro cognitivo leve debe diferenciarse del deterioro de la memoria asociado al envejecimiento normal, es decir, producto de los cambios que se producen en el cerebro sano al envejecer. Éste último generalmente aparece a partir de los 50 años y se caracteriza por la presencia de quejas subjetivas de pérdida de memoria que se refleja en dificultades para recordar nombres de personas conocidas y un rendimiento en las pruebas de memoria de menos de 1 DE por debajo del promedio establecido para adultos, manteniendo conservadas las demás funciones cognitivas y en ausencia de criterios para el diagnóstico de demencia u otra condición médica.

El deterioro cognitivo leve constituye un estadio intermedio entre el declive cognitivo asociado al envejecimiento normal y los cambios más graves producto de una demencia. Implica una alteración en las funciones ejecutivas, como la memoria, la atención, el lenguaje, el juicio, el pensamiento, que interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria. En algunos casos, puede tratarse de una condición reversible, es decir, mejorar a partir del tratamiento, mientras que en otros puede permanecer estable durante años o progresar hasta una demencia.

Criterios para el diagnóstico del deterioro cognitivo leve 

  • Problemas de memoria identificados a partir de la queja subjetiva del paciente o comunicados por un informante.
  • Déficits de memoria objetivados a partir de una evaluación neuropsicológica.
  • Conservación de la función cognitiva general.
  • Mantenimiento de las actividades de la vida diaria.
  • Ausencia de demencia.

Señales de alerta para identificar el deterioro cognitivo leve

  • Alteraciones de la memoria a largo plazo, episódica, prospectiva y de trabajo.
  • Dificultades para encontrar la palabra adecuada.
  • Perder el hilo de los pensamientos, de las conversaciones, libros o películas.
  • Lentitud en el procesamiento del habla y el lenguaje.
  • Olvidar asistir a citas o eventos importantes.
  • Perder cosas con frecuencia.
  • Dificultades para tomar decisiones, comprender instrucciones o planificar los pasos para completar una tarea.
  • Déficit en las habilidades espaciales que permiten la orientación y el reconocimiento del propio esquema corporal.
  • Problemas para orientarse en entornos familiares.
  • Alteraciones emocionales y en la conducta, mayor ansiedad, depresión, irritabilidad e impulsividad.
  • Queja subjetiva del paciente en relación a los problemas de memoria y otros cambios percibidos.
  • El entorno cercano, como la familia y los amigos, perciben los problemas de memoria y otros cambios bruscos en el paciente.
  • El deterioro se produce de forma repentina.

Factores de riesgo que predicen la mayor probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo leve

  • Edad avanzada.
  • Presentar una forma específica del gen APOE e4, vinculado a la enfermedad de Alzheimer.
  • Niveles incrementados de la proteína TAU.
  • Presión arterial alta.
  • Colesterol elevado.
  • Diabetes.
  • Obesidad.
  • Tabaquismo.
  • Consumo de alcohol.
  • Ansiedad o depresión crónicas.
  • Sedentarismo o ausencia de actividad física.
  • Falta de participación en actividades sociales o recreativas que resulten estimulantes.
  • Nivel educativo bajo.

El envejecimiento es un proceso inevitable e irreversible, es decir, ocurre de forma continua y afecta a todas las personas, por eso resulta importante implementar las estrategias necesarias que permitan transitar esta etapa de manera saludable.

El deterioro cognitivo leve no siempre se puede prevenir, pero existen algunos factores ambientales que pueden disminuir el riesgo de desarrollar la afección:

  1. Evitar el consumo excesivo de alcohol.
  2. No fumar.
  3. Limitar la exposición a la contaminación del ambiente.
  4. Reducir el riesgo de lesión en la cabeza.
  5. Mantener una adecuada higiene del sueño.
  6. Establecer hábitos de vida saludables, mantener una dieta rica en nutrientes y baja en grasas saturadas.
  7. Realizar actividad física con una intensidad moderada diariamente, ya que está comprobado que mejora la plasticidad cerebral.
  8. Realizar ejercicios de estimulación cognitiva como rompecabezas o sopa de letras.
  9. Aprender cosas novedosas, elaborar proyectos que resulten desafiantes.
  10. Preservar los vínculos afectivos e interactuar frecuentemente con los seres queridos.
  11. Asistir a los controles médicos necesarios para enfermedades como la diabetes, hipertensión u obesidad.
  12. Realizar tratamientos psicológicos o psiquiátricos para disminuir los niveles de depresión y ansiedad.

Si presenta deterioro cognitivo leve es importante cumplir con las consultas al médico para realizar un seguimiento de los cambios en la memoria u otras funciones cognitivas.

 

*Milagros Ferreyra y Martín Gabriel Jozami Nassif son miembros del equipo de Terapia Neurocognitiva

Archivado en