Paro docente

Un conflicto sin salida y que para ambos bandos se volvió inmanejable

El SUTE pisa el acelerador y busca una recomposición salarial en medio de una crisis económica casi terminal. El gobierno no puede salir del conflicto con plata, pero carece de gestión política. La clave del ítem aula y la actitud de los padres, para entender qué puede llegar a suceder desde hoy.

Marcelo Arce
Marcelo Arce lunes, 8 de agosto de 2022 · 07:07 hs
Un conflicto sin salida y que para ambos bandos se volvió inmanejable
Foto: Maximiliano Ríos / MDZ

La moneda que define el futuro del conflicto entre el gobierno provincial y el SUTE ya está en el aire. Suena raro, pero una de las formas que tuvieron los funcionarios este fin de semana de monitorear la situación fue a través del seguimiento de las redes sociales para empezar a palpar un poco el clima. Por supuesto que no pudieron sacar ninguna conclusión: los tres días de paro docente que comienzan este lunes tienen una dinámica imposible de resolver y además da la sensación de que estamos frente a una disputa que no maneja nadie.

El gremio docente presiona fuerte envalentonado por lo que fue el resultado de los paros exitosos de los días 26 y 27 de julio. Pero la conducción kirchnerista del sindicato aprieta el acelerador para una recomposición salarial más que justa, en un escenario más que delicado en un país que inexorablemente va camino a su debacle económica. Y que mantiene hoy la única expectativa de que Sergio Massa acierte con alguna medida para evitar el choque.



Un argumento que puede resultar válido que se brinda a nivel oficial. La recaudación provincial no repunta desde hace dos meses y la nacional, que venía en valores estables y en crecimiento producto de la inflación, también disminuyó como consecuencia el parate económico. En consecuencia se abre un camino complejo en donde los acuerdos salariales deben plantearse en base a proyecciones a futuro y no tanto mirando la caja disponible hoy. Puesto en números: la provincia pagó en julio alrededor de $15.000 millones en sueldos para su personal, de los cuales el grueso se los llevan los salarios docentes.

Ahora bien. El gobierno transita entre la necesidad de cuidar la caja ante este panorama desalentador y las propias urgencias que le genera su incapacidad de gestión política. Dicho de otra forma, una crisis de este tipo o bien se soluciona con plata para aumentarles a los maestros y maestras o con capacidad para negociar con el sindicato. La forma que tuvo Rodolfo Suarez de encarar el problema fue particular. Dijo que plata no tenía aunque luego terminó abriendo la billetera y nunca mostró muñeca política para sentarse frente a Carina Sedano, la titular del sindicato. Ni mucho menos frente a Gustavo Correas, el influyente secretario gremial del mismo SUTE.

No fueron menores los reproches internos por la manera en que el ministro de Gobierno, Victor Ibañez, llevó adelante la discusión con el secretario gremial con su permanente apuesta al diálogo. “Con Correa no se empatiza”, es el reclamo. Si el paro es un éxito otra vez, es imposible aventurar cuál será la respuesta del gobierno y, particularmente, la de José Thomas, el titular de la Dirección General de Escuelas. Cuestiones de esta administración que alguna vez alguien explicará: cuando a Thomas le ofrecieron hacerse cargo de las políticas educativas en 2019, aceptó con la condición de que lo mantuvieron alejado de las discusiones paritarias. Suarez aceptó, aunque ese acuerdo se rompió justo ahora.   

En el fondo, el gobierno provincial viene atravesando el conflicto con torpeza política desde hace varias semanas. Y en el marco de la paritaria la situación se profundizó. Tras poner en primera instancia sobre la mesa de discusión salarial una oferta que de antemano se sabía que para el gremio iba a resultar insuficiente, negó después la contundencia de los dos paros de finales de julio para terminar admitiendo finalmente no solo que las escuelas habían estado prácticamente vacías. Sino que además, en menos de 48 horas, terminó estructurando una propuesta más beneficiosa pero mal comunicada y que terminó siendo impuesta por decreto cuando la apelación al diálogo por parte de Suarez ya había sido disparada a través de Twitter.

Entre otras fallas de comunicación, estuvo la difusión de que ningún maestro o maestra iba a terminar ganando menos de $70.000 cuando ese aumento en realidad se va a terminar percibiendo en septiembre. El mismo día en que se decía esto, los docentes estaban cobrando sus salarios de julio y en los bonos de sueldo nada de lo establecido por decreto apareció. ¿Qué sucedió? Sin que el sindicato se preocupara mucho por aclarar las fechas, muchos docentes entendieron que el gobierno les había mentido.

Ese piso de $70.000 establecido no fue casual tampoco. Con ese nivel de salario básico, Mendoza se aleja del fondo de la tabla en el ránking de los docentes peor pagos del país aunque queda muy poquito por encima de los ingresos promedios nivel nacional. Suarez quiso cortar así con uno de los argumentos de lucha docente con esta decisión, pero eso tampoco sirvió para desactivar el conflicto.

¿Por dónde pasan las claves para vislumbrar lo que puede suceder entre hoy y el miércoles en las escuelas? Por varios caminos. Uno de ellos es comprender el hartazgo de los docentes por su situación, con niveles de ingresos que los alejan mes a mes de la posibilidad de quedar por encima de la línea de pobreza. Poco interesa a esta altura el juego del Ejecutivo de intentar demostrar que, con el último aumento, ya no son los peores pagos del país. Ganan mal, listo, y asimismo dejaron traslucir un mensaje: el grueso de los que se sumaron a las medidas de fuerza no están ni a favor del SUTE ni del Gobierno. Están en contra de los dos.

Pero un elemento es vital. El gobierno ratificó la vigencia del ítem aula que, si se analiza la composición del salario docente y su impacto después del último aumento por decreto, podría recuperar el poder disciplinador que siempre se buscó desde que Alfredo Cornejo lo inventó. Lo que sucedió aquí es más o menos historia reciente conocida. El gobierno arregló hace algunos meses con Correa el pago en negro de algunas mejoras salariales que el sindicato aceptó más allá de que con posterioridad salió a despotricar porque el Estado “los negreaba”. El ítem aula opera solo sobre el blanco del salario docente y en la actualidad alrededor del 15% de los sueldos que perciben los maestros son en negro, con lo que el impacto de la aplicación de estos descuentos se licuó.

El último incremento se aplicó sobre el denominado “estado docente”, es decir se pagará en blanco, y en consecuencia el ítem aula recuperaría, y con esto sueña la Dirección General de Escuelas, su efecto disuasivo ante los paros. Siempre es muy complejo generalizar cuando de composición de salario docente se trata, pero en Casa de Gobierno están seguros de que el promedio de los descuentos para un docente que termine parando los cinco días podría ser de unos $24.000.

Hasta acá, el paro docente masivo del pasado martes y miércoles no fue otra cosa además que la manifestación de este sector clave de la sociedad que canalizó, a través de la convocatoria del gremio, su descontento por la situación que están atravesando y que los mantiene, como a buena parte de los asalariados, por debajo de la línea de pobreza. Y aquí aparece el otro factor decisivo para asomarse a lo que pueda suceder desde hoy. ¿Qué actitud tomarán los padres de los chicos, que la semana pasada decidieron no enviarlos a los colegios reforzando la sensación de contundencia de los paros?

¿Empatizarán con el reclamo otra vez? ¿Decidirán no mandarlos al colegio para evitar el trastorno para los chicos de que permanezcan allí mientras los docentes no están? ¿Dirán que dos días de paro están bien pero que cinco son mucho para seguir respaldando la protesta? Nadie lo sabe. Como así tampoco nadie puede aventurar hasta dónde llegará el conflicto que no hace otra cosa más que degradar, un poco más, el ya deteriorado sistema educativo de Mendoza.

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