Mar del Plata

Inseguridad y violencia en Mar del Plata: el desafío de Montenegro para el verano

Un inspector municipal y un policía atacados a puñaladas en plena peatonal. Agentes de la bonearense agredidos por una multitud cuando detenían a un motochorro. Escenas de inseguridad y violencia a las puertas de una temporada que promete ser un éxito para el turismo.

José Luis Jacobo
José Luis Jacobo viernes, 3 de diciembre de 2021 · 08:11 hs
Inseguridad y violencia en Mar del Plata: el desafío de Montenegro para el verano

El quiebre del respeto a la autoridad pública se cuece desde el mismo vértice de la pirámide del poder: jueces corruptos al servicio del poder político de turno; absoluciones previas al juicio; y demoras interminables, que desgastan al personal de seguridad que, las más de las veces, ve que los delincuentes son liberados antes de que ellos tengan oportunidad de terminar con el papeleo correspondiente a la detención. En este contexto, Mar del Plata afronta un pico de desasosiego altísimo, causado por la actividad delincuencial, ante la perspectiva de un verano que, en materia de turismo, promete ser excepcional.

En esta semana, un llamado al 911 alertó que un grupo de personas en la peatonal San Martín exhibían un comportamiento agresivo contra los transeúntes, al tiempo que desarrollaban prácticas comerciales ilegales en la vía pública. Dos inspectores municipales, apoyados por un agente de la policía bonaerense, se acercaron al lugar para intentar poner orden, cuando fueron agredidos por un hombre y dos mujeres, a los cuales después se les sumó un grupo de personas no identificadas. En medio de la trifulca, los atacaron a puñaladas: el policía terminó con un corte en el hombro, y uno de los agentes municipales con una puntada en la espalda. No se había completado la instrumentación de la denuncia cuando la jueza de garantías de turno, Rosa Frendes, ordenó que se libere a los detenidos sin perjuicio de prosecución en la causa.

En la misma semana, dos delincuentes que se movilizaban en moto le robaron el celular a un joven en la vía pública. Usando datos del GPS del equipo, la policía rápidamente encontró a los delincuentes pero, cuando se disponían a la detención de uno de ellos, fueron agredidos por una treintena de personas que los atacaron a piedrazos. Los efectivos policiales tuvieron que requerir el apoyo del Comando de Patrullas para salir de la situación con vida.

Estos dos hechos ocurridos en Mar del Plata en pocos días y de similares características, se dan en cierto contexto, en medio de un universo comunicacional en donde todo se da en el mismo plano y el empoderamiento de quienes se oponen a la idea de la autoridad está en un pico elevadísimo.

Los terribles hechos ocurridos en la provincia de La Pampa han provocado un clamor generalizado ante la inacción de las autoridades judiciales y sanitarias. Sin embargo, cuando se organizó una protesta para pedir justicia por Lucio, la furia de la multitud se dirigió a la policía pampeana, terminando con la destrucción de patrulleros, bienes públicos que están al servicio de la comunidad.

En otro hecho, un video revelador expone una cultura presente en la sociedad argentina que ve al policía —primer efector del orden— como el enemigo. El altercado sucedió en una estación del tren Sarmiento. Una mujer joven se insolenta ante el requerimiento de un policía de la Federal, que le pide que se ponga el barbijo. Como respuesta, la mujer lo escupe y lo insulta, gritándole en varias oportunidades «mata guachos». El policía —que carga con el peso institucional de los hechos recientes que se llevaron la vida de Lucas González—, soporta estoicamente un destrato que, en cualquier país del mundo, bastaría para que la agresora quede detenida.

Hay un escenario muy complicado que hace que cumplir con una de las responsabilidades del Estado, la de "poner orden", sea extremadamente complejo. Urge recuperar la idea de la legitimidad del accionar de las fuerzas de seguridad. Por el camino que se transita hoy día, mantener la seguridad en los grandes centros turísticos es un desafío mayúsculo a las puertas del verano, cuando la actividad en la costa atlántica adquiere muchísima visibilidad, Mar del Plata en particular.

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