Desde adentro: claves para comprender la reforma jubilatoria y el caos social en Francia
La modificación, dispuesta por el presidente Emmanuel Macron, sobre la normativa que establece la edad para jubilarse en Francia provocó que millones de personas se movilizaran en a modo de rechazo. La explicación de un especialista en la temática.
Francia se encuentra atravesando una delicada situación a nivel social desde que su presidente, Emmanuel Macron, decidió a través de la publicación de un decreto -sin pasar primero primero por el Parlamento por no tener la mayoría necesaria- elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años y, en consecuencia, que los años trabajados necesarios para tener una pensión completa pasen de 42 a 43. La situación derivó en miles de protestas y bloqueos en todo el país, lo cual convirtió al país europeo en un territorio con focos de conflicto social de gran escala. La última modificación de la normativa fue en 2010, cuando la edad mínima para jubilarse era de 60. En tanto, uno de los motivos que llevó al mandatario nacional a avanzar con la iniciativa es que su programa de estabilidad tiene como objetivo reducir el déficit público por debajo del 3% del PBI para 2027.
Para entender mejor el panorama, MDZ dialogó con Sofyaine Chbari, miembro del grupo de investigadores Quantité Critique, que es un colectivo de expertos en ciencias sociales, coordinado por Yann Le Lann, sociólogo y docente de la Universidad de Lille. El equipo se dedica desde 2018 al estudio de los movimientos sociales en Francia, usando principalmente métodos estadísticos. Además, realizó en febrero de 2023 una encuesta sobre un panel representativo de 4000 personas, sobre la oposición a la reforma de la jubilación, cuyos primeros resultados fueron publicados en el prestigioso diario francés Le Monde. Chbari, que también se desempeñó como asistente de investigación en el Grupo de Estudio sobre Juventud y Política del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina, dio detalles sobre las claves para comprender la situación de caos socio-político en Francia.

- ¿En qué consiste, a grandes rasgos, la ley de reforma jubilatoria?
- La reforma se basa en dos puntos claves. Primero, la edad legal a la cual se puede jubilar, pasando de 62 a 64 años. Segundo punto, el número de años trabajados necesarios para tener una pensión completa una vez jubilado, pasando de 42 a 43 años. En otros términos, se trata de una reforma que tiene por objetivo de extender la duración del trabajo, y así podemos entender porque el trabajo se convierte como el eje central de la contestación.
- ¿Cómo es la situación de conflicto actualmente en Francia y cuál es el saldo hasta el momento?
- Mostramos en nuestra encuesta publicada en Le Monde que el nivel de rechazo queda muy alto y es estable, en alrededor del 70% de la población. Pero un dato aún más significativo es que esta negativa es mayoritaria en casi todos los sectores de la población. Solamente dos grupos no expresan un rechazo claro: los ya jubilados, no concernidos por la reforma (44% en contra, 43% en favor), y los que representan el 10% de ingresos más altos (más de €4000 por mes), que están a favor al 52%.
Podemos decir que la contestación hacia la reforma de la jubilación tuvo un doble desplazamiento. Primero, ya al inicio del movimiento, el tema convocado por los opositores a la reforma no era la jubilación en sí, sino el trabajo. Eso se ve muy claramente en la encuesta que hicimos: los dos grupos que son los más opuestos a la reforma (más de 80%) son de un lado los trabajadores de empleos duros -físicamente y psicológicamente- y, del otro lado, los estatutos más precarios (desempleados, interinos, etc.).
Dentro de las marchas, también, el tema laboral es central en los carteles o en los eslóganes. Así, es un movimiento que convoca centralmente mediante el tema del trabajo, y más ampliamente de sus condiciones, del ingreso, etc. Además de un contexto marcado por una inflación alta. El segundo desplazamiento pareció surgir después del uso del artículo 49.3. Un sentimiento de fuerte desconfianza hacia las instituciones -que tampoco es nuevo, ya que recordamos por ejemplo el movimiento de los chalecos amarillos- se hace sentir y ahora se discute una secuencia de “crisis política”. Así, además de la reforma en sí, es también la actitud del Ejecutivo frente a la contestación que es cuestionado muy fuertemente.

- Dicho esto, ¿qué sucede en las calles?
- Tenemos varios elementos que nos permiten decir que la oposición a la reforma no se debilitó. El frente sindical, que se compuso de la totalidad de las organizaciones sindicales del país (facto rarísimo), sigue unido. El número de manifestantes sigue muy alto, a veces superando récords: más de 3,5 millones de personas en las calles este pasado jueves, según los sindicatos. Las huelgas están seguidas por los días de movilización, por ejemplo, en los sectores del transporte o de la energía. La huelga reconducible de los basureros también fue muy importante : las imágenes de las calles de París llenas de basuras se compartieron a través del mundo y se convirtieron en uno de los símbolos del movimiento. Por fin, nuestra encuesta muestra un apoyo al movimiento a los 59% de la población, una cifra muy alta para un movimiento social.
El nivel de conflictividad subió desde el uso del 49.3. Los enfrentamientos entre manifestantes y policías, que eran raros al inicio del movimiento, se hacen más frecuentes. Después del 49.3, los modos de acciones alternativas a las tradicionales marchas sindicales, como las marchas espontáneas, se multiplicaron. El tema de la represión policial también se invitó al debate: investigadores, periodistas o ONG’s (como Amnesty International) denunciaron un uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía – lo que negó el Ministerio del Interior.
- ¿Cómo funciona el sistema de votos de confianza o artículo 49.3 ?
- Para entender el uso del artículo 49.3 de la Constitución, hay que recordar la composición de la Cámara de Diputados en el Parlamento. Después de las elecciones legislativas de junio 2022, Emmanuel Macron tiene la mayoría, aunque no tiene la mayoría absoluta. Entonces, para ganar los votos de las leyes, tiene sí o sí que constituir alianzas con otras fuerzas políticas, especialmente los diputados de centroderecha, que son cercanos políticamente. Para votar la reforma de la jubilación, había entonces que hacer un acuerdo con la centroderecha. Pero, no solamente frente a la contestación social muy fuerte, un par de estos diputados no estaban dispuestos a votarla. Sabiendo que con este par de diputados que no iban a votarla iba a fracasar el voto de la reforma, Macron decidió usar el artículo 49.3 de la Constitución.
¿Qué implica? Para decirlo rápidamente, sustituye al voto “a favor o en contra de la reforma” por el voto “a favor o en contra del Gobierno”. Y eso cambia muchas cosas. Porque los diputados dispuestos a votar en contra de la reforma no lo estaban de manera automática para votar en contra del Gobierno. Se dice “censurarlo”. Los riesgos de inestabilidad política, que implican por ejemplo la no-certeza de ganar de nuevo su asiento de diputado después de una disolución de la Cámara, hacen que la derrota en este voto sea muy poco probable para el Ejecutivo. Pasó una vez solamente, en 1962. A pesar de todo eso, lo ganó con solamente 9 votos, sobre los 577 diputados. Es por eso que el uso de este artículo, para una reforma que genera tanta oposición, es visto como una manera autoritaria de adoptarla.
- ¿Se trata de un fenómeno que une izquierdas y derechas?
- En realidad, no. Sí hubo en el Parlamento una alianza de circunstancias entre la coalición de izquierda (NUPES), una parte del centroderecha, y la extrema derecha de Marine Le Pen, que se concretiza en el voto de censura. Pero estas oposiciones se hacen sobre bases políticas diferentes. La NUPES, por ejemplo, propone el regreso de la edad legal de jubilación a los 60 años, y varios diputados fueron a los piquetes, apoyando a las huelgas. La parte de centroderecha sí esta opuesta a esta reforma, pero no está opuesta a una reforma que extendería la duración de empleo. También critica las huelgas y a los sindicalistas. En otros términos, cada oposición a la reforma se inscribe en historias y tradiciones políticas muy diferentes.
- A modo de análisis, ¿por qué considerás que Macron desea tanto que salga la ley, a pesar de todos los problemas ocasionados?
- Es difícil de ser formal, obviamente hay varios factores en cuenta. Pero uno de los motivos centrales parece ser su credibilidad política. Hay que recordar que este segundo mandato de Emmanuel Macron recién empieza y la reforma de la jubilación es un marcador de su identidad política muy fuerte. Ya intentó hacer una de este tipo en diciembre de 2019, que generó un movimiento de paro muy grande y que fue interrumpida por la pandemia. Una derrota de su reforma podría debilitar muy fuertemente su estatura presidencial por los 4 años que quedan de su mandato. Y otras reformas ya están previstas...
- ¿Cuál es el panorama para el futuro cercano? ¿Se espera que la conflictividad escale?
- Estamos en el décimo día de movilización. Todavía, las posiciones siguen siendo las mismas: el Ejecutivo sigue avanzando, prometiendo que la reforma, ahora adoptada por el 49.3, será promulgada. Del otro lado, la oposición sigue y el frente sindical unido exige la anulación total de la reforma. Podemos agregar dos cosas. Primero, hay un recurso frente al Conseil Constitutionnel (una Corte Suprema dedicada a temas constitucionales, si se quiere). Tendrá que decidir si el uso de varios artículos de la Constitución por parte del Ejecutivo para reducir el tiempo de los debates sobre la reforma en el Parlamento es válido o no. Después, habrá que ver cómo evolucionará la movilización en las calles.
El nivel de conflictividad, como dije, ya aumentó y es muy difícil decir que no vaya a aumentar más. Por otro lado, la juventud parece hacerse más presente en estos últimos días, con un incremento de secundarios bloqueados por los alumnos y universidades bloqueadas o tomadas por los estudiantes, como en La Sorbonne, en París, o en la Universidad de Bordeaux. Una movilización durable y profunda de la juventud podría ser un elemento que forjaría al ejecutivo a volver a la mesa de negociación y dar paso atrás. También, la capacidad por parte de las huelgas de seguir movilizando los sectores que mantienen el paro será decisivo para el futuro de la movilización.