Opinión

Tiroteos masivos en Estados Unidos: la otra pandemia

Los tiroteos masivos criminales son una suerte de condición instalada en el comportamiento social de Estados Unidos. Ninguno de sus presidentes recientes pudo evitar tener que enfrentarse a estas situaciones de alto impacto.

José Luis Jacobo
José Luis Jacobo lunes, 16 de mayo de 2022 · 07:37 hs
Tiroteos masivos en Estados Unidos: la otra pandemia

El raid criminal de un joven llamado Peyton Gendron ofrece revelaciones muy fuertes de este tipo de pandemia social que afecta diversas partes del mundo y que, en la unión americana, se expresa con suma violencia: la idea de una conspiración global que busca eliminar o dominar a la denominada «raza blanca». Este crimen de odio —así aceptado y proclamado por su perpetrador—, remite a otros ocurridos en Carolina del Sur en 2015, donde hubo nueve víctimas fatales, y en Texas en 2019, con veintitrés víctimas, todos ellos latinos.

Como sucede en cada una de estas ocasiones, tras el trágico suceso, ahora se escucha la sucesión de lamentos por parte de las autoridades, ya sean locales, estaduales, y hasta del presidente de la unión. Joe Biden ha repudiado el hecho, y se dirige a la localidad de Buffalo en el estado de Nueva York, donde ocurrió esta masacre planificada.

Peyton Gendron es un adolescente de 18 años con un historial que hacía evidente su odio: en un momento causó alarma en su escuela pero, después de una evaluación de sólo 48 hs, nadie más se ocupó de él, o de sus proclamas racistas. Los investigadores ahora entienden que se forjó a sí mismo el rol de «vengador de la raza blanca». Según un manifiesto que él publicó, coloca a Argentina y Uruguay como ejemplos de países que están a salvo de la «corrupción» que implica el cambio poblacional, al mantener una tasa de reposición de la población, por nacimientos, adecuada.

Los tiroteos masivos con víctimas fatales ya son una constante en Estados Unidos. En 2021, una ONG que registra este tipo de fatalidades reveló que ese año, entre el 17 y el 23 de julio hubo un terrible saldo luctuoso de 490 muertos y 1007 heridos. Los motivos detrás de las masacres son de todo tipo: un empleado enojado, alguien molesto con sus vecinos y montones de excusas más; aunque el odio racial se lleva las palmas.

La misma ONG reportó 43 mil muertes por armas de fuego en los Estados Unidos. Un parámetro —por horrible que suene—, es la guerra en Ucrania: el alto comisionado para los derechos humanos de Naciones Unidas aseguró en dicho conflicto han muerto 3496 personas, entre las que se incluyen 238 niños.

En medio de este dolor y esta locura, hay que citar dos hechos: el primero es la proliferación de armas en Estados Unidos, y la incapacidad de la política, que no logra acordar medidas que permitan restringir la venta, tenencia y portación de armamentos por parte de los civiles, en especial el rifle Armalite 15 —conocido como AR15—, la versión civil del R16 que portan las fuerzas armadas del país.

Por detrás de estos hechos, hay un escenario que les da sustento: los supremacistas blancos se extienden como una mancha de horror por el planeta, en particular en los países de ascendencia predominantemente anglosajona, anche nórdicos. Payton Gendron dice haber hallado su inspiración en la pandemia, en particular mirando una y otra vez los videos y las citas en torno a las matanzas de Cristchurch en 2019 en Nueva Zelanda, y en Noruega en 2011.

Hay una corriente violenta que recorre el mundo, y parece que nadie sabe —más allá de las palabras—, qué hacer al respecto, perdidos en una tormenta de declaraciones que nunca expresan intenciones serias y claras de solucionar tanta criminalidad, en nombre de lo que sea.

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