Opinión

Venga a Catar, y venga con C

Más allá del mundial, de Messi y sus muchachos, Argentina tiene podio ganado. A días de una celebración del vino argentino, ya estamos levantando la copa.

Federico Lancia
Federico Lancia sábado, 19 de noviembre de 2022 · 07:00 hs
Venga a Catar, y venga con C
Venir dispuesto a probar Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Ya sé que está muy manija con el mundial. Pero en estos espacios semanales que compartimos juntos no quiero dejar de decir lo siguiente: hay un mundial en el que venimos compitiendo, y estamos muy bien. Pero muy bien. Y con eso, yo si que vengo re manija.

A veces no sabemos dimensionar lo que está logrando el vino argentino. El enorme crecimiento que hemos tenido en estos últimos 25 años. Y no hablo de cantidad, sino de un salto profundo en calidad. Sin miedo a meter la pata puedo afirmar que el vino argentino es uno de los mejores del mundo. 

Como nunca antes, nuestro vino le moja la oreja a grandes del globo, revoluciona mercados impensados, evoluciona con innovación y hace crecer otras industrias, como el turismo o la gastronomía. 

Una reina que llega

Charlando con una gran referente mundial, en paneles de degustación internacionales, me dijo una frase que me sigue resonando en la cabeza: “Después de Burdeos (Francia) y Napa Valley (California, Estados Unidos), el mejor lugar para producir Cabernet Sauvignon es Argentina”. 

Feliz día del vino.

Y tiene una relevancia enorme la frase. Siempre nos han hecho creer que somos los mejores en Malbec (que es cierto), y que por otro lado, siempre será una varietal con un techo bastante bajo, por su excentricidad (también cierto). 

Pero hace rato que los enólogos y hacedores están explorando, y la puerta se abre a la cepa más difundida del mundo. Y ahí ya dejamos de ser tan simpáticos, tan excéntricos, sobre todo para las mejores etiquetas del planeta, las más valoradas. 

Es un hecho de una gran magnitud. Argentina está preparada para seguir explorando el Malbec, pero ya con la profunda seriedad que implica hacer grandes etiquetas a nivel mundial. Esto es, ponderadas por la crítica más despiadada y por los consumidores más exigentes. 

Para todos y todas

Este es un juego hermoso. Al de catar y probar cada día las diferencias sensoriales que está produciendo nuestro vino, me refiero. Porque es nuestro. Como la camiseta que vamos a usar en estos días. No sea tímido, así lo tiene que sentir. 

Claramente podemos jugar a ese juego con los distintos Malbec: robustos y frescos a la vez del Norte, minerales y jugosos del Pedernal, frutados y confitados de Luján de Cuyo, verticales e imperiosos del Valle de Uco, sutiles y aromáticos de la Patagonia o frescos y novedosos del Océano Atlántico.

Pero también con los blancos. Hermoso trabajo se viene haciendo con este tipo de vinos: Chardonnay florales y minerales, Semillón rescatado como parte de nuestra historia vitivinícola, lugares preciosos para el Sauvignon Blanc o el Riesling y la constante búsqueda con el Torrontés.

Uvas que siempre fueron acompañantes, encuentran en la Argentina un terruño donde expresarse como en ningún otro lugar. Primero fue, por supuesto, el Malbec. El Bonarda tiene sus características especiales y hoy la cepa de moda: el Cabernet Franc. Vinos con una personalidad difícil de repetir en otro lugar del mundo. 

Por eso amigos, amigas, aunque no haya ni empezado el Mundial de Catar, ya estamos levantando la copa. El 24 de noviembre se celebra un nuevo día del vino, de la bebida nacional. Y para mi será tan emotivo como cuando la selección argentina esté en el momento del himno el próximo martes.

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