Con escenario abierto, las tres fechas inalterables que preocupan a Sergio Massa
En medio de la campaña electoral el ministro de Economía deberá afrontar la difusión del índice de precios al consumidor, que en la pulseada con el FMI también tallará fuerte.
Dos fechas (eventualmente tres) complican y preocupan a Sergio Massa, tanto en su rol de candidato a la presidencia de la Nación como en de ministro de Economía. Según el oficial e inalterable cronograma establecido por el INDEC, el miércoles 13 de septiembre se conocerá el Índice de Precios al consumidor (IPC) correspondiente a agosto del 2023, mientras que el jueves 12 de octubre será el turno del dato de septiembre de este año.
En el primer caso, el anuncio será a las 16 horas de la próxima semana, cuando Massa y el resto de los candidatos ya estén en plena campaña electoral. Más riesgosa es la fecha de octubre, ya que el IPC de este mes se conocerá exactamente 10 días antes de la elección presidencial.
Quizá habrá que tener en cuenta una tercera jornada. La del lunes 13 de noviembre, cuando el INDEC publique el dato de octubre 2023, sólo seis días antes de un eventual balotaje del 19 de noviembre que podría tenerlo como protagonista.

Sabe el titular del Palacio de Hacienda que ya cerrado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una relación con el organismo financiero en pausa hasta que se sepa quién sucederá a Alberto Fernández, su suerte como candidato y ministro estará relacionado con lograr algunas metas mínimas en el principal problema que tiene hoy la economía argentina: al menos dar indicios de estar frenando el golpe inflacionario.
Más, luego de la aceleración inevitable que en agosto tuvieron los precios, luego de la inevitable devaluación negociada con los técnicos del FMI, como condición indispensable para que hubiera uno de Facilidades Extendidas, aun en condición temporalmente precaria. Todos los analistas, políticos y funcionarios actuales o potenciales saben que la suerte de la economía (y la política) de la Argentina dependen en una primerísima instancia de tener vigente un acuerdo con el FMI, aunque sea precario como el actual.
El juego del Fondo
Las consecuencias de no tener relación activa con el organismo que maneja Kristalina Georgieva serían imprevisibles, medidos no sólo en alza de los precios, sino en caída drástica de la actividad económica, sin hablar de potenciales crisis financieras, de fronteras imposibles de pronosticas.
Por esto, lo más importante para Massa (teniendo en cuenta su gestión y su candidatura) era llegar a que el Board del FMI firmara lo negociado. Así se hizo, lo que le permite al ministro hoy ser un candidato competitivo. El problema ahora es otro. Y más cercano a la gente: que la inflación acelerada derivada de la devaluación que incluía inevitablemente el acuerdo con el Fondo no termine de bombardear sus posibilidades electorales. Llevado a términos numéricos y porcentuales, Massa necesita llegar a un eventual balotaje con una inflación acumulada de dos dígitos en el año y en franco descenso.

El panorama es complejo. Los datos que se conocerán el próximo miércoles indican que inevitablemente, y por primera vez en el ciclo Alberto Fernández, el alza de los precios llegará a los dos dígitos, superando el anterior récord de abril 2023, cuando el IPC había alcanzado el 8,4%.
La evolución luego mostró cierto descenso, al trepar un 7,8% en mayo, 6% en junio y 6,3% en julio. Ya desde abril se sabía, además, que la posibilidad de defender los dos dígitos para el 2023 se alejaba, y que habría que discutir que tan lejos el IPC se iría por arriba del 100%. La situación cambió el mes pasado. El salto del dólar oficial, de 300 a 350 pesos, derivó en un incremento en los precios estructurales de la economía, en niveles que los privados discuten ubicar entre el 12 y el 13%.
Nadie puede adelantar cuál será la medición del INDEC (sobre la cual no hay cuestionamientos políticos ni técnicos), pero se considera inevitable hablar de una banda mínima cercana al 11%. Si esto se confirmara, el acumulado interanual estaría por arriba del 80%.
Son datos sentenciados, sobre los que no se puede ya trabajar. Y que, como se dijo más arriba, se conocerán el próximo miércoles en plena campaña. La tarea ahora del equipo económico es operar sobre el próximo anuncio del IPC, del jueves 12 de octubre, a sólo un puñado de días de ir a votar.
Parar la pelota
Para ese momento, la meta de Massa y su equipo es concreta y para lograrla hay ya una estrategia en marcha. Sí o sí el IPC de septiembre debe arrojar un dígito. Y si bien se sabe que el dato será alto (es imposible técnicamente ni sería creíble bajar de un 11 o 12% a un 6%), lo que se busca es volver a datos cercanos a los de abril o mayo. Para luego, eventualmente ante el balotaje pactado para el 19 de noviembre, mostrar mayor dominio de la situación y datos cercanos al 6% de junio.
Para esto hay ya dos decisiones de fondo cerradas. Por un lado, se aceleraron esta semana acuerdos negociados con sectores clave (prepagas, construcción, seguros, educación, servicios) para congelar precios y armar canastas de productos de consumo masivo (fundamentalmente alimentos y bebidas) que puedan servir de ancla inflacionaria.
Si bien, sabe el equipo económico que estos acuerdos nunca son soluciones de fondos, sí se consideran instrumentos potables en tiempos de aceleraciones de precios. En el mismo sentido, se suspendieron aumentos de combustibles y de tarifas de transporte público, rubros donde el sector público es el que dicta las reglas de juego.
En todo caso, se verá luego del balotaje cómo seguir estas historias de precios contenidos al máximo, en corsets de negociaciones más políticas que económicas. La segunda decisión que se tomó y se defenderá desde el equipo económico, es plantarse ante el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Rodrigo Valdes, para que luego de vencido el tercer trimestre del año y ante la necesidad de negociar con el organismo el desembolso pactado para la última semana de noviembre por unos U$S 3.500 millones; negarse a lo que se sabe pedirá el chileno encargado de fiscalizar las cuentas nacionales.
Sergio Massa, de ninguna manera y ante posibilidades electorales serias, volverá a aceptar una devaluación del peso. Al menos hasta después de su eventual participación en un balotaje.

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