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Zao Wou-ki, el artista desconocido que está entre los mejor cotizados de la historia

Zao Wou-ki el gran artista franco-chino se ubica a la misma altura que los grandes clásicos occidentales superando su cotización.

María Teresa Andrés
María Teresa Andrés domingo, 22 de agosto de 2021 · 18:05 hs
Zao Wou-ki, el artista desconocido que está entre los mejor cotizados de la historia
Zao Wou-ki, el artista desconocido que se encuentra entre los mejor cotizados de la historia
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Cuando se aúnan por un lado el conocimiento de las técnicas en pintura con la comprensión y subjetividad de los planteos de las corrientes emergentes, se produce la magia del arte. No es posible tocar un violín con solo comprarlo. Zao Wou-ki (Pekín, China 1921- Nyon, Suiza 2013) es la conjunción perfecta de lo que acabo de decir, una de las figuras más prestigiosas de la pintura abstracta. Ya en 2013 sus obras se cotizaban en seis cifras.

En la primera mitad de 2019 Zao generó 143 millones de euros, según datos de ArtPrice. Es, además, de los pocos artistas internacionales que recauda la mayoría de sus ingresos en Hong Kong: hasta un 76% de sus operaciones se producen allí. Los coleccionistas chinos van en busca de su firma, para beneplácito de los galeristas franceses.

En 2018 se vendió su pieza más cara hasta la fecha, Juin-Octobre 1985, subastada por 60 millones de euros. Este mural de más de 10 metros de largo se convirtió en la obra asiática mejor pagada de la historia.

"Juin-Octobre 1985", la obra de Zao Wou-ki subastada por 60 millones de euros en 2018. 

Estudió caligrafía en su infancia y más tarde pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Hang-Tcheu del clasicismo Song y Ming. Perteneciente a una familia culta y de relaciones internacionales se interesó, a través de libros y revistas francesas, por el arte moderno (Picasso, Modigliani, Klee) que filtró a través de su formación china.

Se radica en París desde 1947 en el barrio de Montparnasse, justo antes de la revolución maoísta. Siguió los cursos de Émile Othon Friesz. Pronto tuvo una primera exposición, que suscitaría los halagos de Picasso y Miró. En ese tiempo imitaría a clásicos occidentales como Rembrandt, todavía mantenía una marcada vena figurativa fruto de su academicismo chino, hasta que acabó por abandonarse a la abstracción. Fue entonces cuando su pintura tomó las formas que le harían famoso. Es por eso que Zao Wou-ki tiene “un plus” al unir en su trabajo a oriente y occidente en imágenes realizadas con el preciosismo de su aprendizaje en China volcado a las nuevas corrientes de su época.

Tuvo la posibilidad de entrar en contacto con el mundo parisino y con las principales capitales artísticas del continente. En 1959 viaja a Estados Unidos y traba amistad con los expresionistas abstractos de la escuela de Nueva York, particularmente con Kline, Marca-Relli, Gottlieb, Baziotes, Steinberg y Hoffman. Su pintura tendrá entonces las técnicas de las pinceladas, tratamiento del color y gesto caligráfico chinos, con los valores plásticos de la riqueza matérica y la libertad expresiva que serán propios del informalismo occidental. Colores que mutan dócilmente en variadas formas que remiten a internos paisajes inasibles. Trabajó mucho los grandes formatos, dípticos o trípticos, donde la luz va estructurando la obra que adquiere especial potencia.

En 1972 regresó por primera vez a China. Pero solo fue una visita. Zao acabó sus días como un pintor plenamente francés, nacionalizado en 1964 y miembro de la Academia de Bellas Artes francesa desde 2002. En 2006 recibió la Legión de Honor del presidente Jacques Chirac, quien recibió una obra de del artista, como regalo de despedida de su gabinete.

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